Por el Rev. Martin Diaz
Rector de la Catedral de la Magdalena
SALT LAKE CITY — Durante la Misa Crismal, la cual cada año se celebra en las diócesis Católicas, el Obispo concluye la renovación del compromiso con estas palabras:
“Y ahora vosotros, hijos muy queridos, orad por vuestros presbíteros, para que el Señor derrame abundantemente sobre ellos sus bendiciones: que sean ministros fieles de Cristo sumo sacerdote, y os conduzcan a él, única fuente de salvación. Y rezad también por mí, para que sea fiel al ministerio apostólico confiado a mi humilde persona, y sea imagen, cada vez más viva y perfecta, de Cristo sacerdote, buen pastor, maestro y siervo de todos.”
Justo antes de esas palabras, los sacerdotes, el Obispo, los diáconos y sus esposas, las mujeres religiosas y el laicado habrá todos renovado su compromiso de ser siervos fieles.
Tradicionalmente, la Misa Crismal se celebra el Jueves Santo por la mañana. Sin embrago, en diócesis rurales tales como la nuestra, en donde las distancias son muy amplias entre la Catedral y algunas de las pa-rroquias, la Misa Crismal puede ser celebrada antes del Jueves Santo permitiéndoles a los sacerdotes estar en sus parroquias para la celebración de la Misa de la Última Cena.
El Jueves Santo es considerado el momento en que Jesús instituyó el Sacramento de las Santas Ordenes.
Debido a que la bendición de los Santos Óleos se rea-liza el Jueves Santo, una conexión fue realizada con los sacerdotes, aunque el compromiso de renovación fue realizado en la Misa Crismal.
El Consejo Vaticano II dirigió a los Obispos a verse como hermanos de todos los sacerdotes diocesanos, y a los sacerdotes a verse formando una comunidad o fraternidad. Por sobre todo, fue vista como que cada ministerio en cada parroquia y a lo largo de la diócesis tiene la responsabilidad del Obispo y sacerdotes trabajando juntos como siervos fieles.
Desde el Consejo Vaticano II, la renovación del compromiso al servicio fiel ha sido extendida para incluir a los diáconos y sus esposas, a las mujeres y hombres religiosos y al laicado. Cada persona bautizada, casada, soltera, ordenada o viuda- ha recibido el don de ser siervo. Jesús les dijo a sus seguidores que Él vino a servir y no a que lo sirvieran. (Mateo 20:28) En la Misa Crismal todos nos comprometemos a ser siervos fieles.
Durante la Misa escucharemos que, para seguir en el servicio fiel al Señor, estamos llamados a renunciar a nosotros mismos y a ser testigos de Su amor salvador. ¿Qué significa esto? No significa cargar una Cruz y seguirlo (Mateo 16:24), significa que quien sacrifique su vida por Cristo hallará la vida, el hacerlo es celebrar con bien el Jueves Santo y el Viernes Santo.
El Jueves Santo es la Última Cena. Estamos junto a Jesús cuando Él dice a sus discípulos “Este es mi cuerpo y esta es mi sangre.” Él no solo habla del pan y vino. Sino que también habla de su cuerpo y su sangre. Me viene a la mente la canción “Somos el Cuerpo de Cristo”. Llevar la Cruz significa tener un entendimiento más profundo de mi ser transformado como discípulo de Jesús.
La Misa del Jueves Santo celebra el lavado de pies tal como Jesús lo hizo en la Última Cena. Su acto de humildad nos demuestra que, de hecho, sin importar quienes somos, todos somos siervos.
El cargar Su cruz es celebrar el Viernes Santo, la Liturgia del Viernes Santo tienetres partes. Primero las Escrituras – esto es la lectura o canto de la pasión; segundo, la veneración de la Cruz; y tercero la comunión de la Misa del Jueves Santo.
Este año en la Catedral de la Magdalena, la veneración de la Cruz sucederá sin besar ni tocar la Cruz, sino solo venerándola, aún así, dando gracias a Cristo por Su muerte. Al ver a Jesús, el redentor, entendemos nuestra necesidad de redención. Sin importar quienes somos, todos somos pecadores.
Siervos y pecadores son dos palabras que describen a los sacerdotes. Los sacerdotes diocesanos se reúnen en la tarde de la Misa Crismal para un día de oración y reflexión. En este día se incluye la oportunidad del Sa-cramento de Reconciliación (Confesión). Cuando nos reunimos, compartimos nuestro trabajo. Queremos seguir como una fuerte comunidad y como una fuerte fraternidad. No individualmente sino como una comunidad de sacerdotes de la diócesis. Comprometidos al servicio fiel del Señor, Su pueblo y del mundo.
Traducido por: Laura Vallejo
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