Diácono Scott Dodge. D.Min.
Traducción: Laura Vallejo
Intermountain Catholic
Los diáconos de muchas maneras únicas califican para enseñar la fe Católica no solo por la gracia conferida en su ordenación, pero también por su larga y contínua formación.
De acuerdo con la más reciente edición de la Confe-rencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos ‘National Directory for the Formation, Ministry, and Life of Permanent Deacons in the United States,’, para aquellos llamados al servicio de la Iglesia y del mundo perma-nentemente como diáconos, la formación inicial es de un poco más de seis años. Siendo así, debería de ser más Seguro para el Obispo por quien sirven y al Pueblo de Dios a quienes sirven asumir que los diáconos permanentes son maestros capaces de nuestra Fe Católica.
Resulta interesante ver como la Iglesia sigue adelante con su deseo de instituir tanto a hombres como mujeres a las órdenes de lectores y acólitos. También es interesante ver si la recientemente constituida la Orden de Cate-quistas será conferida en quienes se preparan para la ordenación además de en los laicos. De cualquier manera, la habilidad para que se comunique efectivamente la de permanecer la competencia básica para todos los ordenados.
De acuerdo con el dogma de la Constitución del Concilio Vaticano II sobre la Iglesia, Lumen Gentium, un diácono “en comunión con el obispo y su grupo de sacerdotes… sirve en el diaconado de la liturgia, de la palabra, y de la caridad al pueblo de Dios.” Uno de los aspectos de la palabra diaconado es el llamado al “Catecismo de los fieles de todas las etapas de la vida Cristiana.” (Directory for the Ministry and Life of Permanent Deacons, sec. 25).
Además de proclamar durante las celebraciones litúrgicas, los diáconos necesitan estar involucrados en programas catequéticos a nivel parroquial diocesano. Ya que el Catecismo es un componente importante de la evangelización, los diáconos catequizan por cómo se conducen en sus hogares, en sus vidas profesionales y en su participación activa en la vida cívica especialmente “en donde la opinión pública se forma y las normas éticas se aplican.” ( (Directory for the Ministry and Life of Permanent Deacons, sec. 26). Su participación en estos asuntos que son parte del llamado al diaconado, requieren que los diáconos constantemente estudien la fe.
El diaconado de la Palabra también puede ser consi-derado un ministerio de caridad. Comprometidos como lo están sirviendo al enfermo, a quienes se encuentran encarcelados, incluyendo a jóvenes de alto riesgo, así como a las persona que no pueden salir de sus hogares, muchos diáconos están situados de manera única para hablar sobre el amor de Dios que nos da a través y por Cristo Jesús provocado por el Espíritu. Conforme el llamado de quienes la Iglesia considera ser los primeros diáconos ampliamente demuestra que los diáconos deben estar llenos del Espíritu. (vea Hechos 6:3). Después de todo la catequesis significa un eco de las enseñanzas de Cristo y de los apóstoles.
La gran mayoría de los diáconos permanentes en el mundo, en los Estados Unidos y en la Diócesis de Salt Lake City están casados. Por esto, los diáconos tienen un llamado único a vivir simultáneamente el sacramento del servicio de la comunión: el Santo Matrimonio y las Santas Ordenes. El diácono Owen Cummings los apodó como ‘los sacramentos diaconales’.
La mayoría de los diáconos permanentes casados también son padres de familia. Como padres e familia Cristianos, los diáconos con hijos, junto a sus esposas, tienen la responsabilidad de ser los primeros y principales maestros de la fe. Esto los ayuda a entender de primera mano los retos y oportunidades involucrados en la impartición del entendimiento de la fe Cristiana en los corazones y mentes de los jóvenes.
El ser clero casados también sitúa idealmente a muchos diáconos, frecuentemente junto a sus esposas preparando a las parejas para el matrimonio. Los diáconos y sus esposas deben estar involucrados en sus parroquias con los programas de enriquecimiento matrimonial tanto como participante como presentadores. La preparación de los padres de familia para el bautismo de sus infantes o niños pequeños es también un fruto del servicio catequético.
Cuando se realiza bien, la defensoría canónica de quienes están comprometidos en una anulación matrimonial es una oportunidad para ofrecer cuidado pastoral compasivo. Además, servir como un defensor canónico para una persona involucrada en lo que frecuentemente es proceso de anulación dolorosa, a veces largo, y muchas veces incomprensible presenta una oportunidad de asistir a las personas en la obtención de un mas profundo entendimiento y un mayor apreciación hacia el sacramento del matrimonio.
“En una persona” hace notar el teólogo Herbert Vorgrimler, “los diáconos ponen en claro que la liturgia debe de tener consecuencias en el mundo con sus necesidades, y debe trabajar en el mundo con un espíritu de caridad con una dimensión espiritual.” A través de su servicio caritativo, predicando y enseñando los diáconos son catequistas.
El diácono Scott Dodge, D.Min. es el director de la Oficina del Diaconado de la Diócesis de Salt Lake City.
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