Familiares, amigos se despiden de víctimas de deslizamiento

Friday, Jul. 31, 2009
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Rosa Rivera, hermana de Jacqueline Leavey, y la madre de ambas, Reina Rivera, se consuelan mutuamente durante el entierro de Leavey y sus dos hijos, Víctor y Abbey Alanis.

LOGAN — Tres ataúdes se encontraban en la entrada de la parroquia de Santo Tomás de Aquino el 21 de julio. Familiares, amigos y miembros de la comunidad se acercaban a ellos para darle el último adiós a Jacqueline Leavey, de 43 años de edad; su hijo Víctor Alanis, de 13 años de edad; y su hija Abbey Alanis, de 12 años de edad; mientras fotografías de los tres eran mostradas en un portarretratos digital. Pocos pudieron contener las lágrimas al ver las imágenes.

La familia murió después que el derrumbamiento de un canal causara un deslizamiento de lodo sobre la casa que ocupaban en 915 East Canyon Road en Logan el 11 de julio. El accidente conmovió a la comunidad entera y el sentimiento de pérdida era inevitable al entrar a la iglesia.

El padre Clarence Sandoval, pastor de la parroquia en Hyde Park, les dio un mensaje de esperanza y consuelo a los presentes en la Misa funeral.

"Hermanos y hermanas… confiamos en que Dios siempre recibe el bien que hemos hecho y perdona nuestros pecados", dijo. Acto seguido, el P. Sandoval roció agua bendita en los ataúdes. Familiares de las víctimas cargaron los ataúdes hasta el frente del altar mientras el coro cantaba, "Caminaré en presencia del Señor. Amo al Señor que escucha mi voz suplicante, porque inclina su oído hacia mí el día en que lo invocó".

Rosa Rivera, hermana de Leavey, leyó la primera lectura del Libro de Lamentaciones:

"Se me acabaron las fuerzas y mi esperanza en el Señor. Fíjate en mi aflicción y en mi amargura, en la hiel que me envenena; no hago más que pensar en ello y estoy abatido. Pero hay algo que traigo a la memoria y me da esperanza: que la misericordia del Señor no termina y no se acaba su compasión; antes bien se renuevan cada mañana. ¡Qué grande es tu fidelidad! ‘El Señor es mi lote’, me digo, y espero en él. El Señor es bueno para los que en él esperan y lo buscan; es bueno esperar en silencio la salvación del Señor".

Reina Rivera, la madre de Leavey, leyó la segunda lectura con una voz quebrante:

"Miren cuánto amor nos ha tenido el Padre, pues no sólo nos llamamos hijos de Dios, sino que lo somos. Si el mundo no nos reconoce es porque tampoco lo ha reconocido a él. Hermanos míos, ahora somos hijos de Dios, pero aún no se ha manifestado cómo seremos al fin. Y ya sabemos que, cuando él se manifieste, vamos a ser semejantes a él, porque lo veremos tal cual es".

El Evangelio trató de lo que Jesús nos tiene preparado después de la muerte si seguimos su camino.

"En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘No pierdan la paz. Si creen en Dios, crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones. Si no fuera así, yo se lo habría dicho a ustedes, porque ahora voy a prepararles un lugar. Cuando me haya ido y les haya preparado un lugar volveré y los llevaré conmigo, para que donde yo esté, estén también ustedes. Y ya saben el camino para llegar al lugar a donde voy’. Entonces Tomás le dijo, ‘Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?’ Jesús le respondió, ‘Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre si no es por mí. Si ustedes me conocen también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto’", leyó el P. Sandoval.

"Hace un mes no sabíamos que estaríamos aquí en este momento", dijo durante la homilía. "No sabíamos que estaríamos despidiéndonos de Jacqueline, Víctor y Abbey. Cuando estamos caminando en este camino de la vida, a veces pensamos que todavía tenemos mucho por probar… pero no sabemos que va a pasar mañana".

El P. Sandoval continuó con la historia de un hombre que falleció. Cuando el hombre se encontró en presencia de Jesús, vio escenas de su vida y notó que en casi todas habían dos pares de huellas: un par de él y otro de Jesús. También notó que en las escenas más difíciles de su vida solo había un par de huellas, así que le preguntó a Jesús, "¿Por qué me abandonaste? ¿A dónde te fuiste?" y Jesús le respondió, "Yo estaba ahí contigo. Te estaba cargando. Esas huellas no eran tuyas sino mías".

Continuó, "Hermanos y hermanas, cuando ustedes se enteraron que algo le había sucedido a Jacqueline, Víctor y Abbey, Jesús estaba cargándolos a todos ustedes".

Luego consoló a los familiares de las víctimas recordándoles que ahora cada uno de ellos tiene una habitación en el reino de Dios, tal como Jesús lo prometió.

"Ahora nosotros necesitamos caminar. Es difícil, pero necesitamos compartir la historia y los recuerdos que tenemos".

"Abbey era muy obediente. Me quería y me abrazaba mucho. Se dormía temprano. Le gustaban la escuela y los libros. Era muy inteligente para escribir. Ella quería ser veterinaria porque quería mucho a sus gatos", dijo Victor Alanis, padre de Víctor y Abbey, durante la entrevista con Intermountain Catholic. Él se encontraba en Mississippi cuando se enteró del accidente. Llegó a Logan el lunes 13 de julio con la esperanza de encontrar a su familia viva, pero esa esperanza murió al día siguiente con la noticia de que habían encontrado los cuerpos inertes.

"Víctor era muy bueno con los números. Yo soy bueno con los números pero él era mejor. Hacía cuentas en la mente, no necesitaba la calculadora. Era muy juguetón, le gustaba andar en bicicleta y la lucha libre. Jugaba fútbol con la nena y sus amigos. Quería ser policía. Una vez le pregunté si me arrestaría y me dijo, ‘Si te portas mal, sí’. Él siempre trataba de hacer lo correcto", dijo Alanis.

Las amigas de Víctor y Abbey los recordaron entre lágrimas y sollozos.

"Era fácil querer a Abbey. Los dos eran muy respetuosos y amables", dijo Alondra Guzmán, quien junto con Lidia Delgadillo, Aurora Rodríguez, Isabela Rodríguez y María Maldonado, viajó desde Wendover hasta Logan para asistir al entierro.

Algunas de ellas traían unos brazaletes que les regalaron los hermanos cuando éstos se mudaron para Logan hace poco más de un mes. "Éramos mejores amigos", dijo Maldonado. "Los brazaletes los hicieron con las agujetas de Abbey y las cuentecillas de Víctor".

"Para mí, Jacqueline era una persona dulce, cariñosa y bondadosa. Siempre pensaba en los demás. Los niños eran como mis hijos", dijo Rivera.

Es importante recordar a los difuntos pero es igual de importante no olvidar que en medio de la tragedia pasaron cosas buenas, entre ellas el resurgimiento de una comunidad más unida, dijo el P. Sandoval.

"Mis amigos, no vimos de qué color éramos, que idioma estábamos hablando o de qué cultura éramos porque somos una familia, una comunidad", dijo durante la homilía.

"Muchas personas ayudaron bastante con picos y palas, moviendo la tierra despacio", dijo Ramón Roa, voluntario de la unidad de asistencia en zonas de desastre.

"No me hubiese gustado conocer a los familiares de las víctimas de esta manera, pero me alegro de haber podido ayudarlos y apoyarlos. Yo creo que todos los voluntarios nos sentíamos tristes, pero bien al mismo tiempo", dijo.

El P. Sandoval dijo que las necesidades alimentarias y monetarias se llenaron casi instantáneamente después que corrió la noticia del accidente, pero que la comunidad de la Iglesia ha intentado llenar las necesidades espirituales y sociales de las familias por medio de oraciones, Misas y la novena.

Añadió que es su costumbre invitar a los familiares y seres queridos de los difuntos a que se acerquen a los ataúdes para darles un beso. Es ahí cuando rompen a llantos y se entregan a la voluntad de Dios para dar comienzo al proceso de sanación a través del dolor.

"La comunidad se ha portado muy bien con nosotros. No tengo palabras para describirlo. Han estado ahí moralmente y espiritualmente. Han estado ahí para hablar con nosotros. Están haciendo mucho con sus oraciones, plegarias y rezos. Por la gracia de Dios estamos sintiendo que sus almas se están acercando más a él", dijo Rivera.

Además de unificar a su familia y a la comunidad, se espera que las muertes de Jacqueline, Víctor y Abbey ayuden a evitar una tragedia mayor.

"Cuando se acabe la novena, yo voy a empezar a movilizarme. Tienen que mover el canal o las casas. Esta es la tercera vez que sucede esto y no han movido ni el canal ni las casas", dijo Alanis.

Aquellos que deseen ayudar con los gastos funerales pueden hacerlo aportando al fondo de la familia Alanis/Leavey en el banco Wells Fargo.

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