Queridos graduados de nuestras preparatorias Católicas:
Felicidades a todos por haber terminado con sus años preparatorianos. Esto reconoce, no solo su logro académico, sino las muchas actividades y servicio comunitario de los que han sido parte durante los últimos cuatro años. Felicito a sus papás por los sacrificios que han hecho para poder darles una educación Católica, y extiendo mi gratitud
a sus maestros y administradores por todo lo que han hecho por ustedes, también reconozco la generosidad de los párrocos y benefactores por su papel en hacer que la educación Católica sea posible.
Me desilusiona el no haber podido estar en la Catedral de la Magdalena con ustedes, para juntos celebrar la Misa Baccalaurate. Estamos conscientes de que este año, estas maravillosas tradiciones no son posibles durante por la pandemia del coronavirus. Sin embargo, su logro es real, y ustedes se llevan consigo a donde quiera que vayan, sus grandes memorias de sus días en su comunidad educativa. Sin duda ustedes recordarán su graduación debido a las celebraciones que no se pudieron realizar, notando que la vida puede darnos lecciones que tenemos que aprender, conforme caminamos por las vías hacia el éxito durante estos tiempos de retos. Tomen en cuenta que no solo las universidades los pueden preparar para el mundo real, sino las adversidades a las que se han tenido que enfrentar al termino de sus estudios en las preparatorias.
Quisiese recordarles, conforme este año escolar llega a su fin, último año del corazón mismo de la educación Católica, la cual es nuestro compromiso con Cristo y la importancia de los valores cristianos para que su vida tenga sentido. Esta es la misión de nuestras escuelas: brindar un ambiente centrado en Cristo dedicado a la formación de la fe, así como a la excelencia académica y al crecimiento personal. Es por eso que los pasillos que caminaron por sus salones, en donde estudiaron, que estuvieron marcados con símbolos Cristianos, y ustedes se reunieron como comunidad para la celebración de la Santa Misa, así como para el estudio de religión. Espero se llevan consigo este tesoro y continúen siendo files miembros de su comunidad parroquial.
Mas allá, los felicito por el considerable tiempo que dedicaron al servicio comunitario, realizando trabajos de generosidad y caridad con los más vulnerables, así como siendo tutores de niños y recaudando fondos para quienes fueron impactados por desastres naturales. Su voluntarismo beneficia al bien común y ayuda a que las demás personas sean parte integral de su experiencia en escuelas Católicas, ya que cada uno es hijo de Dios, y merece cuidados y tiene un valor especial. Que estas nobles prácticas permanezcan siendo parte de su ser y como una forma de vida para que así puedan seguir haciendo la diferencia en las vidas de los demás y ayudando a que nuestra sociedad y nuestro mundo sea un mejor lugar.
Sin lugar a dudas el futuro traerá retos, así como la pandemia lo ha hecho. Habrá decepciones, como hoy las ha habido, con la posibilidad de la cancelación de más tradiciones. Pero al mismo tiempo, habrá oportunidades en el futuro para ver con esperanza, para salir adelante de los inevitables retos en nuestras vidas, con valentía y para pasar por ellos sin perder el entusiasmo. Así es que, pongan sus corazones en la providencia de Dios, confíen en que el valor de su educación Católica y con una alegre esperanza por las oportunidades que los esperan.
Que Dios los acompañe, los bendiga a ustedes y a sus familias, y que los guíe en su camino de vida.
El Reverendísimo Oscar A. Solis
Obispo de Salt Lake City.
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