Dios nos ha dado la bendición de ver la luz al final del túnel, tan necesaria después de las muchas dificultades y sufrimientos que hemos pasado durante los últimos meses por la pandemia del coronavirus. El gobierno ha quitado restricciones en cuanto al uso de mascarillas y al distanciamiento social, y la disponibilidad de las vacunas COVID-19, nos han permitido regresar a una ‘nueva normalidad’ en nuestras vidas.
Comenzamos a ir hacia adelante a tiempo para la celebración del Memorial Day, cuando como nación nos detenemos para que las familias, familiares, amigos y compañeros puedan pasar un tiempo juntos visitado los cementerios, recordando, orando y honrando a los valientes hombres y mujeres en el servicio militar quienes dieron sus vidas por nuestra nación para que nosotros podamos disfrutar de los dones de Dios de paz, justicia y libertad.
Hace cerca de un mes, ví en las noticias una escena de militares tanto hombres y mujeres llegando al aeropuerto, procedentes de Afganistán. La reunión con sus familias fue un momento muy emotivo, ver la sobrecogedora emoción y alegría de sus cónyuges e hijos, brincando, besándose, y abrazándose dándoles la bienvenida a su hogar.
Mientras veía esto, me vino a la mente quienes todavía están de servicio arriesgando sus vidas, sin pensar en el peligro, y también recordé la experiencia de aquellos desafortunados quienes murieron en el frente y no van a regresar con sus familias. Qué experiencia tan contrastante de dolor y pesar.
El Memorial Day no solo es solo una importante celebración nacional, este día nos recuerda el precio de la libertad y paz que ahora disfrutamos y el legado de inspiración de los hombres y mujeres en el servicio militar. Para nosotros este es un momento especial de enseñanza acerca del heroísmo y el valor del sacrificio y amor por nuestro país, por el cual ellos lucharon y murieron. También es un recordatorio del mal de la guerra y del conflicto, y de la importancia de las enseñanzas de nuestra Iglesia sobre la cultura de vida y la cultura de la paz.
San Ambrosio, uno de los padres de la Iglesia dijo: “Los hemos amado durante la vida; no los abandonemos hasta que los hayamos conducido con nuestras oraciones a la casa del Señor.”
Con este espíritu, los invito a acudir a la Misa del Memorial Day a celebrarse el lunes 31 de mayo a las 9 a.m. en el Cementerio Católico Mount Calvary 4th Avenue and T Street, Salt Lake City. Unámonos para recordar, orar y confiar a Dios todas las almas de nuestros hermanos y hermanas del servicio militar que han fallecido. Que sus acciones desinteresadas y heroicas nos enseñen a ser agradecidos, inspirándonos y recordándonos nuestra responsabilidad en la construcción de un mundo mejor de paz, justicia para nuestra generación y para las que vienen. Que descansen en paz.
Traducción: Laura Vallejo
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