Aleluya! Cristo Ha Resucitado! Aleluya!

Friday, Apr. 18, 2014
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By The Most Rev. John C. Wester
Bishop of Salt Lake City

En toda la historia de la humanidad, no existe un evento tan dramático, tan importante, tan profundo y tan esencial que la resurrección de Jesucristo de la muerte. Para una persona de fe, no hay duda, sin embargo, que la Pascua es el misterio central de la vida, toda la creación nos lleva a ella y todo sale de ella.

Toda la creación misma, la encarnación y desde luego todo aspecto de la historia de la salvación está contenida en ésta, la realidad central de la victoria de Cristo en la cruz. El amor de Dios por la humanidad suena clara y fuertemente a través de la Pasión, Muerte y Resurrección de nuestro Salvador. Ya que es en esto, en el Misterio Pascual, que experimentamos el amor indescriptible del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, que nos llama a una vida eterna en unión con el Dios Trino.

Pero no tenemos que esperar ir al cielo para empezar a vivir la resurrección, para vivir una nueva vida en Cristo. Por el contrario, ya vivimos esa nueva vida a través de nuestro bautismo, confirmación y la Eucaristía. Cada vez que nos reunimos en la Eucaristía, como lo haremos en esta Pascua, estamos unidos con Cristo en esos misterios divinos, unidos con el que "… se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, hasta la muerte en la cruz." (Filipenses 2:8). Jesús se convirtió en sacerdote, víctima y altar al morir en la cruz y resucitó de nuevo al tercer día, de este modo destruyendo el pecado y la muerte por última vez y por todos.

Cada vez que salimos de la Eucaristía y vivimos lo que hemos celebrado, somos testigos vivos de la resurrección como lo fueron las mujeres en la tumba y los primeros discípulos. De esta manera, la Pascua continua su trabajo salvífico en nuestra generación y las futuras generaciones. Cristo prometió estar con nosotros hasta el final de los tiempos. Nos toca a ti y a mí construir el Reino de Dios, y así, contribuir como hermanos y hermanas en Cristo para el cumplimiento de esa promesa.

A todos mis hermanos y hermanas en la Diócesis de Salt Lake City, les deseo un Pascua llena de bendiciones y de paz.

El Reverendísmo John C. Wester

Obispo de Salt Lake City

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