Aprendiendo a cocinar en Malawi con CRS
Friday, Oct. 16, 2015
Jean Hill
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Merla Moffat, quien vive en Malawi, describe la nutritiva comida que acaba de cocinar; este tipo de comidas ayudan a prevenir el desarrollo físico y cognitivo limitado en los niņos. IC Foto/Jean Hill
By Jean Hill
Director, Diocese of Salt Lake City Office of Life, Justice and Peace
Traducido por: Laura Vallejo
Merla Moffat de Malawi me enseñó a cocinar. Ella me enseñó a hacer ‘albóndigas’ de las entrañas de la calabaza y agregarles a un delicioso estofado que incluía hojas de calabaza, tomates frescos y otros ingredientes locales.
Elma Lazaro nos enseñó a empaquetar almuerzos nutritivos para niños de flores de calabazas, huevos y un poco de harina de soya o de maní. Salinda NGalale creo otro maravilloso platillo con huevos revueltos, cebollas fritas y tomates y cassava hervida.
Estas fueron solo tres de las mujeres que me enseñaron a mí y a los delegados americanos de Catholic Relief Services , a como solventar la mala nutrición en sus villas. Durante mi reciente viaje a África aprendí grandes recetas, pero aún más importante, pase tiempo con estas mujeres en sus villas pobres en Malawi en donde me convencieron de un hecho esencial – aun los pobres de los más pobres tienen el potencial de cambiar el futuro de una villa y de un país, con un poco de ayuda.
Esta verdad es reconocida y apoyada por nuestra Iglesia mediante el trabajo de Catholic Relief Services y sus filiales. CRS, la cual es la agencia internacional de ayuda de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, reconoce el potencial de las personas y trabaja con ellos desarrollando las habilidades de cada persona para realizar cambios significativos para promover la dignidad de sus vidas en sus comunidades.
En Ulogwe una de las villas que visitamos, CRS trabaja junto con el Padre Mathew y un grupo de dedicadas monjas Sacramentinas proveyendo de programas de salud y nutrición. Malawi tiene una de los más altos índices de desarrollo físico limitado en el mundo – cerca de la mitad de los niños en ese país están afectados. El desarrollo físico limitado resulta de la mala nutrición crónica durante el embarazo de las mujeres y durante los primeros 1000 días de la vida del niño (del nacimiento a los 2 años de edad). Si no se trata durante esos dos primeros años, los niños sufren de discapacidades físicas y cognitivas irreparables las cuales afectan su capacidad de aprendizaje y de trabajo.
El Padre Matthew y las Hermanas Maria, Helen, Margaret y Ornella trabajan junto con los padres de familia del área que quieren que sus hijos estén sanos pero que cuentan con recursos muy limitados. Con la asistencia técnica y los fondos de CRS, el Padre Matthew y las Hermanas operan una clínica de salud y lactancia para mujeres y niños menores de 5 años de edad, así como programas nutricionales para madres.
En la clínica, se mide a los niños para determinar su estado de salud actual. A través de una serie de medidas, se determina si un niño está mal nutrido y cuan severa es su mal nutrición.
Para los casos más severos, la clínica brinda suplementos.
Las madres embarazadas o lactantes también reciben cuidados médicos, pero tal vez algo muy importante es que reciben entrenamiento en la preparación de alimentos para ayudar a alimentar a sus familias y terminar con el ciclo de la mala nutrición.
Nuestra delegación viajó a la villa de M’Bawa junto con las Hermanas para ver el programa nutricional en acción. Nos recibieron docenas de mujeres cantando y bailando quienes nos dieron la bienvenida a sus villas y compartieron sus conocimientos.
Mientras otros de los participantes ayudaban, cinco mujeres nos enseñaron 5 comidas completas que han aprendido a cocinar. Además Merla, Elma y Salinda Joyce describieron como hacer leche de soya de los frijoles de soya – un proceso que implica un mortero de dos pies de altura y un tejolote de 5 pies de largo – y Beatrice nos enseñó como ella hace ‘carne orgánica’ de chícharos. Las cinco mujeres orgullosamente y articuladamente nos dieron los pasos a través de las comidas nutritivas que preparaban con frijoles, yuca, papaya, nueces, hojas de maringa y otros más vegetales cultivados localmente. Estas mujeres también enseñan a otras personas las mismas lecciones, mejorando la salud de cientos.
El potencial de estas mujeres para salvar las vidas de los niños se incrementa con el trabajo de la Iglesia a través de CRS. No es solo CRS quien realiza el trabajo, somos s todos nosotros. CRS es nuestra Iglesia en acción y debemos de estar muy agradecidos de que nuestra enseñanza Católica está siendo practicada de manera activa entre las esquinas más pobres del mundo.
Para aquellos de nosotros en los Estados Unidos que no podemos viajar a Malawi para ayudar, hay muchas cosas por hacer en solidaridad global desde aquí. Para defender y para oportunidades de ayuda en el trabajo de nuestra Iglesia, únase a la campaña ‘Catholics Confront Global Poverty’ en www.confrontglobalpoverty.org
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