La religión y sus muchas practicas pueden ser fuerzas de bien. La oración y el discernimiento engrandecen el proceso de decisión personal e ins-titucional al apoyarnos en el enfoque no solo en los pros y contras, sino en los principios más amplios tales como la dignidad de cada ser humano impactada por nuestras desiciones. Desafortunadamente los enseñanzas religiosas están frecuentemente distorcionadas para justificar el bien personal y a veces las maniobras políticas peligrosas.
Vemos esto por toda la nación. Por ejemplo, la cristiandad, ha sido distorsionada para apoyar la creencia de que la riqueza es un don de Dios y que los ricos son así moralmente superiores. Esta creencia se sostiene a pesar de el constante recordatorio en las Escrituras del mandamiento de Dios de ayuda al pobre y la enseñanza de Jesús de que “es más fácil para un camello pasar por el agujero de una ajuga que para una persona que es rica ingresar al reino de Dios.”
La riqueza no iguala la superioridad moral. En su lugar, nuestra moralidad se refleja en como usamos esas riquezas.
Ademas, cuando escucho a los predicadores hablando del Evangelio de prosperidad llamando a más religión en la vida pública, temo que las distorsiones de la fe preva-leceran, dándo a los líderes políticos una cubierta pseudo religiosa a los actos inmorales, o a la mala política pública que favorece los intereses especiales de los ricos sobre el bien común. Usar la religión para justificar las pólizas que castigan a las personas por ser pobres basándose en algunas creencias de que la pobreza, es un signo desfavorable de Dios, no cambiará la dirección de nuestra nación en cuanto a que las enseñanzas Católicas deben apoyar. En su lugar, nuestra fe nos pide que juzgemos las desiciones políticas por el impacto sobre los pobres entre los humanos.
Cualquier persona de fe que viva en un estado con mayoría religiosa, bien sea que la religión es la Iglesia de oso Santos de los Ultimos Días, los Católicos, o Evangélicos, se entiende los aspectos negativos y positivos de la religión en la vida pública. El abuso de la religión puede crear un nivel de división y desconfianza en las comunidades que llevar décadas para por lo menos reponerse.
De otra manena, hablamos como diócesis sobre los temas políticos que ponen una perspectiva moral sobre la mesa, que de otra manera, solo servirían intereses económicos. Nuestra voz Católica en apoyo de la reforma migratoria, la restauración de la justicia, la priorización de sacar de la pobreza a las personas, y de proteger los derechos de las personas de fe para proteger sus creencias resultan críticos. Pero decir que la mayoría religiosa en este país en cualquier momento debe de ser permitida para forzar a que los niños en escuelas públicas rezen en una religión determinada, o determine cuales residentes merecen ser tratados con dignidad, puede ser extremadamente detrimental para la libertad religiosa a largo plazo. Hablar con la verdad ante el poder es un papel de las varias religiones en nuestra nación, el ser, el poder es un juego totalmente diferente al que nos debemos de acercar con precaución.
El estado de Utah demuestra como la religión puede trabajar en la esfera pública, y como evitar los errores. Hemos aprendido a traves de pruebas y errores, respetando las diferencias entre nuestros residentes, sea que estas diferencias sean religiosas, culturales o basadas en la orientación sexual u otras características. Nuestro estado, junto a otros más ha tenido substanciales mayorías religiosas en posiciones de liderazgo público, puden enseñar al resto de la nación mucho acerca de los peligros de imponer una religión en todos los residentes y beneficios para asegurar el derecho a vivir nuestras creencias a lo largo del espectro religioso.
Como lo ilustra Utah, es cuando acojemos nuestras diferencias y buscamos aprender de los demás hablando fielmente y con los oídos abiertos, que florecemos.
Jean Hill es la directora de la Oficina de Vida, Justicia y Paz de la Diócesis de Salt Lake City. Puede ser contactada en jean.hill@dioslc.org.
Traducción: Laura Vallejo
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