Los niņos LGBTQ comparten la dignidad inherente de todos los Hijos de Dios

Friday, Jul. 15, 2022
By Jean Hill
Director, Diocese of Salt Lake City Office of Life, Justice and Peace

Los niños LGBTQ comparten la dignidad inherente de todos los hijos de Dios

Imagínense ser el papá de un adolescente quien llega a casa verdaderamente molesto por algo que se dijo o pasó en la escuela. Por un momento imagínese que ese niño se rompe, que se encuentra luchando para sentirse cómodo con los cambios que están sucediendo en su cuerpo y que hacen infinitamente más difícil aceptarlos cuando reciben comentarios crueles.

Ahora imagínese que esos comentarios no vienen de otros niños que se encuentran sufriendo con desarrollos mentales, físicos o emocionales, sino de adultos. Adultos quienes les dicen a los niños que él o ella son malos por algo que no está en su control- su orientación sexual.

Y los adultos lo hacen a través de los programas de noticias, a través de la televisión y los medios sociales, y a través de la legislación.

Este es el estado actual de nuestra nación, que nuestros niños están escuchando. Niños en nuestras escuelas Católicas y públicas están escuchando a adultos reclamarle a sus padres haberlos hecho algo menos que humanos. Aún más importante, los niños están escuchando que ellos son menos que  humanos. Se les está diciendo que la orientación sexual es una elección, y que, por esa elección, si un niño es golpeado o abusado por ser gay, es la culpa de ese niño por haber tomado una mala decisión con o sin la complicidad de los padres.

Somos mejores que eso. La escritura es clara, todos estamos llamados a amar, sin excepciones. La enseñanza Católica reconoce que cada ser humano tiene el mismo valor, que cada ser humano está hecho a imágen y semejanza de Dios. La orientación sexual no se elige, o se inculca en un niño por los padres o por los demás, sino que es parte de la persona desde su concepción.

El actual discurso sobre los temas de las personas LGBTQ parece haberse desarrollado, como muchos otros temas políticos en nuestra nación, en un esfuerzo para satanizar a los seres humanos.  Lo que hace que este debate sea aún más duro es que algunos más, en este caso personas que satanizan a los menores. Los jóvenes LGBTQ saben que entre sus compañeros habrá quienes los atormenten, tal vez con palabras, pero más frecuentemente a través de abusos físicos. En mis años enseñando y siendo mamá, aún no he conocido a un niño que libremente haya elegido ser sujeto a tantos abusos de sus compañeros.

Tampoco he conocido a un niño que estuviese emocionalmente preparado para sobrellevar abusos simila-res por parte de los adultos, personas que en su mayoría son desconocidos para ellos.

Hablamos de tener una piel ancha necesaria para la política, pero muy pocos mencionan lo difícil que debe de ser para un niño revelar que él o ella son LGBTQ. Una vez que el niño reconoce esa parte de su ser, resulta alarmante el que activamente y frecuentemente muchos desconocidos tratan de negarles la dignidad básica humana inherente desde la concepción.

La dignidad y santidad de la vida de los hijos gay o lesbianas  es tan merecedora de protección como la de cualquier otro niño. Nada  acerca de la atracción por el mismo sexo los hacen menos humanos. Pero nosotros nos alejamos aun más de Cristo si no defendemos los comentarios públicos que pintan a todas las personas LGBTQ como depredadores o inhumanos.

Sea cual sea el tema político, debemos de siempre comenzar la premisa de que las personas involucradas tienen el mismo valor intrínseco como todas las personas creadas a imagen y semejanza de Dios. De hecho, debemos de construir puentes entre las crecientes divisiones políticas si realmente queremos adherirnos a este principio Bíblico.

Jean Hill es la directora de la Oficina Diocesana de Vida, Justicia y Paz. Puede ser contactada en: jean.hill@dioslc.org.

 

Traducción: Laura Vallejo

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