Obispo Wester pide bendiciones para todos

Friday, Dec. 26, 2014
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By The Most Rev. John C. Wester
Bishop of Salt Lake City

Traducido por: Laura Vallejo
El día de Año Nuevo celebraremos la Solemnidad de María, la Santa Madre de Dios. Ya que María es también la Madre del Príncipe de la Paz, ciertamente la podemos honrar con el título de “Madre de la Paz”. Es por esta razón que el comienzo del nuevo año es una excelente oportunidad para implorar a Nuestra Madre de la Paz que interceda por nosotros y por el mundo en que vivimos en el que experimentamos una creciente espiral de violencia.
Creo que esto ser el regalo de paz, el cual solo viene del recién nacido Salvador, el cual nos atrae hacia la escena del pesebre que tan frecuentemente vemos en la Navidad. Esa escena para el nacimiento del Redentor de hecho era primitiva, pero aun así serena. Somos llevados hacia 
María, que “ponderó todo esto en su Corazón” aún cundo da gracias por el regalo del recién nacido. 
Estamos persuadidos pro la adoración de San José, por el asombro de los pastores y por la buenaventura de los ángeles, todos invitándonos a contemplar la paz traída por Emmanuel.
La pregunta que me gustaría proponer al comienzo de este año nuevo es si estamos inclinados a vivir en la paz que Cristo nos ha traído?, o si dejaremos que simplemente esta de quede en el pesebre mientras los días y los meses que vienen pasan?.
El reto de la Navidad es vivir lo que celebramos; eso es vivir la Paz de Cristo en nuestras vidas.
Oremos para que nuestro mundo esté en paz, por la paz en el Medio Oriente, en el Sur de Sudán y en otros países de África, en partes de América Central y Sur las cuales están afectadas por los efectos del tráfico de drogas, en Palestina, en Ucrania – en todos esos lugares en donde existe conflictos en lugar de reinar en armonía.
Aquí en nuestro propio país y en nuestros hogares debemos ser instrumentos de paz. Debemos poner fin a la violencia doméstica, al prejuicio, a la avaricia en todas sus formas – y a esas cosas que evitan la paz y causan discordia en nuestras vidas, incluyendo el uso injustificable de la tortura.
Es mi oración que ustedes y yo permitamos que el príncipe de la Paz haga de nuestro corazón su pesebre. Oro para que nosotros  seamos tocados de manera que seamos instrumentos de su paz en nuestro frágil mundo.
Que María, la Madre de Dios, interceda por nosotros, y que Jesucristo, el Príncipe de la paz, levante sus brazos bendiciendo a esta iglesia local de Salt Lake City. Les deseo que la Paz de Cristo esté con todos nosotros en esta maravillosa diócesis hoy y que permanezca a lo largo del año nuevo.
Suyo en Cristo, 
Reverendísimo John C. Wester
Obispo de Salt Lake City

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