El Obispo Solis guía peregrinaje a al Basílica de Nuestra Seņora de Guadalupe en México
Friday, Aug. 29, 2025
Foto Cortesía Padre Gustavo Vidal
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El Obispo Oscar A. Solis, acompaņado por varios sacerdotes diocesanos, se embarcaron en un peregrinaje a México la Segunda semana del mes de agosto, para consagrar la Diócesis de Salt Lake City ante Nuestra Seņora de Guadalupe. Aquí en la Capilla del Rosario en Puebla México
By Laura Vallejo
Intermountain Catholic
(Nota editorial: El mensaje del Obispo Solis sobre este peregrinaje fue publicado en la edición del 15 de Agosto del Intermountain Catholic)
SALT LAKE CITY — El Obispo Oscar A. Solis, acompañado por varios sacerdotes diocesanos que realizan ministerio en Utah, se embarcaron en un peregrinaje a México la segunda semana del mes de agosto, para consagrar la Diócesis de Salt Lake City ante Nuestra Señora de Guadalupe
“Este ‘Peregrinaje de Jubileo’ fue un evento espiritual en el que los sacerdotes dioce-sanos fortalecieron su compromiso de servicio a los fieles y renovaron su fe,” dijo el Obispo Solis.
La consagración, la cual se realizó el 13 de agosto en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe en la ciudad de México fue transmitida en vivo tanto en el canal de YouTube de la Basílica como en la página de Facebook de la diócesis en donde miles de fieles se unieron a la distancia.
Entre los sacerdotes que se embarcaron en este peregrinaje estuvieron tres de los cinco decanos de la diócesis a los que se les realizaron algunas preguntas sobre su experiencia.
Muy Reverendo Jose Emilio (Joshua) Santos, Decano de la Decanatura del Noreste y párroco de la Iglesia de Saint Joseph en Ogden
¿Qué fue para usted el haber podido participar en este peregrinaje?
Honestamente al principio me costó la idea de unirme a este. Me sentía cansado, abrumado por las tantas responsa-bilidades en la parroquia, e inseguro de contar con la fuerza necesaria para ir. Pero con el espíritu de obediencia a mi Obispo dije ‘Si’ ofreciéndolo al Señor como un pequeño acto de fe y humildad. Ahora reflexionando en este, solo puedo dar las gracias a Dios por haberme dado la gracia de esta decisión.
El haber sido parte de este peregrinaje fue un profundo don. Aprendí que este fue algo histórico nunca antes 29 sa-cerdotes de la Diócesis de Salt Lake City se habían reunido para realizar un peregrinaje como este. Realmente fue un honor haber formado parte de este momento, el estar hombro con hombro con mis hermanos sacerdotes en oración, en fraternidad y en una alegre comunión. Me recordó al Salmo 133: ‘La bienaventuranza del amor fraternal.’
Fue un privilegio el conocer más profundamente a mis hermanos sacerdotes, no solo como compañeros en la viña sino como familia. Nos reímos. Oramos. Compartimos nuestros corazones. Me llene de alegría. Regresé con un amor al sacerdocio renovado, tanto por mis hermanos sacerdotes como por el pueblo de Dios al que servimos.
¿Cuál fue uno de los momentos que más lo impactó durante el peregrinaje?.
Uno de los momentos que más me impactó se centró en dos comidas compartidas.
La primera y más sacra fue la Santa Eucaristía, celebradas en las hermosas Iglesias en Puebla México, el concelebrar la Santa Misa con el Obispo y con mis compañeros sacerdotes en esos lugares santos, especialmente en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe. Fue una sensación como de estar en el cielo. Allí Cristo, Nuestro Eterno y verdadero Pan de vida, nos nutrió con su Cuerpo y Sangre, uniéndonos en un solo presbiterio, una Iglesia, una familia. Este fue la oportunidad en donde también eleve mis oraciones e intenciones por el Pueblo de Dios al que sirvo en nuestra diócesis.
La segunda fueron las simples pero alegres comidas que compartimos en los hoteles y restaurantes. No fue la comida lo que las hizo memorables, sino las risas, las historias, la fraternidad. Esos momentos fueron profundamente humanos y espirituales profundo, ecos de las comidas del Evangelio que Jesús compartió con sus discípulos. Mi corazón se llenó de gratitud, y mi cariño por mis hermanos sacerdotes se profundizó con esas conversaciones.
¿Cuál fue su sentimiento al estar consagrando la diócesis en la Basílica de Guadalupe?
No existen palabras suficientes para describir ese momento de Gracia. Me llené de alegría y reverencia.
Primero asumí que celebraríamos la Misa en la capilla, pero se nos otorgó el extraordinario privilegio de ofrecer el Santo sacrificio de la Misa en el altar principal de la Basílica. El estar allí con el Obispo y mis hermanos sacerdotes, levantando la Eucaristía en el mismo lugar en donde Neutra Señora se le apareció a San Juan Diego, fue un honor que no puedo describir.
El acto de consagrar la Diócesis de Salt Lake City ante Nuestra Señora de Guadalupe fue muy conmovedor. Sentí un peso sacro hacia la consagración a nombre de nuestras parroquias – St. Joseph en Ogden, St. Florence en Huntsville, y de toda la diócesis. Hasta ahora sigo sintiendo escalofríos al recordar ese momento. Ofrecimos nuestras vidas completamente ante Maria, nuestra Madre, sabiendo que ella siempre nos guía hacia Su Hijo. Como nos enseña el catecismo “La función de María con relación a la Iglesia es inseparable de su unión con Cristo, deriva directamente de ella,” (CCC964). Fue en su manto que colocamos a nuestra diócesis.
¿Cuál es su mensaje para los feligreses de la diócesis con respecto a este peregrinaje?
A mis queridos hermanos y hermanas en Cristo,
No dejemos nunca de orar los unos por los otros. A través de la poderosa intercesión de Nuestra Santa Madre, Nuestra Señora de Guadalupe; sigamos en busca de la santidad y de llegar a ser los santos a los que Dios nos ha consagrado a ser.
Por favor oren por nosotros, sus sacerdotes; para que nunca los guiemos hacia nosotros sino a la cercanía del corazón de Jesús, el Dios Pastor. Oren para que permanezcamos siervos fieles, firmes en la alegría y en el sacrificio, hasta el día que el Señor nos llame al hogar.
Y que nosotros, sacerdotes y laicos por igual, caminemos en unidad, en caridad, y en santidad, bajo la mirada de nuestra Madre María siempre en busca de la voluntad del Padre.
Muy Reverendo Christopher Gray, decano de la Decanatura de Salt Lake y Rector de la Catedral de la Magdalena
¿Qué fue para usted el haber podido participar en este peregrinaje?
El ser parte de este peregrinaje fue profundamente conmovedor. Viajar con mis hermanos sacerdotes y nuestro Obispo- como individuos sino juntos como presbiterio- fue realmente un recordatorio de la unidad que compartimos en nuestra vocación. Fue también un símbolo visible de nuestra comunión con la Iglesia Universal, conforme visitábamos lugares muy centrales a la fe Católica de las Américas. Para mí, me siento como el ser parte de la historia viva de nuestra fe, ofreciéndola a nuestra diócesis en este año Jubilar como peregrinos de la Esperanza.
¿Cuál fue uno de los momentos que más lo impactó durante el peregrinaje?.
Uno de los momentos que más me impacto fue la Capilla del Rosario en Puebla. La belleza pura de esta- las paredes y techo completamente cubierto con oro me quitó el aliento. Pero aun más que el arte, lo que más me impacto fue como la fe y la artesanía se combinaron para glorificar a Dios. El estar allí me recordó que nuestra alabanza no solo son palabras y rituales; se trata de lo mejor que podemos ofrecer en cada expresión humana- la música, la arquitectura, la belleza. Apuntó mi corazón hacia el Cielo.
¿Cuál fue su sentimiento al estar consagrando la diócesis en la Basílica de Guadalupe?
Me resulta difícil ponerlo en palabras. El estar frente a la tilma de Nuestra Señora de Guadalupe y con nuestro Obispo. Consagrando a la Diócesis de Salt Lake City ante su cuidado maternal fue abrumador. Me sentí tanto diminuto como profundamente acogido. Pequeño porque me di cuenta de lo vasta que es nuestra Iglesia y lo lleno de humildad que es el confiar nuestro ministerio. Pero acogido porque en ese momento sentí la cercanía con Nuestra Señora- su protección, su intercesión y una confianza renovada en que ella camina entre y con nosotros.
¿Cuál es su mensaje para los feligreses de la diócesis con respecto a este peregrinaje?
Mi mensaje es este: No tengan miedo de ponerse en las manos de Nuestra Señora. Ella es una madre que siempre nos lleva a Su Hijo. En este año jubilar, cuando la Iglesia nos llama a ser Peregrinos de la Esperanza, llevemos esa esperanza a nuestros hogares, parroquias y comunidades. Lo que experimentamos en México- unidad, belleza, profunda fe – no se debe de quedarse allá. Es para inspirarnos aquí, para que nuestra diócesis siga creciendo como una familia de ge bajo el manto de nuestra Señora.
Muy Reverendo Omar Ontiveros, Decano de la Decanatura Wasatch y párroco de la Iglesia de Saint Francis of Assisi en Orem
El peregrinaje a la Basílica de Guadalupe fue una experiencia muy significativa para nosotros, los sacerdotes de la diócesis. Tuve el privilegio de participar en este camino junto a nuestro obispo, Óscar Solís, y fue mucho más que un simple viaje. Fue un caminar como sacerdotes, unidos en hermandad, para ir a pedirle a la Madre de Jesús por toda nuestra diócesis.
¿Qué fue para usted el haber podido participar en este peregrinaje?
Participar en esta peregrinación fue, ante todo, un acto de profunda oración y comunión. Caminar juntos, como hermanos sacerdotes, con nuestro obispo, fortaleció enormemente nuestra hermandad sacerdotal. Nos permitió experimentar de primera mano la unidad y el apoyo mutuo, algo esencial para nuestro ministerio.
Además de fortalecer nuestros lazos, la peregrinación fue una oportunidad invalua-ble para conectar con la cultura mexicana y no se diga de su comida deliciosa de la región tanto de Puebla como de la Ciudad de México. Gran parte de nuestra diócesis está conformada por hermanos mexicanos de la zona central de México, y conocer de cerca sus tradiciones y devoción a la Virgen de Guadalupe nos ayudó a comprenderlos y a servirles mejor. Fue una forma de reafirmar que, aunque somos diversos, estamos unidos en la fe bajo el manto de la Virgen.
¿Cuál fue su sentimiento al estar consagrando la diócesis en la Basílica de Guadalupe?
Estar en la Basílica de Guadalupe, ante la imagen de la Virgen, y consagrar nuestra diócesis fue un momento de profunda emoción y paz. Sentí que estábamos poniendo en las mejores manos posibles a cada persona, cada familia y cada comunidad de nuestra diócesis. La imagen de la Virgen, en la tilma de San Juan Diego, nos recuerda su cercanía y su amor maternal. Consagrar la diócesis allí fue un acto de total confianza, un acto de fe para que ella, nuestra Madre, nos guíe y proteja.
¿Cuál es su mensaje para los feligreses de la diócesis con respecto a este peregrinaje?
Mi mensaje para todos los fieles es que esta peregrinación no solo nos fortaleció a nosotros, sino que fue por y para ustedes. Pusimos a toda la diócesis en las manos de la Virgen María para que ella interceda por nosotros y nos ayude a crecer en la fe.
Pedimos de manera especial por más vocaciones sacerdotales y laicos comprometidos con la misión de la Iglesia. Que este peregrinaje nos inspire a todos a renovar nuestro compromiso con Cristo y a trabajar juntos para construir una diócesis más unida y fervorosa. Los invito a que, cada día, se encomienden a la Virgen de Guadalupe y le pidan por la Iglesia, por sus familias y por la misión que nos ha sido encomendada. La fe es un camino que recorremos juntos, y la Virgen nos acompaña siempre.
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