"Los santos y los pecadores tienen el mismo deseo de amar y ser amados. Como humanos, es innato para nosotros el experimentar el amor", dijo el padre Wayne Dawson, pastor de la parroquia de Sta. Rosa de Lima en Paso Robles, California y orador en la conferencia de la Divina Misericordia que tuvo lugar en el hotel Yarrow en Park City del 4 al 6 de sept. La diferencia entre santos y pecadores es que buscan satisfacción de distintas maneras y en distintos lugares. Los pecadores intentan encontrar satisfacción en objetos finitos, dijo el P. Dawson. "Se frustran por un deseo que nunca será cumplido porque es imposible llenar con una realidad finita nuestro contenido infinito de Dios. Los santos no pueden satisfacer sus corazones con material finito". El padre definió la santidad como la respuesta a los dones de Dios, una iniciativa a la que cada ser humano es llamado. "La santidad no está reservada para los religiosos. Es algo que nosotros, como seres humanos hacemos. Dios nos da la gracia de estar abiertos a su amor". El ser santo significa asumir la responsabilidad de que somos los cuidadores de nuestros hermanos y hermanas, dijo el P. Dawson. "Debo preocuparme por el aborto, el homicidio de mis hermanos y hermanas que aún no han nacido. Debo preocuparme por el homicidio sin sentido de la guerra… y por los niños que mueren de hambre porque soy un ser humano; fui creado a imagen y semejanza de Dios. Tengo la responsabilidad de hablar en contra de la discriminación, en contra de la injusticia. No me es permitido quedarme callado. No puedo quedarme callado porque en el libro del Génesis – cuando Caín mata a Abel – dice, ‘La sangre de tu hermano me pide justicia’", dijo. José, el esposo de María, es un ejemplo de lo que significa ser santo, dijo el P. Dawson. "Él fue la roca en la que su familia estuvo edificada. Él sacrificó todo por su familia. Eso es un hombre, un verdadero hombre, lo cual implica escuchar a Dios y responderle. José hizo de su familia una familia santa porque sabía cómo protegerla espiritual, física y moralmente". Dios le da a todo bautizado un triple regalo, dijo el Padre. "Somos sacerdotes porque le ofrecemos la vida a Dios. Somos reyes porque reconocemos la dignidad que conlleva el ser hechos a imagen y semejanza de Dios, nuestro creador. No tengo miedo porque soy rey. También soy profeta porque debo hablar en contra de la injusticia. Como la Madre Teresa de Calcuta, debemos tener una determinación real de querer alcanzar la santidad". El P. Dawson después compartió un anécdota sobre cómo aprendió acerca del amor y las enseñanzas de Dios durante una calurosa tarde en una remota aldea en Zimbabwe. Él y otro sacerdote viajaban por el país africano disfrutando del paisaje y del aire acondicionado de su camioneta bajo un sol imponente, cuando notaron una pequeña y distante aldea. "Había un niñito, tal vez de 10 años de edad, vendiendo fruta. Así que paramos eventualmente". El Padre tomó unos plátanos y unos duraznos. También vio unos chabacanos o albaricoques por un buen rato pero terminó no comprándolos. Los sacerdotes estaban en su camioneta apunto de partir cuando el niño tocó la ventanilla. El P. Dawson le dijo al niño que no quería nada más, pero el niño insistió. Cuando el Padre finalmente abrió la ventanilla, el niño le dijo que podría llevarse los chabacanos como regalo. "Me entumí. Comencé a llorar. Entonces me di cuenta lo que significa que Cristo les regresa la vista a los ciegos. El niño reconoció mi necesidad, pero yo estaba ciego para ver la necesidad de otros porque estaba metido en mi mundo. Así que me sentí avergonzado de que el niño tuviese que regresarme la vista. Él era mucho más que yo, mucho más grande. Cuando Dios entra en nuestras vidas, escuchamos las cosas que ordinariamente no escucharíamos y experimentamos lo que tú y yo normalmente no experimentaríamos", dijo el P. Dawson. La santidad no es solo cuestión de abrir nuestros ojos, oídos, labios y corazones a Dios. Es también cuestión de abrírselos a nuestro prójimo y compartir los dones que se nos han dado. "En Tierra Santa existen dos mares: el Mar Muerto y el Mar de Galilea. Los dos tienen la misma piedra y tierra porque su agua viene del Río Jordán. El Mar de Galilea tiene vida acuática y flora mientras el Mar Muerto le hace honor a su nombre. Los dos tienen la misma fuente, pero ¿qué hace que uno sea el Mar Muerto y el otro e Mar de Galilea? Solo uno de ellos tiene salida. Uno de ellos da lo que recibe", dijo. No es fácil pero tampoco es imposible alcanzar la santidad. El P. Dawson dijo que el papa Juan Pablo II y Nelson Mandela son dos grandes ejemplos en nuestra generación de personas que han dado de lo que han recibido. Mandela decidió perdonar a aquellos que lo encarcelaron injustamente por casi 30 años. "Estuve libre siempre", dijo Mandela cuando le preguntaron por qué había invitado a los guardianes de seguridad y a los oficiales de gobierno que lo mantuvieron tras las rejas al banquete que lo inauguraba como el primer Presidente de Sudáfrica en ser elegido democráticamente. "Mandela dijo que no se convertiría en un prisionero de la amargura y el enojo", dijo el P. Dawson. "Dijo que no se convertiría en un esclavo, ‘Fui libre siempre gracias a Dios y gracias a él permaneceré libre’". El papa Juan Pablo II le enseñó al papa Benedicto XVI, en aquel entonces cardenal Ratzinger, lo que significa responder al llamado de Dios cuando hacía esfuerzos extremos para tan solo orarle a Dios y bendecir a las personas bajo su ventana en el Vaticano. "El papa Benedicto dijo que cuando se dio cuenta del grado de compromiso que tenía Juan Pablo II, se preguntó a sí mismo, ‘cómo puedo decirle a este hombre que me quiero retirar cuando él, con su enfermedad, continúa haciendo lo que Dios le ha pedido’". El P. Dawson dijo que tuvo el gran honor de conocer a la Madre Teresa de Calcuta, un ejemplo innegable de santidad, en persona cuando se encontraba siguiéndola entre una muchedumbre. "De alguna manera u otra terminé cerca de ella. No puedo explicarlo pero los milagros ocurren", dijo. Cuando el entonces seminarista se encontró al lado de la Madre, le pidió que le diera su bendición. La Madre Teresa vio a aquel joven hombre hincado directamente a los ojos, le tocó la cabeza y le dijo, "Mantente cerca de Jesús siempre en la Eucaristía". "Hermanos y hermanas, como dijo la Madre Teresa, manténganse cerca de Jesús en la Eucaristía. Cúmplanlo", dijo el P. Dawson. Entre los otros oradores de la conferencia estuvieron el padre John Putka, un sacerdote de la Sociedad de María y miembro del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Dayton; el padre Patrick Winslow y John Gilliam, escultor.
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