Conforme llegamos a la semana nacional de Vocaciones la cual este año va del 2 al 9 de noviembre, los seminaristas de la Diócesis de Salt Lake City reflexionan sobre su Pasaje de la Escritura favorito, conforme continúan en su camino hacia el sacerdocio.
José Luis Gómez Díaz
El pasaje del Evangelio que ha inspirado mi proceso vocacional es Mateo 4:18-22. En este pasaje, Jesús camina a lo largo del mar de Galilea y ve a Pedro y Andrés, y lue-go a Jacobo y Juan. Él los ve y los llama a seguirlo para convertirlos en “pescadores de hombres”. Ellos responden de inmediato, dejando sus ocupaciones anteriores y lo siguen
Jesús se presenta en un momento y lugar específicos, dirigiéndose a personas concretas en circunstancias particulares. Ve a Pedro y Andrés en su trabajo diario y, los miró con amor incondicional y les hizo una invitación: “Síganme, y los haré pescadores de hombres”. De igual manera, Jesús ha venido a mi “Galilea”, me ha visto en mi vida cotidiana, ha salido a mi encuentro y me ha llamado a seguirlo, dándole a mi vida un nuevo propósito y sentido. Él ha mirado mis debilidades e imperfecciones, pero también ha visto mis talentos y habilidades. Me acepta tal como soy y quiere transformar mi vida día a día.
La invitación de Jesús, “Síganme, y los haré pescadores de hombres”, resuena continuamente en mi corazón. Jesús me llama a seguirlo, a caminar junto a Él, a no perderlo de vista y a escucharlo. En mi proceso vocacional, he dedicado tiempo a la oración y al estudio de la Filosofía y la Teología. Sin embargo, la oración es la base que sostiene mi camino. A través de la oración, la meditación, la participación en la Eucaristía diaria, la adoración al Santísimo Sacramento y la reflexión sobre la Sagrada Escritura, encuentro la fortaleza necesaria para fortalecer mi encuentro con Jesús vivo, para conocerlo y desarrollar una relación más profunda con Él.
Seguir a Jesús requiere escucharle con atención en el silencio de la oración para aprender a ser como él y actuar de acuerdo con sus enseñanzas. La obediencia y la determinación son fundamentales en el seguimiento, porque confiamos totalmente en Él para hacer la voluntad de Dios, y lo seguimos con una decisión firme y consciente, entregándonos con libertad y fidelidad. Seguirlo no es solo acompañarlo, sino configurarme con Él, sentir su alegría, soportar con Él los sufrimientos de las pruebas y triunfar junto a Él.
Siguiendo a Jesús, he aprendido a confiar en él, a saberme amado por él, a amarle y a tenerlo como el centro de mi vida. También he aprendido que seguirlo requiere renunciar a mis deseos y prioridades personales para seguir su voluntad, así como el sacrificio de dejar atrás mis comodidades.
A lo largo de estos cinco años de formación en el seminario, he experimentado cómo Dios va transformando mi interior para vivir en mayor unión con Él. Dejando atrás las viejas costumbres y adoptando una vida nueva con Él. Cada día sigo escuchando su invitación a seguirlo, y sé que su gracia me basta para que haga de mi un pescador de hombres.
Kenneth Parsad
A mí me gustan mucho las Cartas de San Pablo ya que están llenas de un testimonio apasionado sobre sus convicciones personales y la profundidad teológica. Una de mis cartas favoritas es la Carta a los Gálatas. Unas de las palabras más emotivas se encuentran en el Capítulo 2 versículos 19-20, cuando en un momento de vulnerabilidad el declara una seguridad paradójica, “Pero en virtud de la Ley, he muerto a la Ley, a fin de vivir para Dios. Yo estoy crucificado con Cristo,y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí: la vida que sigo viviendo en la carne, la vivo en la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí.”
Sus palabras son tanto inspiradoras como un recordatorio de constantemente permitirle al Espíritu Santo trabajar a través de mí y de que yo debo entregarme ante Jesucristo. La vida sacerdotal es un continuo ‘entregarse totalmente’ in proceso necesariamente doloroso, pero profundamente significativo el cual yo deseo para mi en mis pequeñas formas. El acto humilde de la kenosis (vaciamiento de sí mismo) es al única manera de estar llenos con el Espíritu Santo y así convertirse en auténticos Alter Christus (Otro Cristo) para el Pueblo de Dios.
Sus palabras también brindan consuelo y seguridad la que me recuerda mi imperecedera identidad. Mi identidad no se basa en lo que yo creo que soy, no en lo que los demás creen que soy, ni en mis debilidades o inclusive de mis fortalezas. Mi identidad tiene sus raíces en como Dios me ve, en mi fe en El quien me ama infinitamente, aun en mi muerte.
Michael Weight
¡Esta es una elección muy difícil! Sin embargo he sido forzado (en un sentido que explicaré más adelante) a seleccionar a Juan 4:16-19. “ Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él. En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo. En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor. Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.” Cada decisión que se toma es por temor o por amor. El temor es inherentemente paralizador y corrosivo mientras que el amor es intrínsecamente creativo; donde hay temor no puede haber amor y donde hay amor no puede haber temor. Es así que este pasaje sobresale para mí como un diagnóstico” La Palabra es consumida por temor ya que aun no ha sido perfeccionada en el amor. Entiendo que esto significa que el mundo aun no ha conocido a Dios y el temor es el retoño de la ignorancia. Esta realización el año pasado me ofreció una impresionante clara visión sobre lo que el sacerdocio y el discipulado verdaderamente son y me ha informado directamente sobre cada decisión que he tomado desde ese punto para adelante. Ya que este pasaje me ha consumido totalmente, me siento seguro al haberlo seleccionado como mi favorito.
Jaime Zuazo
El Camino de los pasajes de la Escrituras de Emaús siguen inspirándome en mi camino como seminarista. Dos discípulos iban de camino a Emmaus de Jerusalén cuando Jesús se les acerca, y ellos no lo reconocen. Jesús camina con ellos, explicándoles las Escrituras; ellos le piden quedarse con ellos y Jesús parte el Pan y sus ojos estaban abiertos. El Pasaje Bíblico me da la esperanza; me hace darme cuenta de que frecuentemente fallo reconociendo a Jesús, pero El camina junto a nosotros, El es paciente y sus explicaciones las realiza de manera en que podamos entender de lo que habla.
Yo como los dos discípulos de Emmaus; he sido lento en mi entendimiento; me ha tomado mucho tiempo darme cuenta de que Jesús siempre ha estado junto a mí en el camino. El ha utilizado a diferentes personas en mi vida guiándome y explicándome lo que la vida es. Cada año la vida en el seminario ha sido interesante y diferente. Cada semestre llevamos diferentes clases con diferentes profesores quienes tienen maneras de enseñanza similares y diferentes, pero todos comparten el compromiso y entusias-mo para compartir sus conocimientos y sabiduría. Mis profesores del seminario han sido fuente de inspiración y esperanza para mi vocación; han sido pacientes y me han entendido, ajustándose a nuestras necesidades y culturas específicas.
He aprendido a respetar y valorar a mis profesores del serminario, he aprendido a escuchar la voz de Jesús en sus lecciones y a encontrar en ellos su testimonio de vida. También he encontrado a Jesús en la disciplina de las lecturas de oración, las cuales llamo el arte de la lectura con la mente y el corazón.
Las clases académicas del seminario requieren de lucha lectura’ cada clase requiere numerosas cantidades de páginas de lectura de un día para el otro. La lucha constante para entender una lectura lleva al aprendizaje. Se siente bien el poder entender, el poder hacerlo con la mente y dejar que crezca en nuestros corazones.
También me he sentido como cuando los discípulos EMAUS le piden a Jesús permanecer con ellos cada noche. Durante mis años de formación como seminarista he tenido el privilegio de estudiar y compartir la vida en el seminario con diferentes seminaristas de diferentes partes de los Estados Unidos y de otros países, de diferentes edades y culturas. Hemos sufrido, reído y llorado juntos. Jesús ha estado siempre caminando junto a mí tan cerca que a veces pasa inadvertido. Mi corazón está lleno de su ardiente deseo conforme aprendo de mis profesores en el seminario, y descubro la sabiduría en un libro con la ayuda de un hermano seminarista.
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