Michael Courtney
Arquivista de la Diócesis de Salt Lake City
“Amadísimos trabajadores, la figura de José de Nazaret, cuya estatura espiritual y moral era tan elevada como humilde y discreta, ilumina nuestro encuentro. En él se realiza la promesa del Salmo: “¡Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos! Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien. (...) Así será bendito el hombre que teme al Señor” (Sal 127, 1-2). El Custodio del Redentor enseñó a Jesús el oficio de carpintero, pero, sobre todo, le dio el ejemplo valiosísimo de lo que la Escritura llama “el temor de Dios”, principio mismo de la sabiduría, que consiste en la religiosa sumisión a él y en el deseo íntimo de buscar y cumplir siempre su voluntad. Queridos hermanos, esta es la verdadera fuente de bendición para cada hombre, para cada familia y para cada nación.” - Homilía del Santo Padre Juan Pablo II, 1 de mayo de 2000 en la Cele-bración del Jubileo de los Trabajadores en Tor Vergata (Roma)
Juan Pablo II dijo estas palabras en la festividad de San José el Obrero para recordarle a los creyentes que: “en el proyecto de Dios el trabajo aparece como un derecho-deber. Necesario para que los bienes de la tierra sean útiles a la vida de los hombres y de la sociedad, contribuye a orientar la actividad humana hacia Dios en el cumplimiento de su mandato de “someter la tierra”
Siguiendo el Proyecto de Dios, José de Nazaret enseñó a su hijo adoptivo Jesús, la importancia del trabajo y como este es un recurso que Dios les dio para no solo beneficiar a su familia sino a las personas de su comunidad. El modelo de San José el Obrero ilustrado en la homilía del San Juan Pablo II es uno que las personas de West Jordan han seguido desde que llegaron al área en 1960’s provenientes del cañon Brigham. Al paso del tiempo este modelo ha cambiado, pero los principios fundamentales del valor del trabajo y del beneficio propio, de las familias y de la sociedad, permanecen iguales.
El párroco fundador de la Iglesia de St. Joseph the Worker, el padre John Sullivan (más adelante monseñor) luchó por los derechos y dignidad de los trabajadores. El mes de abril de 1956, el padre Sullivan escribió al Reve-rendísimo. G. Duane Hunt, Quinto Obispo de Salt Lake City, para informarle que la Mina de Cobre Kennecott estaba discriminando a los trabajadores mexicanos. Después de leer la carta del padre Sullivan , el Obispo Hunt preguntó directamente al presidente de la mina Parnell Caulfield sobre las acusaciones realizadas. El Obispo Hunt le dijo a Parnell que “puesto que muchos de los mexicanos son Católicos, esto me preocupa mucho.” Caulfield le aseguró al Obispo Hunt que el padre Sullivan malentendió una conversación de un representante de la mina y la compañía no discriminaba a nadie por su origen. El padre Sullivan dijo que no malentendió la conversación con Kennecott y que “estaba dispuesto a dar juramento sobre la verdad de sus palabras.” Al final la respuesta de Caulfield satisfizó al Obispo Hunt.
El padre Sullivan utilizó las herramientas y talentos que Dios le dio para defender el bienestar de los trabajadores. Los primeros feligreses de St. Joseph the Worker utilizaron los dones que Dios les dio para la construcción de la primer Iglesia. En 1964 los mineros de la compañía Kennecott se pusieron en huelga. Durante este tiempo, estaba por comenzar la construcción de la misión de St. Joseph the Worker. Las personas en huelga decidieron que mientras estaban en ella, donarían su tiempo para la construcción de la Iglesia, aunque el padre Sullivan ofreció pagarles.
Ya que estos voluntarios no trabajaban en la cons-trucción, el erguir la Iglesia conllevo varios retos. Los mineros los sobrellevaron con aplomo. De acuerdo con ‘Something Beautiful for God: New Worship and Welcome Center for St. Joseph the Worker Catholic Church’, “ para formar los arcos base ellos los construyeron en el piso en dos partes, luego los alzaron con una grúa y rápidamente los unieron. Para esto, ellos eligieron a un pequeño trabajador de 19 años de edad, quien se montó en la grúa. Este es un ejemplo único de como desarro-llaron y aplicaron métodos de construcción.”
Otro problema surgió antes de la dedicación de la Iglesia. Esta necesitaba Estaciones de la Cruz y un crucifijo diseñado en Italia, los cuales no llegarían a tiempo para la primer Misa. Los hombres encontraron una solución a estos problemas. Primero, buscaron el crucifijo de su anterior parroquia Immaculate Conception en Co-pperton, y lo transportaron en una camioneta sobre sus regazos. Después colocaron tela purpura para las Estaciones de la Cruz.
El 16 de mayo de 1956 el Reverendísimo Joseph L. Federal, sexto Obispo de Salt Lake City, dedicó la misión de St. Joseph the Worker. Para los trabajadores esta “les dio un profundo sentido de pertenencia comunitaria… La terminación de la Igelsia fue un símbolo tangible de su fe y santa comunidad”. (Something Beautiful for God).
El día de hoy, el compromiso al trabajo y su valor para la comunidad parroquial siguen.
El 1 de mayo del 2012, para la celebración del 1er aniversario de la bendición de la nueva estructura parroquial, la Iglesia tuvó un servicio de oración para los trabajadores honrando a su santo patrón. El tema se centró en la dignidad del obrero. El servicio de oración incluyó la inauguración de un mural de Dorothy Day y una presentación por Judy Barnett, directora de comunicación de Utah AFL-CIO . La parroquia también nombró a su banco de alimentos en honor de Dorothy Day. El padre Patrick Carley, párroco explicó que Day, “defendió las causas de los pobres, los indigentes y de las personas privadas de derechos.”
Durante el servicio Barnett expresó su gratitud hacia las uniones laborales: ya que estas hacen que existan jornadas de 8 horas, que haya pagos por horas extra, que exista un ambiente seguro de trabajo y que no haya discriminación. Más aún, para Barnett a manera personal el capítulo local de AFL-CIO la apoyo mientras trabajaba como madre soltera.
Los cimientos de la parroquia de St. Joseph the Worker están firmemente puestos en las enseñanzas Católicas sobre el trabajo en la imagen de San José como el obrero ideal. Tal como San José lo hizo hace más de 2,00 años, la comunidad parroquial ha usado el trabajo para mejorar su Iglesia, comunidad y el mundo, con el entendimiento que la última teología del trabajo es llevar al pueblo con Dios.
Traducido por: Laura Vallejo
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