Queridos Hermanos y Hermanas en Cristo
Comparto con ustedes las grandiosas y alegres noticias de la Pascua y de las bendiciones de la gloriosa resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Las Sagradas Escrituras proclaman que : “No esta aquí, pues ha resucitado, tal como lo había anunciado. Vengan a ver el lugar donde lo habían puesto.” (Mateo 28:6)
Cristo ha resucitado de los muertos, cumpliendo la promesa de salvación y de una nueva vida de Dios. Él no solo ha conquistado el poder de las tinieblas y pecados sino nos lleva a una vida nueva.
El máximo poder de Cristo sobre la muerte y las sombras es acompañado por la abundante esperanza que la Pascua trae a nuestras vidas y al mundo. Durante el Año Jubilar, este mensaje de Pascua resuena más profundamente en nuestros corazones. Sin importar que tan fuertes son las pesadumbres que llevamos y las incertidumbres a las que nos enfrentamos, el infinito amor y compasión de Dios permanece. La esperanza del Cristo Resucitado no decepciona ya que Él vive con nosotros por siempre ofreciéndonos descanso y paz.
Como el Papa Francisco hermosamente nos recuer-da en su Bula de Convocación del Jubileo Ordinario del Año 2025, “La esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que nos ha sido dado» (Rm 5,1-2.5). El Papa también nos anima a “mantener la esperanza encendida como una llama que nunca se apaga, para dar apoyo y vigor a nuestra vida.”
El Papa continúa diciendo que , “la Iglesia está llamada a caminar junta, a ser sino-dal. Los Cristianos están llamados a caminar juntos y nunca solos.” Esta es la misión de todos- el; ser faros de esperanza para nuestras familias, comunidades y para el mundo, llegando especialmente a los más necesitados.
En este Año Jubilar estamos llamados a ser, “Peregrinos de la Esperanza,” caminando juntos en la fe confiando en la promesa de nuestro Salvador. Como personas de Pascua vamos más allá de las tumbas con la convicción de seguir a Cristo confiando en la providencia de Dios y asegurándonos con su amor que nunca nos galla. Es así que valientemente proclamamos la Buena Nieva con la alegría que sobrepasa las sombres y sufrimientos llegando la vida nueva, porque Cristo ha resucitado, ¡Aleluya!
Que las bendiciones de Dios se derramen abundantemente esta Pascua y a lo largo de este Año Jubilar de la Esperanza.
Traducción: Laura Vallejo
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