SALT LAKE CITY — Con mucho respeto y un poco de picardía, el padre David Ortega, de la Diócesis de Ciudad Obregón, Sonora, México abordó temas de espiritualidad, sexualidad y liderazgo durante el taller Los hijos y la noche, llevado acabo en la Catedral de la Magdalena, en Salt Lake City, el 15 de nov. "No podemos hablar de espiritualidad, si no sabemos acerca de la integración de la sexualidad en la persona", dijo el P. Ortega. También dijo que a pesar de ser un tema importante, muy pocos padres de familia hablan acerca de la sexualidad. "Ahora son los hijos quienes les preguntan, ‘¿Qué quieres aprender papá?’, dijo el P. Ortega antes de añadir que los jóvenes actualmente tienen mucha información pero poca formación. "Muchos padres no quieren abordar el tema de corporeidad o sexualidad porque piensan que van a ofender a Dios", dijo. Esto no debe ser un motivo de preocupación si el tema se aborda con respeto, pero si los padres de familia no logran entablar una comunicación respecto a la sexualidad con sus hijos, cometen "un grave error en el desarrollo de madurez de sus hijos" y le conceden la tarea de aconsejarlos a alguien menos adecuado. El P. Ortega dijo que el ser humano pasa por varias etapas antes de llegar a una madurez sexual. "La primera etapa es el infantilismo", dijo. Durante el infantilismo, el niño o la niña no tiene idea de qué sexo es. Dijo que durante esta etapa la niña juega con los carritos y el niño con las muñequitas y no hacen distinción de lo que se espera de ellos según su sexo. La sociedad, sin embargo, comienza a imponer los criterios de razón y a presentar los valores y antivalores. Un ejemplo de los criterios que la sociedad impone es la asociación de un color con un sexo determinado. "¿Quién decidió que el rosa es para las niñas y el azul para los niños?", preguntó el P. Ortega. Después dijo que en algunas prisiones de hombres proveen uniformes rosas porque es un color que baja la ansiedad. El color que se prefiere no define el sexo. Entre otras de las etapas se encuentra el autoerotismo o "placer a solas". "Durante esta etapa el niño se explora, se conoce y empieza a distinguir (su cuerpo). Comienza la concienciación", dijo el P. Ortega. Si el niño es descubierto explorando su cuerpo, casi siempre es regañado a pesar que no está haciéndolo con malicia alguna. "La malicia se siembra ahí, con prejuicios tan fuertes que provocan caos", dijo el P. Ortega. Una de las metas de la familia es "que sus hijos alcancen la madurez integral", dijo. Para esto, los padres deben enseñarle a sus hijos que la sexualidad los puede llevar a la felicidad pero no sin antes conocer el amor pleno. Este consiste en una unión personal, en el sentimiento de estar plenamente realizado y en el conocimiento de Jesús como modelo de amor verdadero. Igualmente, es necesario saber que la sexualidad tiene distintas dimensiones. "Vamos a explorar lo largo, ancho, profundo y alto de la sexualidad", dijo el P. Ortega riéndose ante el doble sentido que fue usado como estrategia de mercadotecnia para atraer a los jóvenes universitarios al taller. "La sexualidad tiene altura porque abarca a toda la persona. No se reduce a la genitalidad. Es algo grandioso que conlleva dignidad, sentimientos, afecto y emociones," dijo el P. Ortega. "Tiene longitud porque inicia y termina. La sexualidad comienza en el momento mismo de la concepción", dijo. "La sexualidad no se puede detener ni en la mente. Pero si has formado, no tienes nada que temer", le dijo el P. Ortega a los padres de familia presentes. "Aunque siempre existen riesgos". La sexualidad también tiene profundidad porque existen valores dentro de ella, como lo son la castidad y el respeto. El P. Ortega estresó que una buena comunicación entre padres e hijos es necesaria para inculcar estos valores. "Las jóvenes toman la pastilla del día después porque no hubo la plática del día anterior". Además, la sexualidad tiene anchura porque "nunca es denigrante", dijo el P. Ortega. "Es una fuerza para edificar a la persona. Está ordenada al sentido total de la existencia. Desde la sexualidad, se vive la apertura a los demás", dijo. El P. Ortega tocó, entre otros temas, la importancia de criar hijos autónomos y libres. "Enséñalo a dirigir su futuro o se encargará de echarte a perder tu futuro", dijo. Adicionalmente, dijo que los padres de familia deben evitar practicar la sobreprotección y mejor enseñarles a sus hijos la autodisciplina y el máximo rendimiento. También les aconsejó: "Confía en tus hijos si quieres ganar su confianza; respétales si quieres su aprecio; escúchales si quieres atraer su atención; ayúdales si quieres recibir su apoyo; interésate por sus problemas si quieres que pidan tu ayuda. Tolera sus fallas y deficiencias, pero corrige sus errores". Al taller asistieron padres de adolescentes, padres de bebés y padres en espera. "Es muy importante tener ideas e información para así poder darle lo mejor a la bebé y al matrimonio también", dijo Angel Vernal, cuya esposa, Marijose de Alba, tiene nueve meses de embarazo. "Es muy difícil ser papás, así que algo con que prepararnos es bueno. Casi no hay en donde prepararse, ni dentro de la religión. Yo trabajo en una escuela y escucho muchos problemas", dijo Cecilia Fernández, quien tiene un niño de un año y se encuentra con tres meses de embarazo. Lo que más resaltó durante el taller para Nidia Farias fue lo que el P. Ortega dijo acerca de no conformarse con darle más calidad de tiempo que cantidad de tiempo a los hijos, sino que hay que darles más calidad y cantidad. También, "He aprendido a no ser tan represiva, a ser mas permisiva", dijo Farias, quien tiene dos hijas, una de 14 años de edad y otra de 10 años de edad, y un hijo de un año. La labor principal como padre de familia es ser un formador de conciencia, dijo el P. Ortega. "Si creaste una conciencia que sabe distinguir entre el bien y el mal, hiciste un hombre, hiciste y formaste una mujer. Hasta aquí tenemos que llegar", dijo.
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