Traducción: Laura Vallejo
MOAB — El 6 de agosto amigos y buenos deseos de California, Montana, Minnesota, Salt Lake City, West Valley City, Monticello, Colorado así como desde Nigeria llenaron la Iglesia de St. Pius X en Moab para la cele-bración del 25 avo aniversario de ordenación sacerdotal del padre Rowland Nwokocha.
El padre fue ordenado al sacerdocio el 2 de agosto de 1997 en Nigeria, en donde sirvió en varios ministerios para la Diócesis de Okigwe, para después llegar a los Estados Unidos. Realizó ministerio en la Arquidiócesis de Los Ángeles por tres años, para entonces arribar a la Diócesis de Salt Lake City el 1 de junio del 2013. El padre ha servido como vicario parroquial de la parroquia de St. Ambrose y como capellán de hospitales en el área de Salt Lake City antes de ser asignado a l aparroquia de St. Pius X y de St. Joseph en Monticello.
El obispo Oscar A. Solis, presidió la Misa del 6 de agosto. Concelebrando estuvieron el padre Nwokocha, el padre Albert Kielo, ALCP, párroco de la Iglesia de St. Anthony of Padua en Helper; el padre Augustine Obasi, un compañero de seminario del padre; el padre Chris Ikeh, amigo del padre; y el padre Christopher Nwaele, un amigo del padre quien es párroco de la Iglesia de St. Mary en Grand Junction, Colorado. El diácono Dale Di-llon asistió la Misa.
Entre los invitados en la Iglesia estuvo alguien muy especial: la mamá del padre Nwokocha, Gladys quien llegó dese Nigeria para la ocasión.
El Obispo Solis reconoció a Gladys Nwokocha, llamándola al frente y agradeciéndole “por darnos a su hijo ante nuestro amoroso Dios para el servicio de la Iglesia.”
Durante su homilía el padre Nwokocha también reconoció a su mamá como un instrumento esencial para su vocación. El padre ingresó al seminario cuando tenía 12 años de edad, y a su regreso a casa después de su primer año, le dijo a su mamá que no seguiría ya que no había suficiente comida. Su mamá le dijo que hablarían de eso. Una semana antes de que comenzara el siguiente año escolar, le preguntó por qué no podía soportar el hambre como los demás en el seminario, incluyendo a quienes eran más chicos que él.
“Sus palabras se sintieron como un reto, y nunca más me volví a quejar,” dijo el padre Nwokocha. “Regresé al seminario preparado para enfrentarme a los retos de la formación en el mismo.”
El sacerdocio es “un llamado de Jesús,” dijo el padre Nwokocha. “Jesús nos llama a un compromiso total. Llama a ciertos hombres a pararse en Su lugar y a seguir dándo sus vidas al servicio de los demás. Un sacerdote es de 24 horas al día.”
Notando que la lectura del Evangelio de ese día, Jesús le dijo a sus a sus discípulos que no tuvieran miedo.
Sin embargo, “todos siempre tenemos miedo,” dijo el padre Nwokocha. “Tenemos miedo del sufrimiento. De la muerte, del juicio de Dios, o de ser malentendidos o no amados. La lectura del Evangelio me recordó las lágrimas de mi mamá cuando me dieron la visa americana.”
Su mamá estaba feliz de que el padre iría a los Estados Unidos para continuar sus estudios, pero “tenía miedo de que yo dejaría el sacerdocio ya que conocía a algunos sacerdotes que renunciaron cuando llegaron aquí por sus estudios o de misiones,” dijo el padre Nwokocha.
Estudió en la Universidad de Mary Mount Loyola en California, donde obtuvo una maestría en bioética, también curso un programa sobre educación clínica pastoral en dos hospitales.
Cuando llegó a Utah, tenía miedo de la nieve ya que solo la había visto en fotografías. Sin embargo, “he llegado a disfrutar de Utah desde mí llegada en el 2013. Utah tiene muchos hermosos parques nacionales, y me siento como en casa ya que me gustan mucho los paisajes,” dijo el padre.
El padre dijo estar muy contento en Moab, pero “lo único que me asusta es el primer domingo de mes, cuando tengo que manejar 320 millas,” para servir a las parroquia y misión de Sacred Heart en La Sal.
“La Buena nueva hoy es que la fe es la respuesta al miedo. Como Abraham, tengo fe en Dios y tengo la confianza de que mi mamá me apoya con sus oraciones,” dijo el padre Nwokocha. “También tengo confianza por mis amigos y mis feligreses quienes me mantiene en sus oraciones.”
Durante sus comentarios al final de la Misa, el Obispo Solis extendió su gratitud a su nombre y a nombre del Pueblo de Dios de la Diócesis para el padre Nwokocha. “Gracias padre Nwokocha, por su fidelidad y por su compromiso como siervo de Dios y como pastor y párroco,” dijo el Obispo. “Que Dios siga bendiciéndolo a usted y a su ministerio lleno de alegría y entusiasmo.”
El Obispo también agradeció a los miembros de la congregación y a los amigos del padre Nwokocha quienes estaban “detrás del éxito y fidelidad del padre Nwokocha ante el compromiso como pastor y como párroco.”
El Obispo Solis guió a la congregación en una bendición para el padre Nwokocha.
Después los miembros de la parroquia coordinados por Colleen Smith, ofrecieron una cena con cortes especiales.
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