En memoria del Arzobispo Pietro Sambi

Friday, Aug. 12, 2011
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El Arzobispo Pietro Sambi murió el 27 de julio , murió a los 73 aņos de edad por complicaciones en una cirujía en un Hospital de Baltimore.
By The Most Rev. John C. Wester
Bishop of Salt Lake City

Mientras me encontraba de vacaciones el pasado mes de Julio, escuché la noticia del fallecimiento del Arzobispo Pietro Sambi. La noticia me sorprendió tanto porque su muerte no se esperaba así como por la reacción que tuve al escucharla. Verdaderamente me entristecí y sentí la gran pérdida que esto es para nuestra Iglesia en los Estados Unidos de América. Mi tristeza me sorprendió ya que podría decir que yo no conocía cercanamente al Arzobispo. Lo acompañé en celebraciones litúrgicas, la más memo-rable cuando él me instaló como Obispo de Salt Lake City en marzo del 2007. Veía al Arzobispo en las juntas del USCCB en Baltimore y de vez en cuando lo visitaba en su casa junto a otros 30 o 40 obispos para disfrutar de algún almuerzo. Pero esas fueron las ocasiones que me reuní con él y casi no hablábamos mucho. Sin embrago, sentí como si hubiera perdido a un gran amigo, a un hermano Obispo a quien admiraba.

Con toda honestidad el Arzobispo Sambi no pudo haber dejado ningún mal recuerdo debido a la manera tan graciosa y atenta como trató a mi Madre el día de mi instalación. Pasó un buen rato hablando con mi mamá y en la cena rea-lizada ese mismo día, la hizo sentir como si fuese ella quien era honrada, no yo. Cuando le dije a mi mamá la noticia de su muerte, ella respondió inmediatamente "Oh no, él era un hombre muy bueno y muy espiritual".

Es asombroso como el Arzobispo Sambi se conectaba con la gente. El fue un Pastor auténtico quien verdaderamente se preocupaba por las personas. Para mí, él fue un ejemplo de las virtudes de un pastor que disfruta servir a los necesitados bajo el manto de Cristo, nuestro gran Sacerdote.

El Arzobispo Sambi fue un hombre humilde. A pesar de haber servido en posiciones muy importantes como el representante Papal de la Tierra Santa aquí en los Estados Unidos, nunca fue arrogante. Siempre tenía tiempo para la gente y disfrutaba de una buena risa o de una buena comida especialmente si ésta incluía pasta. Fue un diplomático por dentro y por fuera y sabía conducirse en los corredores del poder aunque creo que él pasaba más tiempo con la gente de Dios, quien amaba con gran pasión.

El Arzobispo Sambi era un hombre de oración. Su amor a Jesucristo se manifestaba en cada discurso, conversación o encuentro que él tuvo durante su ministerio. Frecuentemente él usaba ejemplos de la Palabra y podía hacer que el más simple acontecimiento de la vida de Nuestro Señor reviviera tal y como solo un verdadero amigo de Cristo lo podía haber hecho. Es evidente que él pasaba muchas horas en oración nutriendo una vida espiritualmente activa.

Finalmente el Arzobispo Sambi era un hombre con una gran alegría. Teillard de Chardin una vez dijo que la alegría es un símbolo infalible de la presencia de Dios. Dios estaba verdaderamente presente en la vida del Arzobispo Sambi! Una sonrisa siempre enmarcaba su boca y uno podía ver como se reía muy frecuentemente. Su gran buen humor y su gran entendimiento de la naturaleza humana le dieron la habilidad de ver el humor en la vida, las contradicciones de ésta, sus inconsistencias y su promesa.

Yo disfruté mucho de los discursos a los Obispos durante las sesiones plenarias de nuestras reuniones en Baltimore. El Arzobispo siempre tuvo mensajes muy importantes que nos podíamos llevar a nuestros hogares. Particularmente recuerdo dos. En una ocasión el Arzobispo nos recordó que Jesús llego a Jerusalén montado en una mula. La implicación de esta metáfora radicó en que nosotros los obispos somos siervos humildes del Señor quienes llevan su mensaje a otros. En otra ocasión, el Arzobispo que había muchos Líderes religiosos antes que nosotros y muchos más que llegarían después. Mientras que nosotros contamos sólo con el tiempo que Dios nos ha dado, estamos llamados a hacer lo mejor posible bajo la Gracia de Dios.

Voy a extrañar al Arzobispo Sambi y a su humildad, amor y graciosa presencia entre nosotros. Supongo que muchos dirían que de haberlo conocido mejor sabría un poco de sus limitaciones y defectos. Bien, de eso no cabe duda y estoy seguro que él sería el primero en decirlo. Sin embargo, yo habría estado muy contento de haberlo podido conocerlo mejor. Es asombroso como él llegó a tantos de nosotros en tan poco tiempo. Descanse en paz mientras que Dios le da la bienvenida a su reino celestial, en el que este corto tiempo en la tierra le abrió el camino hacia la eternidad.

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