Derraman lágrimas de gratitud durante la celebración por el retiro del padre Díaz

Friday, Jul. 15, 2016
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El padre Diaz saludando a los asistentes a la celebracón en honor de su retiro.
By Marie Mischel
Intermountain Catholic

Traducido por: Laura Vallejo
FILLMORE — Un crucifijo, velas y un altar transformaron el salón social de una Stake house en Fillmore para que el 10 de julio una Misa con cerca de 200 personas de todo Utah se reunieran para honrar el padre Hernando Díaz, conforme este se prepara para su retiro.
Desee Wendover y Tooele, Fillmore, Richfield, Beaver y Ephraim, Salt Lake City, Midvale y Kearns, antiguos y actuales feligreses de las varias parroquias en donde el padre ejerció su ministerio llenaron el salón social.
“Gracias por estar hoy aquí. Su visita…el venir a verme cara a cara - esto significa mucho para mí,” dijo el Padre Díaz mientras recordaba su historia como sacerdote al llegar a Utah de su natal Colombia, en donde fue ordenado al sacerdocio en 1971. Durante 32 años sirvió en la diócesis de Salt Lake City.
El padre dijo que su asignación más difícil fue cuando sirvió en la parroquia de Saint Elizabeth en Richfield con la misión de St. Jude en Ephraim y St. Anthony of the Desert en Torrey y San Juan Diego en Gunninson, y también sirviendo a la prisión de Gunninson.
El padre dijo que su servicio ahí implicó muchas millas manejadas; con su actual asignación como párroco de la iglesia de St. Bridget en Milford, con residencia en Sr. John Bosco en Delta, son 110 millas a Salt Lake City; a Milford 75 millas cada vez, a Filmore otras 75 de viaje redondo.
El padre ha entablado grandes amistades en todos los lugares en donde ha servido, y a crecido con ellos.” Los quiero con todo mi corazón, en donde quiera que se encuentren. Mi mente está llena de gratitud. Mi corazón está lleno de amor y mi vida tiene grandes esperanzas de que seguiré con mi trabajo.”
Aun así, dijo que está listo para su retiro. “He sido muy feliz. Nunca he tenido dudas sobre la dignidad del sacerdocio y sobre la importancia de mi trabajo; ayudar a las almas, ayudar a las familias… gracias a Dios por enviarme como misionero en la tierra.”
La primera cosa que hará en su retiro, el cual es oficial a partir del 1ero. de agosto, es visitar a su familia en Colombia. A su regreso se mudará a Salt Lake City en donde espera poder ayudar a los demás sacerdotes cuando sea necesario. “El día que dejamos de movernos, ese día comenzamos a morir,” dijo el padre Díaz.
Mick Figueroa de Fillmore expresó su gratitud hacia el padre Díaz por haberlo ‘salvado’ y ayudarlo a regresar a la iglesia, “Me ayudó en todo el proceso… y ahora un año después, el 1ero,. De febrero, pude recibir los Sacramentos,” dijo Figueroa con mucha emoción en sus palabras.
Ken Harper, de Midvale, recordó la ‘seguridad espiritual’ del padre Díaz, y se dijo muy orgulloso de poder llamarlo su amigo.
“Padre, le quiero decir que ha sido un verdadero placer y un honor el haber trabajado y el haber servido con usted,” dijo Sara Martínez, quien le presentó una placa al padre Díaz. “Nunca lo olvidaremos. Lo vamos a extrañar, pero siempre estar en nuestros corazones…no se olvide de orar por nosotros.”
Antonia Alemán leyó un poema que escribió sobre las manos sacras de los sacerdotes las cuales ‘alzan la Comunión y perdonan los pecados’. Terminó agradeciendo al padre Díaz ‘por sus manos santas’.
Debido al ánimo que el padre Díaz le dio a Leonard Reynolds este pudo bendecir su matrimonio en la iglesia; el padre fue reasignado antes de que el proceso concluyera así que “esta es la primera vez que el padre me ha dado la Comunión,” dijo Reynolds agregando que este fue un gran momento en su vida.
“Estamos hoy aquí porque usted ha sido más que un sacerdote para nosotros,” dijo Martin Alvarado, de la comunidad de Santa Margarita. “Usted nos enseñó a ser bondadosos, usted nos enseñó a servir y a ser comunidad.”
Sandra Barrera Beckstrand, quien también es de Colombia, dijo con lágrimas corriendo sobre su rostro que considera al padre Díaz como un miembro de su familia y “le agradezco a Dios por haberlo puesto en nuestro camino. Lo voy a extrañar mucho y le doy gracias a Dios por usted.” 

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