“Hoy en la ciudad de David, ha nacido para ustedes un Salvador , que es el Mesías y el Señor” (Lucas 2:11).”
Esta es la alegre proclamación de la Buena Nueva. En la Navidad celebramos el nacimiento de Cristo. El único Hijo engendrado de Dios quien nació de la Virgen María y se hizo hombre, y vivió entre nosotros. El misterio de la encarnación el amor de Dios se derramó en nosotros dándonos el más perfecto regalo- Jesús, el Emanuel, que significa Dios entre nosotros.
El Papa Francisco en su mas reciente libro sobre la Natividad escribió, “el pesebre es una imágen artesanal de la paz. Por eso es un Evangelio vivo, porque el pesebre nos recuerda que Jesús viene a nuestra vida concreta. Y esto es importante. Hacer un pequeño pesebre, en casa, siempre, porque es el recuerdo de Dios que vino entre nosotros, nació entre nosotros, nos acompaña en la vida, es hombre como nosotros, se hizo hombre como nosotros”.
El Nacimiento de Jesús “Consejero admirable, Dios fuerte, Padre que no muere, príncipe de la paz,” (Isaías 9: 5) es el cumplimiento de la promesa de salvación de Dios y del plan divino para nosotros.
El llegó para darnos la luz que dispersa las tinieblas del pecado, así como para darnos la sanación y reconciliación a nuestro mundo pecador y polarizado. Es una fuente de Esperanza, alegría y gozo.
Sin embargo, muchas personas encuentran difícil y retador el celebrar en medio de las sombras, sufrimientos y miserias del pobre, del vulnerable, de los marginalizados y de quienes están traumatizados por la violencia de la guerra, muertes sin sentido, desplazamiento global de los migrantes y refugiados, así como de otras injusticias.
Pero este es el hermoso mensaje de la Navidad. Es acerca de Dios, quien viene para estar con nosotros en Jesucristo, quien nos muestra el camino hacia la reconciliación y comunión con Él y con nuestros semejantes. Él vie-ne para renovar todo y para abrir paso al nuevo amanecer de la nueva creación, a un mundo de justicia, amor y paz en donde una vez más vivimos en unidad, igualdad y fraternidad social como una sola familia de Dios, como hermanos y hermanas.
La Navidad restaura la esperanza de nuestro agotado mundo conforme Cristo comparte su gracia reconciliadora y sigue manifestando su amor duradero y presencia salvadora entre nosotros.
Contemplemos la maravilla y sorpresa de lo que Dios ha hecho por nosotros, recordemos las palabras de esa noche de los ángeles a los pastores quienes cuidaban a sus ovejas, y compartamos las buenas nuevas de alegría y paz con los demás y con el mundo: “no tengan miedo, pues yo vengo a comunicarles una buena noticia, que será motivo de mucha alegría para todo el pueblo: hoy en la ciudad de David, ha nacido para ustedes un Salvador, que es el Mesías y el Señor” (Lucas 2:10-11)
Feliz Navidad y un próspero Año Nuevo!
Traducción: Laura Vallejo
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