4 Min. de Reflexión: Conversatorio 11: Plegarias Eucarísticas, Parte III

Friday, Mar. 27, 2015

Hemos explorado algunos de los elementos claves de la Plegaria Eucarística, cerrando nuestro último conversatorio afirmando nuestras creencias de que todo nuestro señor Resucitado está presente y activo en la celebración. La presentación de hoy completará nuestra discusión acerca de la Plegaria Eucarística, haciendo ahínco a otros aspectos sobre ella.   
Anteriormente, en la liturgia, hemos proclamado el “Misterio de la Fe” en la Aclamación Memorial. Ahora se nos recuerda en la Anámnesis, que es una oración de recuerdo, mediante la cual, la Iglesia hace recuerdo de la pasión, resurrección y ascensión a los cielos, de nuestro Señor y que la Iglesia está actuando en conmemoración del Señor y obedeciendo sus órdenes específicas: “Haced esto en memoria Mia. “ en esta oración, los fieles confirman su devoción a este mandato en la reunión para celebrar, recordar y proclamar el Misterio Pascual de Cristo.
Anteriormente, cuando se presentaron las ofrendas, el sacerdote pidió al Señor que aceptara estas ofrendas de pan y vino. Ahora que la consagración ha tenido lugar, el Cuerpo y la Sangre de Cristo es lo que ofrecemos a Dios. La Iglesia y los feligreses ofrecen la Víctima Inmaculada al Padre. Sin embargo, la Iglesia también tiene la intención de que los fieles activos, no sólo ofrenden a Cristo, sino que también se entregan a sí mismos, sus vidas, y sus esfuerzos para identificarse más con Cristo, y como una comunidad de creyentes para poder  servir a los demás como Cristo sirvió una vez. Al hacerlo, nos entregamos, por medio de Cristo, a una unión más completa con el Padre y con los demás.
Anteriormente en la Misa, durante la Oración de los Fieles, recordamos la presentación de intercesiones ante  Dios. Del mismo modo, las peticiones también están integradas dentro de la Plegaria Eucarística. Estas peticiones dejan claro que celebramos la Misa en comunión con toda la Iglesia, en el cielo y en la tierra, y que la ofrenda es para de la Iglesia y de todos sus miembros, vivos y difuntos. Las intercesiones se suelen dividir en tres partes: para los católicos vivos, por los fallecidos, y en relación con los santos en el cielo. 
Para los vivos, nuestras oraciones incluyen a aquellos a quienes el Espíritu Santo ha puesto como pastores sobre la Iglesia - el Papa y nuestro Obispo. Oramos por toda la Iglesia extendida a través de  todo el mundo y por nosotros mismos como una comunidad local de creyentes. También oramos por los que han fallecido en la paz de Cristo, para que entre todos nosotros como creyentes, sobre la base de la comunión, para que nuestras peticiones de ayuda espiritual puedan traer esperanza reconfortante para los fieles difuntos. Finalmente, invocamos la ayuda de todos los que ahora están en el cielo. 
También le pedimos a Dios por alguna participación en su comunidad y expresamos nuestro deseo de compartir con ellos la herencia celestial.
Todas las Plegarias Eucarísticas terminan con una doxología, que es un canto de alabanza a Dios. Es conciso, familiar y trinitario; “Por Cristo, con él y en él a ti, Dios, Padre Omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.”
La respuesta final es simple, pero profunda - el Gran Amén - que es a la vez un asentimiento y una conclusión. Nuestra oferta, que es la ofrenda de Cristo en la cruz, pide un rotundo, unánime y entusiasta, “Amén.”  San Agustín dijo, “Amén es la firma de las personas.” De hecho, “Amén” es la ascensión de las personas cuando responden afirmativamente a la Plegaria Eucarística, que el sacerdote eleva en nombre de todos. El Gran Amén suele cantarse, y probablemente se repite un número de veces, de una manera alegre enfatizando nuestro acuerdo con todo lo que la Plegaria Eucarística dice y hace. Reconociendo la belleza y el poder de esta celebración, pongamos nuestra rúbrica espiritual en estos actos sagrados con un fuerte y enérgico, “Amén.”

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