El 25 de marzo el Obispo Oscar A. Solis envió un memo a los sacerdotes, ministros diocesanos y personal pidiéndoles, “a todos nuestros párrocos y Directores de las escuelas que continúen ejerciendo el sentido común y prudente discreción pastoral para evaluar las situaciones y aplicar lentamente las modificaciones en nuestras prácticas.
“La Diócesis de Salt Lake City está dando pasos cautelosos hacia como vivir después del COVID-19 y el eventual retorno a un culto público completo. Sigue siendo necesaria la vigilancia y la precaución para evitar una nueva oleada de infecciones,” escribió el Obispo Solis.
El memo dice que debido a esto, en la diócesis, la dispensa de la obligación de asistir a la misa en persona los domingos y días de precepto sigue en vigor hasta nuevo aviso. Cada persona que asista a Misa debe considerar cuidadosamente si volver a la Misa es el paso seguro y apropiado para él o ella, en este momento, y debe mantener las guías de distanciamiento social, así como el uso de mascarillas. Además las bancas como otras áreas de constante uso deben de ser limpiadas o desinfectadas después e cada servicio o Misa.
Ya que la situación ha mejorado, ahora los sacerdotes ya pueden dar la unción a los enfermos, la Sagrada Comunión a los confinados en casa, visitar a los ancianos de forma segura y ayudar a los necesitados. Sin embargo, “los bautismos, bodas, funerales y otros servicios litúrgicos continuarán sujetos a la evaluación de seguridad y salud de la Diócesis y de acuerdo con las directivas nacionales y estatales, teniendo en cuenta el uso de mascarillas o cubre-bocas y el distanciamiento físico permitido,” se lee en el memo.
“Dada la actual incertidumbre sobre la situación de la salud pública y el levantamiento gradual de las res-tricciones, será necesario que cada parroquia y escuela considere cuidadosamente cómo pueden celebrarse los sacramentos de la Primera Reconciliación, la Primera Comunión y la Confirmación de manera segura y apropiada durante los próximos meses. Esto incluye asegurarse de que se cumplen todas las preparaciones o formaciones catequéticas necesarias, se realizan rigurosas evaluaciones de riesgo y, si es necesario, se añaden otras celebraciones para evitar la aglomeración en la Iglesia y mantener el distanciamiento físico seguro.”
Si se dieran nuevas directrices nacionales y/o esta-tales, las parroquias deben de estar listas para “permitir más reuniones en las propiedades de la Iglesia y de la parroquia con las debidas precauciones y de acuerdo con las directivas diocesanas y las autoridades sanitarias estatales/locales. Estar preparados para cancelar esto si las circunstancias locales cambian o lo requieren,” se lee en el memo.
“A medida que nuestra nación emerge de la pandemia del COVID-19, estén atentos a otros posibles ajustes cuando las circunstancias vayan cambiando, y esperemos que para mejor. Reitero el énfasis en la cautela continua y la aplicación rigurosa de nuestras disposiciones actuales para garantizar el regreso más seguro posible al culto público en nuestras iglesias.”
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