Paciente de cáncer con estragos físicos y financieros aún optimista

Friday, Sep. 04, 2009
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Adelina Márquez trae un tipo de escayola en su brazo izquierdo tras tener un transplante de médula ósea el 31 de julio. A pesar de todos sus estragos, ella dijo mantenerse optimista.

MIDVALE — Adelina Márquez, una paciente de cáncer de 40 años de edad, baja estatura y ojos grandes entusiastas, me dio la bienvenida a su casa, donde una vela iluminaba las imágenes de la Virgen de Guadalupe y de San Judas Tadeo.

Al comienzo de la entrevista con el Intermountain Catholic, Márquez me dio una lista de casi 20 parientes que han muerto a causa del cáncer.

"Al último que vi enfermo cuando vivía en California y estaba embarazada de mi hija (quien ahora tiene 22 años de edad) fue mi primo Nacho. Lo vi agonizar. La medicina no le ayudaba con el dolor", dijo Márquez.

Con tal historial médico en su familia, era muy posible que el cáncer llegara a su hogar, pero Márquez nunca se imaginó que ella sería la próxima en padecer de esta enfermedad.

"Hace siete años que me enteré. Fue durante mi examen anual de papanicolaou. Tenía algunos síntomas: hemorragias, cansancio, piernas hinchadas y moretones por todas mis piernas. Pero yo no lo creía".

Al escuchar la noticia, Marquez solo pudo pensar en sus hijos y sus padres.

"Mi hermano acababa de morir en un accidente. También el padre de mi madre había muerto y ella estaba sufriendo mucho. No sabía cómo decírselo", dijo.

Mayra, la hija de Márquez, dijo admirar la capacidad de su madre de pensar en otros en vez de en sí misma, especialmente en medio del dolor.

"Nos enteramos de su enfermedad tres o cuatro días antes de la Pascua y mi cumpleaños iba a ser en mayo, así que ella dijo que celebraría mi Quinceañera aunque fuera lo último que haría. La planeó en menos de 21 días".

Márquez trata de mantener los ánimos, pero el cáncer le ha traído muchos estragos a ella y a su familia. Su cáncer comenzó en la matriz y los ovarios; después se esparció por su seno derecho, su espalda y finalmente sus huesos. Ha tenido once cirugías y muchas sesiones de quimioterapia y radiación.

"Le tenía mucho miedo a la quimioterapia. Pero no pensé que fuera tan duro, tan feo. Me llevan a un cuarto que parece una sala grande. Ahí me siento sola en un sillón. Parece como si me estuvieran dando suero. Luego empieza a recorrer mi cuerpo – es como un veneno – y me duele muchísimo el cuerpo. Me dan dolores de cabeza y escalofríos. No quiero comer y me da calor. Siento como si me quemara y lo siento en mis huesos. Me desespero y la presión de la sangre me baja", dijo Márquez.

La radioterapia previa a un transplante de médula ósea es aún más dolorosa.

"Me meten a un lugar que parece una máquina de rayos x que le manda rayos a la parte que está siendo tratada. Casi no puedo respirar y tengo mis oídos cubiertos. No puedo abrir los ojos porque los tengo vendados. Mi terapia comenzó con ocho minutos de radiación, y lo más que he tenido han sido 28 minutos de radiación".

Además de las terapias y las múltiples cirugías, Márquez también tiene que tomar alrededor de 17 pastillas al día. Y nada de esto es barato.

"Acumulamos una deuda de aproximadamente $1.5 millones en poco más de tres años. Parte de esto se debe a que mi esposo, sin saberlo, firmó unos papeles del seguro que decían que ya no queríamos el seguro. Así es que yo estaba recibiendo tratamiento sin un seguro médico. En 2003, perdimos nuestra casa y todo. Nos fuimos a la bancarrota".

Márquez ahora sí tiene seguro (aunque solo cubre hasta cierta cantidad) pero dijo que ella y su familia aún tienen dificultad para pagar las facturas de los hospitales y sus gastos del hogar. Los hospitales le descuentan a su esposo el 25 por ciento de sus ganancias y ella no ha trabajado mucho debido a sus dolores. Márquez solamente ha trabajado tres días en tres meses. Teme que los hospitales le lleguen a negar sus servicios pero también se preocupa por las cosas que les está negando a sus hijos por la falta de dinero. Márquez dijo que su hijo Manuel no ha asistido a la escuela porque no han tenido dinero para pagar la matrícula de la preparatoria. Ella y su hijo hicieron una cita con un oficial de la escuela para que les autorice hacer pagos mensuales o alguna alternativa.

Pero son precisamente situaciones como esta las que la motivan a querer mejorarse.

"El que uno de mis hijos no pueda ir a la escuela me desespera; pero pienso, ‘Dios me ha de ayudar a estar bien para poder trabajar y tener bien a mis hijos’".

Márquez siempre ha sido muy trabajadora, algunas veces trabajaba doble turno, dijo su hija Mayra.

"La admiro. He conocido a gente a la que le han dicho lo mismo y no dura mucho".

El 6 y el 31 de julio, Márquez recibió un transplante de médula ósea. Dijo que se preparó yendo a Misa en la parroquia de Sta. Teresita del Niño Jesús en Midvale y recibiendo la unción de los enfermos.

"Me sentí cómoda cuando el padre Martín Díaz (pastor) me apretó la cabeza; no quería que me la soltara. Me sentí con más fuerzas, con más valor".

En el día del transplante, "estaba tranquila. Mi esposo estaba nervioso, pero luego dijo que después de verme tranquila él también se calmó", dijo Márquez.

Es un poco pronto para saber si la operación fue exitosa. Por lo pronto, Márquez dijo tener días buenos y malos. Próximamente, el 18 de octubre, el doctor le hará una prueba más para determinar que seguirá después del transplante.

"Soy optimista", dijo Márquez. Cuando tiene oportunidad, asiste a distintos grupos de apoyo. Incluso ha participado en caminatas.

"Me gusta ver a gente que está pasando por lo mismo. Hasta me gusta ver a gente pesimista porque puedo ver que los motivo cuando hablo con ellos".

Márquez y su familia han tenido que soportar la carga del cáncer, pero también han visto la otra cara de la moneda: han experimentado el amor y cuidado de sus familiares, amigos, vecinos y hasta extraños.

"Mis compadres Adriana Ortega y Baltazar Pantoja, sus hijos, y las hermanas de él, han hecho ventas y lavado carros para recaudar fondos y ayudarme a pagar la renta. A veces llegan aquí y revisan el refrigerador. Si no hay algo en él, entonces nos traen comida. También, una señora pago $100 para que le lavaran el carro. Yo no la conocía ni nada", dijo Márquez.

"No me va a alcanzar la vida para agradecerles. Siempre pido por esa gente, que Dios se los pague y se los multiplique; que les dé muchas bendiciones".

Para información sobre cómo ayudar a A delina Márquez, favor de llamar al 801-330-2932.

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