La dióceses de Salt Lake City celebra a San Blas

Friday, Feb. 06, 2015
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Harvey Radke recibe la bendición del Reverendísimo John C. Wester, Obispo de Salt La City durante la Misa de la Festividad de San Blas en la Catedral de la Magdalena. ?Esta es sólo una expresión más de nuestra creencia de que Jesús cura nuestras enfermedades y siempre está con nosotros?, dijo el obispo durante su Homilía. IC Foto/Marie Mischel

Traducido por: Laura Vallejo
SALT LAKE CITY — Los feligreses de la Diócesis de Salt Lake City tuvieron la oportunidad de que les bendijeran sus gargantas durante la Fiesta de San Blas celebrada el 3 de febrero.
El Reverendísimo John C. Wester, obispo de Salt Lake City dijo que la bendición de las gargantas es sacramental. “Esto significa que es una acción simbólica acompañada de una oración, lo cual es una ocasión de gracia. No es un sacramento, es una devoción en la cual oramos por la intersección de San Blas para que nos alivie de las enfermedades de la garganta y de cualquier otra maldad”.
La práctica enfatiza la creencia Católica en la Comunión de los Santos en que “todos oramos por todos”, dijo el obispo Wester. “Aquellos que se nos han adelantado marcan con el símbolo de la fe oran por nosotros e interceden por nosotros. Asi es que oramos a San  Blas pro su intersección para ayudarnos con los males de la garganta”.
Blas de Sebaste, venerado como san Blas, fue un obispo  de Sebaste (Sebastensis armenorum) en Armenia (actual Sivas, Turquía), y mártir cristiano. 
Hizo vida eremítica en una cueva en el bosque del monte Argeus, que convirtió en su sede episcopal. Fue torturado y ejecutado en la época del emperador romano Licinio, durante las persecuciones a los cristianos de principios del siglo IV.
Se lo considera patrono de los enfermos de garganta (faringe), y de los otorrinolaringólogos. 
Según la tradición, Blas de Sebaste era conocido por su don de curación milagrosa, que aplicaba tanto a personas como a animales. 
Se le acercaban también los animales enfermos para que les curase, pero en cambio no le molestaban durante su tiempo de oración.
Cuando llegó a Sebaste la persecución de Agrícola (gobernador de Capadocia) contra los cristianos (la última persecución romana), sus cazadores fueron a buscar animales para los juegos de la arena en el bosque de Argeus y encontraron muchos de ellos esperando fuera de la cueva de san Blas. Allí encontraron a Blas en oración y le detuvieron.
Agrícola trató sin éxito de hacerle renegar de su fe. En la prisión, Blas sanó a algunos prisioneros. Entonces el gobernador le mandó matar y fue arrojado a un lago. Pero Blas, de pie sobre la superficie (como el milagro atribuido también a Jesucristo), invitó a sus perseguidores a caminar sobre las aguas y así demostrar el poder de sus dioses. Pero todos se ahogaron. Cuando volvió a tierra (por orden de un ángel), fue torturado (colgado de un poste y lacerado con rastrillos de cardar) y finalmente decapitado.
Hoy en día la bendición de las gargantas es dada por un sacerdote, diácono o ministro eclesial, siguiendo los ritos y oraciones de acuerdo al Libro de Bendiciones. La bendición puede ser dada tocando la garganta de cada persona con dos velas bendecidas las cuiales están unidas en forma de cruz.
Muchos Católicos en Utah hacen tiempo para acudir a la celebración de la Misa en la Festividad de San Blas.
Los huesos de pescado fueron el motivo por el cual es feligrés de Saint Catherine of Sienna Andy Odoardi’s y su mamá fueron a que les bendijeran la garganta cuando niño.
“Ella viene de una parte de Italia en donde se come mucho pescado y yo siempre me preocupaba que se le iba a atorar un hueso de pescado en la garganta”, dijo Odoardi’s.
Becky Odoardi’s también aprovecha esta bendición especial ofrecida por la Iglesia. “Tengo problemas de asma y de catarros”.
“Recibo la bendición   de la garganta y no me dan influenzas”, dijo John Mooney feligrés de Nuestra Señora de Lourdes en Salt Lake City.
Victoria Gandley feligrés de la misma parroquia que Mooney se ha ido a la bendición de su garganta desde que era una pequeña niña en Brooklin Nueva York. “Crecí recibiendo la bendición”, dijo Gandley.

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