4 Min. de Reflexión; Conversatorio 4: Ritos de Introducción, Parte II
Friday, Dec. 26, 2014
Uno de los documentos más antiguos de la Iglesia - el Didajé [di-dah-kay] - establece que en el día del Señor, las personas se reunirán para dar gracias “después de confesar primero sus pecados." Continuamos esta antigua práctica en el inicio de la Misa mediante el llamado “acto Penitencial". Este acto tiene lugar al comienzo de la Misa por una buena razón: Mateo registra el mandamiento de Cristo que nos reconciliemos con Dios y entre nosotros, antes de ofrecer nuestro sacrificio en el altar. Al proclamar nuestros pecados ante un Dios misericordioso y amoroso, mostramos nuestra continua necesidad de la conversión, la sanación y la reconciliación.
El Rito de la Penitencia, como a veces es llamado, tiene una estructura de cuatro partes. En primer lugar, se nos invita a reflexionar por unos momentos en silencio en relación a nuestra pecaminosidad. Esto es seguido por una proclamación común, la confesión (el confiteor), que todos somos pecadores ante Dios. Recientemente restaurado, las palabras para el rito son, “por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.” El sacerdote concluye el rito al pedir perdón por todos los presentes. A pesar de que el rito concluye con la absolución que da el sacerdote, esta absolución no toma el lugar del Sacramento de la Penitencia y la Reconciliación.
En algunas ocasiones, especialmente durante la época de Pascua, el Rito Penitencial puede ser reemplazado por lo que se conoce como el “Rito de Aspersión.” Rociar a las personas con el agua bendita es un recordatorio y la renovación de nuestro bautismo y se remonta a una popular práctica monástica del siglo VIII. Tres plegarias diferentes son utilizadas en la bendición del agua que se utilizará en la aspersión. La tercera, que es la que se utiliza durante la época de Pascua, resalta el Misterio Pascual y evoca la resurrección de Cristo, que se encuentra en el corazón de toda reconciliación.
Después del Rito de la Penitencia, aclamamos al Señor e imploramos su misericordia con estas palabras: “Señor, ten piedad” dirigido a Cristo, esta aclamación puede tomar la forma de “ Kyrie, eleison” (Señor, ten piedad), “Christe, eleison” (Cristo, ten piedad), “Kyrie, eleison” (Señor, ten piedad). Por lo general, se canta en forma de diálogo, todos los feligreses conjuntamente con el coro o el cantor. Versos cortos, también dirigidos a Cristo, se pueden insertar en la aclamación.
El Rito Penitencial continúa con lo que a veces se llama, “el himno angélico” - la Gloria. Haciéndose eco de las palabras de los ángeles en Belén, este himno tiene una hermosa característica Trinitaria. El texto menciona las tres personas de la Trinidad. La Gloria se canta preferentemente los domingos fuera de Adviento y la Cuaresma, así como en otras celebraciones solemnes.
Una vez que termina el Gloria, escuchamos, “Oremos”, señalando así, que sigue la Colecta. El nombre dado a esta plegaria - la Colecta - describe su propósito. Su objetivo es “reunir” las intenciones de los fieles. La Colecta tiene la misma estructura que otras plegarias que escuchamos durante la Misa - una dirección, una petición y una conclusión. El sacerdote invita al pueblo a orar, y compartimos un breve silencio, lo que permite a los presentes ser conscientes de la presencia de Dios y traer a la mente sus intenciones. La plegaria se dirige a Dios Padre; la petición es general, ya que en él se resumen las plegarias de los presentes; y la conclusión es a través de Jesucristo.
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