Saludos en la paz y amor de Cristo! Nos acercamos a la Semana Santa llenos de incertidumbres y preocupaciones por lo que está sucediendo en nuestro mundo. Este es un buen tiempo para recordar los días desde que comenzó el tiempo de Cuaresma el Miércoles de Ceniza cuando nos dedicamos a los tres pilares de oración, ayuno y caridad en la intención de cumplir la voluntad de Dios.
Nuestro camino de Cuaresma alcanza su cumbre conforme celebramos la Semana Santa. Durante el Domingo de Ramos conmemoramos la entrada triunfal de Cristo a Jerusalén siendo bienvenido por las multitudes que proclamaban “Bendito que viene como Rey en nombre del Señor,” (lucas 19:38). Pere este momento de celebración fue breve, pues conforme los eventos del Jueves y Viernes Santo, Cristo paso por la humi-llación más grande e inimaginable, por la traición, por el abandono, y por la crueldad de la misma multitud y de sus propios discípulos,
Sin embargo, en el amor desinteresado y obediencia a Su padre, Cristo cumplió la promesa de Dios de salvación, Antes de Su Pasión y Muerte, Jesús durante la Ultima Cena instituyó la Santa Eucaristía. El partió y compartió el pan y vino con sus discípulos y anunciando su muerte, en cumplimiento de la voluntad de Dios y no de la suya. El sublime sacrificio de Cristo nos brinda alimento espiritual que nos une con nuestro Señor.
Los eventos de la traición de Judas, el arresto de Jesús, y la negación de Pedro nos brindan la oportunidad para reflexionar en nuestros propios pecados y para preguntarnos si la observación de los tres pilares de la Cuaresma han vuelto nuestras vidas más hacia el cumplimiento de la voluntad de Dios. Comenzando el Jueves Santo con la Misa de la Ultima Cena, entramos al Tridium. El cual incluye el Viernes Santo de la Pasión del Señor, el Sábado de Gloria y la gloriosa Resurrección en la Pascua. Estos días santos desde una perspectiva litúrgica nos revelan “la unidad del Misterio Pascual de Cristo,” (Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos.)
La liturgia de esos tres días nos llaman a reflexionar en Cristo, quien volunta-riamente sacrificó su vida por nuestra salvación; y del amor infinito de Dios, el cual a traces de su gracia nos da la vida, tanto ahora como para la eternidad. Invito al Pueblo de Dios a participar en todos los servicios de la Semana Santa, no solo individualmente sino como miembros de nuestra comunidad de fe. Este es un tiempo para prepararnos y para estar con nuestro Señor quien ha conquistado la muerte y resucitado, así es que en medio de los retos y sufrimientos de nuestro mundo, debemos encontrar la esperanza que la nueva vida de Cristo nos brinda.
Traducción: Laura Vallejo
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