Esta semana entramos al evento más sacro del año Litúrgico de nuestra Iglesia. Unimos nuestros corazones con Cristo y reflexiona-mos en el Misterio Pascual de nuestra Fe. El Domingo de Ramos o Domingo de Pasión, marca el comienzo de los días santos cuando conmemoramos el sublime acto del sacrificio de Cristo por la redención de nuestros pecados, y celebramos el don de salvación de Dios. Cada año recordamos Su viaje, desde su entrada triunfante a Jerusalén hasta Su sufrimiento, muerte en la Cruz y su gloriosa resurrección en la Pascua.
La Semana Santa nos recuerda no solo los muchos acontecimientos y circunstancias de nuestras vidas, sino que nos brinda una oportunidad para reflexionar y renovar nuestra fe con Dios y nuestra relación con nuestros semejantes. Invito al Pueblo de Dios de nuestra diócesis a unirse con todos los fieles a lo largo y ancho del mundo para experimentar el despliegue de estos sacros eventos mediante su participación en las diferentes celebraciones litúrgicas en nuestras parroquias y misiones.
Cristo nos invita a abrir nuestros corazones hacia la invitación a la conversión y reconciliación cargando nuestras propias cruces, arrepintiéndonos de nuestros pecados y siguiendo a Cristo para que recibamos sus bendiciones infinitas. Todos hemos pasado por muchos retos e incertidumbres. Démosle un más grande significado a los sufrimientos y retos que hemos pasado, especialmente durante la pandemia y elevémoslos en oración, pidiéndole a nuestro Señor que esté con nosotros inundándonos de esperanza.
Agradezco a todos mis hermanos sacerdotes, diáconos, mujeres y hombres religiosos por su fidelidad a la misión de Cristo y aprecio su compromiso con el servicio a nuestra Iglesia durante estos tiempos difíciles.
Así mismo, agradezco a todos los feligreses por su entendimiento y continuo y generoso apoyo a nuestra diócesis. Su fe y amor por Dios nos ha brindado esperanza e inspiración aguardando el amanecer de la nueva luz y la nueva vida que la Pascua conlleva.
El COVID-19 sigue entre nosotros y la infección continúa siendo un peligro en nuestras vidas, salud y seguridad, así como el bienestar de nuestra comunidad. Les reitero a todos, la importancia de las guías diocesanas para su implementación. Por favor sean abundantemente cuidadosos, usen la prudencia, sentido común y discreción pastoral para que nuestras parroquias e Iglesia sean sitios seguros para juntos alabar como una sola familia, para que encontremos la presencia de Dios y para que experimentemos el amor de Cristo en todos. Su cooperación, gran paciencia y entendimiento son esenciales.
Con una inquebrantable confianza en Dios y en nuestra unidad y solidaridad en caridad, que Dios nos bendiga con una ¡Semana Santa u una Feliz Pascua!
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