Reflexión por el Aņo de la Misericordia

Friday, Sep. 30, 2016

¿Cuál es su imagen favorita de la misericordia? ,¿la del Hijo pródigo? ¿la imagen del Buen Pastor?, ¿la de Cristo alimentando a las multitudes, o dando la bienvenida a los niños?.
Todas ellas muy hermosas, y todas me encantan, pero mi favorita es la cruz. La cruz, ya que en ella vemos la misericordia y nada más, eso es todo, inclusive para la vida. Cristo no solo hizo cosas buenas, hizo todo por aquellos a quien amaba.
Santa Teresa de Kalkuta, la Santa de este año de la misericordia, en su discurso de aceptación del premio Nobel en 1997 dijo que hay que dar hasta que duela.
El verdadero amor, la verdadera misericordia no es fácil. Amar significa ser vulnerable, ponerse en riesgo. Pero sin amor no hay misericordia, sólo tolerancia. En mi experiencia dar dinero es relativamente sencillo, pero es mucho más difícil el darnos a unos mismos, el buscar a aquellos quienes han sido dejados para morir en las calles y amarlos, tal como lo hizo el Buen Samaritano. Pero esta es la misericordia a la que todos estamos llamados este año; al alcance, a alcanzar a quienes han sido dejados de lado en nuestras vidas, a familiares lejanos o amigos. A darnos a quienes más nos necesitan, Amar.
La cruz que cuelgan a veces es olvidada bajo las sombras de las iglesias y de nuestras vidas. Frecuentemente veo solo un ornamento y me olvido de la magnitud del amor y sacrificio que refleja. Sé cuán lejos me encuentro de seguir los ejemplos de amor sin límites, que esos simples pedazos de madera cruzados contienen y de ese cuerpo roto, pero encuentro inspiración en ellos. Me inspiran a seguirlos, me inspiran a dar todo lo que soy, o por lo menos a tratar de ser como Él, de ser misericordioso.
Dominic Sternhagen
Seminarista de la Diócesis de Salt Lake City

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