Permítanme ofrecer una palabra de felicitación a todos los graduados de las escuelas católicas tanto de las primarias como de las preparatorias. Estoy muy orgulloso de los logros de nuestros jóvenes y uno mi voz a la de muchas personas que los ayudan en su continua formación académica. Me gustaría poder calcular el profundo efecto que nuestras escuelas católicas tienen en nuestros estudiantes. Nuestros administradores y maestros no se quedan atrás en su compromiso y e n sus conocimientos; les agradezco por todo el servicio que realizan para nuestra iglesia.
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