Las parroquias vibrantes oran y actuan

Friday, Jan. 12, 2018
By Jean Hill
Director, Diocese of Salt Lake City Office of Life, Justice and Peace

El domingo al participar en la Misa, las oraciones de los fieles me impactarón. Conforme la congregación se unía en oración por las personas sufriendo en la pobreza, los refugiados y los inmigrantes, así como por el fin de la violencia, mi corazón se inundó de alegría al compartir este momento de comunión con los demás Católicos en busca del bien común.

Desafortunadamente, ese momento se oscureció por la falta de oportunidad para tomar una acción en concreto más allá de la oración en comunidad.

Las enseñanzas Católicas nos motivan a orar Y a actuar. Como lo dice el compendio de la Doctrina Social de la Iglesia: “La Palabra del Evangelio, de hecho, no es sólo para ser escuchada sino para ser observada y puesta en práctica.” Evangelizamos como Iglesia vi-viendo de manera que reflejamos el Evangelio y tenemos un impacto directo en la sociedad. “Este no es un interés o actividad marginal, o uno que este metido en la misión de la Iglesia,” explica el Compendio, “está en el mismo corazón del ministerio de servicio de la Iglesia.” Estamos llamados a poner nuestra fe en acción a través de actividades que promuevan tanto la caridad como la justicia

Existe una ventaja distintiva al responder este llamado. Las parroquias Católicas más vibrantes y files de nuestro país son aquellas que acogen completamente las enseñanzas totales Católicas haciendo espacio para la oración y para actos tanto de caridad como de justicia. Para un mejor ejemplo de esto, solo necesitamos ver al Papa Francisco. Uno de los muchos motivos por los que resuena con las personas más allá de la fe Católica, es su exuberante acogimiento de nuestras enseñanzas. A diario, el Papa Francisco hace actos de oración, caridad y justicia. Él no se detiene orando por los pobres, crea un ambiente seguro para que los indigentes reciban servicios básicos Y defiende los cambios en las pólizas globales que protegerán mejor a aquellos sin hogar, ya sea por la pobreza, política o desastres naturales.

Muchas de nuestras parroquias locales exceden tanto en oración como en servicios de caridad. Pero ¿qué tal en cuanto a actos de justicia? Tómese un momento para pensar en su parroquia, ¿están los feligreses animados e invitados y se les dará lo que necesitan?.

 Admito que los actos de justicia son más complicados que los trabajos de caridad, así es que brindarles a los feligreses esas oportunidades requiere de habilidades diplomáticas. Antes de invitar a los feligreses a defender, las parroquias deben primero entender lo que significa.

La defensoría Católica no es partidaria ni “política” en el sentido usual de la palabra. Sí, participamos en el proceso político, pero nuestro acercamiento a todos los temas se basa en nuestras creencias, no en los partidos políticos. Además, no decimos ser expertos en un tema en particular, pero si exigimos a nuestros representantes electos que las pólizas sean lo mejor para el bien común

En otras palabras, tratamos de poner en practica lo que predicamos. Si, por ejemplo, las lecturas del Evangelio de un día se centran en la belleza de la familia, entonces debemos reunirnos para juntar regalos para las familias necesitadas, Podríamos expandir esos esfuerzos caritativos a un acto de justicia invitando también a los feligreses a unirse ofreciendo cartas a sus representantes electos en las que se pida mantener a las familias de inmigrantes unidas, o apoyar las pólizas que promueven las viviendas a bajo costo para familias indigentes.

Abrir la vocación de defensoría de justicia en nuestras parroquias es un acto de fe. Nuestras Iglesias son lugares naturales en donde podemos tener un diálogo respetuoso acerca de la injusticia que tanto se necesita hoy en día. Haciéndolo, podremos trabajar juntos para no solo solventar las necesidades inmediatas de los más vulnerables, sino para tal vez hacer más erradicando las diversas circunstancias que hacen que las personas sean vulnerables.

Jean Hill es la directora de la Comisión de Paz y Justicia de la Diócesis Católica de Salt Lake City.  

Traducido por: Laura Vallejo

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