'Va a entrar el Rey de la Gloria' Fiesta de la Presentación del Seņor en Catedral

Friday, Feb. 18, 2011
'Va a entrar el Rey de la Gloria' Fiesta de la Presentación del Seņor en Catedral + Enlarge
Una feligres de la Catedral de la Magdalena coloca la imágen del Niņo Dios para que esta sea bendecida durante la celebración de la Fiesta de la Presentación del Seņor.
By Special to the Intermountain Catholic

Por el Reverendo Elezear Silva

Especial para el Intermountain Catholic

"¡Portones alzad los dinteles! Que se alcen las antiguas compuertas: que va a entrar el Rey de la Gloria" (Sal 23,7). Con estas hermosas palabras, el salmista esbozó una promesa que llenaba de esperanza al pueblo de Israel: algún día, las antiguas y decoradas puertas del santo Templo de Jerusalén se habrían de abrir para que por ellas entrara Dios Altísimo en persona. Esta promesa se vio colmada el día en que Jesús, el Niño Dios, en brazos de María su madre y acompañado de José, su padre en la ley, traspuso los dinteles de las puertas del santo Templo para su presentación. Cuarenta días después de su nacimiento, el primogénito varón había de ser presentado y consagrado al Señor. Con esta idea en mente, la Sagrada familia se encaminó a Jerusalén sin saber que lo que en realidad sucedía era el cumplimiento de la promesa de que Dios mismo entraría en su Templo. De esto dieron testimonio los profetas Simeón y Ana, quienes movido por el Espíritu Santo reconocieron a Jesús niño como Dios que por fín llegaba a su Templo (Lc 2,22-40).

La Fiesta litúrgica de la Presentación del Señor que se celebra el día dos de febrero, cuarenta días después de Navidad, es la conmemoración de aquel portentoso día en el Templo de Jerusalén. Las primeras expresiones de esta fiesta provienen de la iglesia de Jerusalén, que ya en el año 386 de nuestra era la celebraba. Por ahí del año 450 se incorporó a esta fiesta una procesión con velas (candelas), para hacer una profesión pública de fe en Jesús como Luz del Mundo. Por eso se lo conoce como La Candelaria, es decir, la fiesta de las velas. El sentido de esta hermosa procesión era recordar el encuentro de Simeón con el Dios Niño a quien reconoció como "La Luz que alumbra a las naciones y gloria de su pueblo, Israel" (Lc 2,32). Los cristianos, en procesión con velas en las manos, caminan hacia la celebración de la Misa, donde se encuentran con Jesús, Dios Hijo, en la Eucaristía. Esto lo hacen como un signo de la esperanza gozosa de encontrarse algún día, en el Templo del cielo, con el Rey de la Gloria, Jesús, la Luz del Mundo.

La tradición de la veneración de Jesús Niño Dios, llegó a las Américas desde la primera evangelización del continente realizada por los frailes franciscanos, dominicos, agustinos y carmelitas. Ellos trajeron la imagen de María Santísima con el Divino Niño en brazos, las tradiciones del Belén o Nacimiento navideño, y por supuesto la Fiesta de la Presentación del Señor o Candelaria, que también era conocida como de la Purificación de María. Esta fiesta arraigó entre los indígenas quienes comenzaron la veneración del Niño Dios con grandes festejos populares. Dado que las imágenes que se conocieron eran "de vestir", una parte significativa de la fiesta consistía en poner al Divino Niño un hermoso y bien decorado traje nuevo, que reflejara su divinidad, para luego ser llevado por sus padrinos a ser presentado en el templo.

Sobreviven hasta nuestros días varias expresiones del amor por el Niño Dios en la Fiesta de la Presentación. Quizá la más conocida en México es la del "Niño Pa" del pueblo de Xochimilco en la Ciudad de Mé-xico. Una hermosa imagen de Jesús Niño, de madera estofada, que luce sus tres potencias en la cabeza. Muy venerado y querido por el pueblo, es custodiado por sus Mayordomos, quienes se encargan de organizar su fiesta el 2 de febrero de cada año. La Mayordomía es una institución llegada de España como expresión del esfuerzo de los laicos del cuidado, propagación y conservación de la fe católica, sus tradiciones y devociones. Los mayordomos visten al Niño Divino y lo acompañan como José y María al templo parroquial, y luego lo festejan, como Simeón y Ana. Esta tradición se ha celebrado durante 430 años ininterrumpidos en Xochimilco.

Existen otras expresiones similares como la del Niño de Belén, también en Xochimilco, el Santo Niño de la Salud, en Morelia Michoacán, el Santo Niño de Atocha, en Plateros Zacatecas o el Santo Niño Doctor, en Tepeaca Puebla. En otros pueblos de América Latina se encuentran expresiones similares como la de los Niños Cuzqueños en el Perú. Se trata de representaciones del Divino Infante con rasgos muy característicos de la zona. La devoción al Santo Niño de Colombia y la del Santo Niño de Praga, ocupan también un lugar especial en nuestra vida devocional. Y bueno, qué decir de los hogares católicos latinoamericanos, en los que no falta un crucifijo, una imagen de la Virgen Santísima y un Niño Dios.

La expresión vigente de esta tradición en México, y entre los inmigrantes en Estados Unidos, consiste en la invitación de una pareja de padrinos para el Niño Dios de un hogar antes de las fiestas navideñas. Estos serán los encargados de arrullar al Niño en la Nochebuena, y de colocarlo en el nacimiento después de darlo a besar, es decir, a adorar, a todos los presentes. Esta función se ejerce durante tres años. Luego se sigue con la tradición de la rosca de reyes, en la que se esconden una o varias figuras del niño para ser encontradas por los que el Niño Dios escoge para servirle de padrinos en su Fiesta de la Presentación. Estos segundos padrinos patrocinan la fiesta con los tradicionales tamales. Los padrinos principales visten al Divino Infante para ser presentado en el Templo. Este traje es muy significativo, pues expresa la fe y devoción en Cristo como Señor, Rey y Dios de nuestras vidas. Algunos trajes famosos del Divino Niño son: El Niño de las Palomitas, un traje blanco con túnica y capa, adornado por figuras de palomitas blancas. El Niño de la Merced. un hábito color lana con túnica, escapulario y capa con el escudo de la Orden de la Merced en el pecho. El Niño de la Salud, un traje amarillo-dorado con túnica, capa, cetro y corona. El Santo Niño de Atocha, con traje de túnica azul, esclavina y sombrero café con un bastón para el camino. También se lo viste de Pontífice, con alba, capa, estola, mitra y báculo para significar que Jesús es el Señor y Obispo de nuestras vidas, de sacerdote, del Sagrado Corazón, de Cristo Rey, o con el hábito de san Francisco, el Carmen, santo Domingo, o simplemente como un bebé.

Continuando con esta bella tradición, el pasado domingo 30 de enero, en anticipación a la Fiesta de la Presentación del Señor, se llevó a cabo la bendición y veneración del Niño Jesús en las Misas en español en la Santa Iglesia Catedral de la Magdalena. Los fieles portaron las benditas imágenes del Niño ataviado con su traje nuevo, mismas que fueron colocadas en el presbiterio para ser honradas. Se les incensó durante las incensaciones del altar en el canto de entrada y de ofertorio. Al finalizar la Santa Misa, antes de la bendición final, se pronunció la oración de bendición sobre las imágenes y los nuevos trajes, que fueron rociados con agua bendita. Se invitó luego a los fieles a colocar estas imá-genes con mucho respeto en un sitio digno de su hogar. Esto para simbolizar la importancia que Jesús, Dios Hijo hecho Hombre, tiene en la vida del Cristiano.

Como lo narra el Evangelio de San Lucas, los fieles de nuestra Catedral conmemoraron la escena de la entrada de Jesús Luz del Mundo en el Templo de Jerusalén. Así continúa resonando en nuestros corazones la promesa del salmista de que un día Dios Altísimo entraría en persona en su templo. Que Jesús nuestro Señor y Dios de la Gloria nos abra un día a todos las puertas de su templo del cielo.

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