Cristo resucitado llama a seguirlo en el camino de la vida, dice el Papa Francisco

Friday, Apr. 21, 2017
By Catholic News Service

Por Cindy Wooden y Junno Arocho Esteves
Catholic News Service
CIUDAD DEL VATICANO (CNS) — Jesús es el pastor resucitado que “toma sobre sus hombros a tantos hermanos nuestros oprimidos por tantas clases de mal”, dijo el Papa Francisco antes de ofrecer su solemne bendición de la Pascua.
Con decenas de miles de personas reunidas en la Plaza de San Pedro el 16 de abril, el Papa llamó a los cristianos a ser instrumentos del alcance de Cristo hacia los refugiados y migrantes, víctimas de la guerra y la explotación, de la hambruna y la soledad. 
Como se viene haciendo desde hace 30 años, agricultores y floristas holandeses cubrieron el espacio alrededor del altar con grama y 35 mil flores y plantas: lirios, rosas, tulipanes, jacintos, narcisos, abedules y tilos.
Predicando de manera espontánea, el Papa Francisco comenzó, como lo hizo la noche anterior durante la Vigilia Pascual, imaginando a los discípulos desolados porque “aquel que tanto amaban ha sido ajusticiado y muerto, y de la muerte no se regresa”.
Mientras se juntan con miedo, el ángel les dice: “Él ha resucitado”. Y, dijo el Papa, la iglesia continúa proclamando ese mensaje siempre y en todo lugar, incluyendo a aquellos cuyas vidas son verdadera e injustamente difíciles.
“Es el misterio de la piedra angular descartada que termina por ser el fundamento de nuestra existencia”, dijo el pontífice. Y los que siguen a Jesús, “nosotros pequeñas piedras”, le encontramos sentido aun en medio del sufrimiento debido a la esperanza segura de la resurrección.
El Papa Francisco le sugirió a todos encontrar un lugar tranquilo durante la Pascua para reflexionar sobre sus problemas y los problemas del mundo y decirle a Dios: “No sé cómo esto va a terminar, pero estoy seguro de que Cristo ha resucitado y yo apuesto por esto”.
Casi inmediatamente después de la homilía, una lluvia breve pero intensa comenzó a caer sobre la multitud, obligando a la gente a apurarse para encontrar sombrillas, chaquetas o bolsas plásticas para protegerse.
Después de celebrar la Misa Pascual de la mañana, el Papa Francisco ofreció su bendición “urbi et orbi”, a la ciudad de Roma y al mundo.
Antes de ofrecer su bendición le dijo a la multitud que “en toda época de la historia el pastor resucitado no se cansa de buscarnos a nosotros, sus hermanos perdidos en los desiertos del mundo. Y con los signos de la pasión – las heridas de su amor misericordioso – nos atrae hacia su camino, el camino de la vida”.
Cristo busca a todos los que están en necesidad, dijo el Papa. “Va a su encuentro por medio de hermanos y hermanas que saben acercarse a esas personas con respeto y ternura y les hacer sentir su voz, una voz que no se olvida, que los convoca de nuevo a la amistad con Dios”.
El Papa Francisco mencionó una larga lista de aquellos a los cuales Dios le da atención especial, incluyendo a las víctimas de la trata de personas, a los niños abusados, a las víctimas del terrorismo y a la gente obligada a huir de sus hogares debido a la guerra, la hambruna y la pobreza.
“Qué en los momentos más complejos y dramáticos de los pueblos, el Señor Resucitado guíe los pasos de quien busca la justicia y la paz y dote a los representantes de las naciones con el valor de evitar que se propaguen los conflictos y de acabar con el comercio de armas”, dijo el Papa Francisco.
El Papa también ofreció oraciones especiales por la paz en Siria, Sudán del Sur, Somalia, El Congo y Ucrania y por la resolución pacífica de las tensiones políticas en América Latina.
La celebración de la Pascua por el Papa comenzó la noche anterior ante una muy concurrida Basílica de san Pedro.
La Vigilia Pascual comenzó prendiendo el fuego y el Cirio Pascual en el atrio de la basílica. Caminando detrás del cirio pascual y llevando su propia vela, el Papa Francisco entró a la basílica a oscuras.
La basílica se iluminó levemente solo con la luz de la vela y la tenue luz que emanaba de los teléfonos que capturaban la solemne procesión.
Las campanas de san Pedro repicaron en la noche, y su eco resonaba por las cercanas calles romanas anunciando la alegría de la Resurrección.

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