Del Obispo Wester

Friday, Feb. 15, 2013
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Mis queridos hermanos sacerdotes y diáconos, religiosos y fieles laicos, nos unimos a la Iglesia universal al expresar nuestra tristeza sobre la noticia de la intención de nuestro Santo Padre de renunciar el 28 Febrero de 2013. Su servicio humilde, gentil y amoroso como nuestro pastor y guía ha tocado nuestros corazones y nos ha dado energía en nuestra jornada de fe.

La historia, sin duda confirma lo que ya sabemos, especialmente, que él siempre luchó por comunicar el amor de Cristo, un amor que será el sello distintivo de su papado. Sus homilías, declaraciones y libros, como también su vida, nunca fallaron en recordarnos del amor de Dios y de la importancia de responder a este amor, viviendo y celebrando nuestra fe cada día, como nos ha llamado a hacerlo en este Año de la Fe. Con razón su primera encíclica fue Deus Caristas Est (Dios es amor).

En particular, recordemos la visita de nuestro Santo Padre a los Estados Unidos en el 2008 y las muchas maneras en el que claramente mostró su amor por la Iglesia en este país. Las canonizaciones de Catalina Tekakwitha, Mariana Cope y de Damián de Veuster nos ayudan a confirmar su apreciación por la Iglesia en Norte América, dándole atención a los testigos de este continente quienes se han ido antes que nosotros y sirven de modelos de fe en el presente. Además, la beatificación del Beato Basilio Moreau, fundador de la Orden de la Santa Cruz, y la canonización del Hermano de la Santa Cruz André de Montreal, nos llena de afecto hacia el Papa aún más en esta diócesis, gracias a nuestras queridas Hermanas de la Santa Cruz.

El Papa Benedicto XVI luchó por traer la unidad y la paz a nuestra Iglesia Católica y a nuestro mundo. Una y otra vez, él dio testimonio a la importancia de estos dones al involucrar a gente de diferentes creencias y nacionalidades, especialmente a nuestros hermanos y hermanas judíos, indostanes y musulmanes. El usó la tecnología y la comunicación social para promover el amor de Cristo por nosotros y viajó por todo el mundo para traernos su mensaje de paz y reconciliación. Nunca olvidaremos la atención que le puso a los jóvenes y a las familias, subrayando la santidad de la vida y la importancia de la familia en nuestra Iglesia y en el mundo. Ya sea que respondía a la violencia en el Medio Oriente, a la tragedia en Sandy Hook, Connecticut, a los pobres en África, o a los que se congregaban para el Día Mundial de la Juventud, el Papa Benedicto siempre mostraba un amor afectuoso.

En muchos aspectos, su papado mostró su incansable devoción a la verdad. En un mundo rodeado de relativismo y secularismo, él transmitió un mensaje para la gente de buena voluntad, pero especialmente para nosotros los Católicos, para contemplar la verdad en el amor, siguiendo el testimonio de Jesucristo, siendo él mismo el "…camino, la verdad y la vida."

Les pido que todos nosotros en la Diócesis de Salt Lake City, designemos el domingo 24 de febrero, como día de oración para nuestro Santo Padre y por sus intenciones, y oremos que el Espíritu Santo guíe a la Iglesia en los días futuros. Igualmente, les pido que la Misa principal de este día sea ofrecida por estas intenciones.

Al iniciar estos días sagrados de Cuaresma, mis queridos hermanos y hermanas, les hago llegar mis más calurosos saludos, agradecimiento y oraciones, pidiendo que pongamos nuestra confianza en la providencia amorosa de Dios, me despido

Sinceramente suyo en el Señor,

Reverendísimo John C. Wester

Obispo de Salt Lake City

11 Febrero 2013

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