El Espíritu Santo estuvo trabajando durante el Sínodo de Obispos sobre la familia

Friday, Oct. 24, 2014
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By The Most Rev. John C. Wester
Bishop of Salt Lake City

Traducido por: Laura Vallejo

Las reacciones que se han tenido por la Tercer Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de Obispos sobre la familia, la cual se sostuvo en Roma del 5 al 19 de octubre, han ido desde sorpresa hasta confusión, de gozo a enojo.
Las respuestas tan variadas no me sorprenden, pero me gustaría clarificar que  a pesar de los encabezados las doctrinas de la Iglesia de acuerdo al matrimonio siguen iguales. Como el Papa Francisco dijo al concluir en Sínodo, las verdades fundamentales del Sacramento del Matrimonio son indisolubles, de unión, de fe, de frutos, de una abertura a la vida. Nosotros los Católicos también creemos que el matrimonio es una unión sacra entre un hombre y una mujer, y eso no ha cambiado.
Sin embargo, lo que se reveló en el sínodo, fue que tan importante es el debate conforme la Iglesia trabaja para interpretar el trabajo del Espíritu Santo entre nosotros.
El reporte interino del sínodo, el cual se presentó el 13 de octubre, utiliza un lenguaje conciliatorio en lo referente al divorcio y a los Católicos que se han vuelto a casar, entre las parejas que cohabitan juntas y las uniones del mismo sexo, lo que ha llevado a una gama de especulaciones de que la Iglesia ha cambiado su doctrina en cuanto a estos temas. 
Esto sería una evaluación incorrecta de lo que sucedió; aun así, yo creo que los obispo enfatizaron la misericordia de Dios. Como el Papa Francisco remarcó en su discurso al final del sínodo, “Es la Iglesia que no tiene miedo de comer y beber con las prostitutas y los publicanos (Cf. Lc 15). La Iglesia que tiene las puertas abiertas para recibir a los necesitados, los arrepentidos y ¡no sólo a los justos o aquellos que creen ser perfectos! La Iglesia que no se avergüenza del hermano caído y no finge no verlo, al contrario, se siente comprometida y obligada a levantarlo y a animarlo a retomar el camino y lo acompaña hacia el encuentro definitivo con su Esposo, en la Jerusalén celeste”.
Vale la pena mencionar que cinco días después del reporte interino, habiendo tenido más tiempo para reflexionar, el mensaje del sínodo enfatizo que “da lugar a nuevas relaciones, a nuevas parejas, a nuevas uniones civiles y a nuevos matrimonios, creando situaciones familiares que son complejas y problemáticas, donde la opción Cristiana no es evidente”.
El sínodo remarcó que los matrimonios pueden sufrir de muchas dificultades,  pero agregó que la luz del Sacramento del matrimonio, el amor conyugal sobrevive. “Es uno de los milagros más maravillosos y de los más comunes… Las familias que viven esta aventura llena de luz se convierten en un símbolo para todos, especialmente para los jóvenes”.
Que el énfasis del Sínodo  haya cambiado durante el curso del debate no es sorprendente dados los temas de su tarea, la cual fue discutir varios retos pastorales en las familias mientras se preparan para el sínodo general el próximo mes de octubre. 
Creo que su discusión en temas polémicos indica su voluntad para aceptar que estos son problemas que las personas enfrentan en las congregaciones y que como pastores debemos determinar cómo tratar estos temas. Esto, creo yo, refleja el deseo del Papa Francisco de que las personas sepan que la Iglesia está presente para ellos mientras pasan por problemas en sus relaciones difíciles. 
Desde el comienzo de su ministerio papal, nuestro Santo Padre ha mostrado una y otra vez lo importante que es para los líderes de la Iglesia el escuchar a las personas y apoyarlas en sus dificultades.
En algunos aspectos, las personas necesitan de la Iglesia hoy más que nunca conforme se enfrentan a separaciones con sus cónyuges, o contemplan una relación intima que no puede ser bendecida por la Iglesia. 
La pregunta que nosotros los obispos debemos hacer es cómo podemos apoyar a nuestra gente que enfrenta estas  pruebas, mientras al mismo tiempo honramos nuestras creencias de la santidad del matrimonio. Cristo es el centro de la familia y las familias son un gran regalo para nuestra Iglesia, para nuestro país, y para nuestro mundo.
La familia es en donde los niños aprenden a amar, en donde son nutridos física, emocional y espiritualmente y, como la Escritura diría, crecen en edad, sabiduría y gracia.
Las prácticas de la Iglesia excluyen a muchas personas que se encuentran en relaciones fuera de los límites del matrimonio bendecido por la Iglesia, y conforme el sínodo menciona la pregunta de cómo hacer ministerio con estas personas, muchas opciones han sido expresadas. 
Como con cualquier tema polémico, la conversación fue ‘animada’ utilizando un adjetivo del Papa Francisco, pero precisamente en este proceso en donde el Espíritu Santo está trabajando.
Es importante recordar que el sínodo extraordinario, el cual concluyó el domingo pasado, es uno de los primeros pasos de la Iglesia en la discusión de la familia. Ciertamente es muy temprano para realizar cualquier conclusión acerca de cómo este sínodo extraordinario afectará las prácticas de la Iglesia. 
La conversación continuará a lo largo del próximo año; La Reunión Mundial de Familias a realizarse en Filadelfia será parte de esto; entonces se llevará a cabo el sínodo general en Roma el próximo mes de octubre. Después de esto, puede ser más de otro año más antes de que la exhortación final del Papa Francisco salga a la luz. 
El proceso entero esta diseñado para permitir que en la Iglesia se tengan más discusiones acerca del matrimonio y de la familia, y para que nos abramos a que el Espíritu Santo trabaje durante estas conversaciones.
Es así que les pido que por favor mantengan a los obispos en sus oraciones mientras meditan el sínodo extraordinario del próximo año.
Para ver más acerca de los trabajos internos del sínodo, vea el post del Cardenal Wuerl en http://www.catholicstandard.org/Content/News/Cardinal-Wuerl/Article/Cardinal-Wuerl-s-reflections-from-Synod-on-the-Family/2/410/6277.

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