Traducción: Laura Vallejo
SALT LAKE CITY — El 2 de octubre las monjas del Convento Carmel of the Immaculate Heart of Mary tuvieron una causa especial para celebrar, no solo la festividad de una de sus santas más veneradas, sino también, el 70 avo aniversario de su llegada a Utah.
La celebración realizada en el monasterio ubicado en Salt Lake City incluyó una Misa presidida por el Obispo Oscar A. Solis. Concelebrando estuvieron Monseñor Colin F. Bircumshaw, vicario general; Monseñor J. Terrence Fitzgerald, vicario general emérito; así como varios sacerdotes diocesanos. El diácono Lynn Johnson fue quien ofreció la homilía. Entre los asistentes estuvieron miembros de la Congregación de las Hermanas de la Santa Cruz, miembros de la Orden Secular de las Carmelitas Descalzas, así como otros miembros del laicado.
Durante sus comentarios iniciales el Obispo Solis dijo que la reunión fue una maravillosa ocasión que celebrar no solo a Santa Teresa del Niño Jesús, “una Santa cuya vida sigue inspirando y animando almas que buscan seguir sus pasos,” sino también “70 años de frutos e innumerables bendiciones para la Iglesia,” que las Carmelitas nos han dado. Además, dos de las miembros fundadores del monasterio, la Hna. Margaret of the Sacred Heart y la Hna. Maureen of the Trinity, renovaron sus votos de obediencia, castidad y pobreza.
El 7 de diciembre de 1952, cinco Carmelitas llegaron a Salt Lake City procedentes de California para comenzar, en lo que su fundadora Santa Teresa de Ávila dijo “una gran aventura,” dijo el diácono Johnson en la Homilía.
El continuar con la divina aventura, “en ese entonces no fue fácil, y ahora tampoco lo es,” agregó el diácono notando que la vocación de Carmelita no es para todos, pero esta ha apoyado a otros en su camino a la santidad.
“Las Carmelitas existen en la Iglesia para ayudar a que los demás aprendan a vivir una vida centrada en Jesucristo,” dijo el diácono enumerando la “galería de santidad que la orden de las Carmelitas ha brindado al mundo: Santa Teresa de Ávila quien nos recuerda que Dios está junto a nosotros en nuestro camino; Juan de la Cruz, quien nos enseña que la obscuridad es la preparación para una gran luz; Santa Benedicta de la Cruz, anteriormente Edith Stein, una convertida del judaísmo quien falleció en 1942 en Auschwitz, y quien nos urgió dejar nuestros planes a un lado ya que nuestra vida pertenece a Dios.”
El diácono también habló de otros Santos Carmelitas: el padre Titus Brandsma, quien recientemente fue canonizado; los mártires de Copenhague, y Santa Teresa del Niño Jesús cuya festividad se celebró ese día.
El diácono Johnson dijo que todos los Católicos están llamados a la santidad, pero no todos están llamados a ser como San Bernardo de Clairvaux, con sus 12 pasos a la humildad; ni tampoco la mayoría de las personas son capaces de ir a todos los lugares descritos por Santa Teresa de Ávila, sin embargo Santa Teresa es un modelo de vocación para todos.
“El amor fue tanto su vocación especial como la vocación universal para todos. Si es que existiera un secreto pata la vocación de Santa Teresa, creo que es que ella vio que Dios tiene un corazón de padre.
Y al crecer en un hogar lleno de cariño, ella sabía que un buen padre ayuda a sus hijos. Viendo claramente que Dios está lleno de amor infinito como un buen padre, ella se dio cuenta de que su pequeñez y sus debilidades atraerían la ayuda de un padre. Ella se dio cuenta que podía confiar en Dios ya que ella era su hija, ella era la hija del Padre. Así es que en la practica seguimos el ejemplo de Santa Teresa cuando ponemos en acción, de manera pequeña o grande el estudio, trabajo, descanso, placer, en donde sea que Dios nos haya colocado, y que lo hagamos con amor por Dios. Ese es. Y si eso suena muy simple, quiero compartirles un secreto esta mañana, que estas Carmelitas y que cada comunidad de Carmelitas en el mondo sabe y entiende: Dios camina entre los trastes y las cazuelas’, citando a Santa Teresa de Ávila.”
El diácono concluyó su homilía agradeciendo a las Carmelitas “por 70 años en los que han orado, sacrificado y recordando a todos nosotros , conforme se hincan ante el maestro del hogar, nuestra Eucaristía.”
Al final de la Misa, la abadesa del monasterio la Madre Theresa Bui dijo que las Hnas. Margaret Mary y Maureen, aun recuerdan esa noche del 7 de diciembre de 1952, cuando llegaron a Utah, en donde fueron recibidas con muchos amor por parte del Obispo Hunt. Ellas inmediatamente sintieron el profundo vínculo con el Pueblo de Utah. Ese fuerte vínculo de amor y de oración a nombre de las personas de Utah sigue intacto. De hecho, al paso de los años se ha incrementado, y todas, las generaciones de hoy en día, valoramos nuestro pasado, y seguiremos llevando nuestra misión en Utah.”
Las Carmelitas agradecen a los sacerdotes quienes las han cuidado espiritualmente y a los amigos y benefactores del monasterio, “quienes nos han permitido vivir una vocación de contemplación,” dijo.
Como un gesto de agradecimiento y de oración, los asistentes recibieron una rosa hecha a mano por las Carmelitas.
“Cada vez que sostengan esa rosa en sus manos recordarán imitar la ‘Pequeña Forma’, de Santa Teresa,” dijo la Madre Therese.
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