Partidarios del suicidio asistido perpetúan mitos, la propuesta sigue siendo discutida

Friday, Jul. 29, 2016
By Jean Hill
Director, Diocese of Salt Lake City Office of Life, Justice and Peace

Traducido por: Laura Vallejo

El suicidio asistido sigue siendo discutido en la legislación de Utah. Aunque la legislación propuesta falló en su aprobación durante las últimas dos sesiones, el 13 de julio un comité legislativo una vez más discutió el tema. Durante tal audiencia los partidarios perpetuaron por lo menos tres mitos prácticos los cuales los Católicos debemos de estar preparados para defender conforme seguimos luchando en contra de tal ley. 
Mito 1: No es suicidio.  
Los partidarios ofrecen dos explicaciones para apoyar la afirmación de que el quitarse la vida no es suicidio si se padece de una enfermedad terminal. El primero fue el argumento circular de que la ley, si aprobada, iba a decir que el tomar medicinas prescribidas por un doctor en dosis letales no es suicidio. En esencia, los que lo proponen dicen que, ya que no se llama a este acto suicidio, entonces este no lo es. Sin embargo, si la propuesta es aprobada, la nueva ley todavía reconoce que está creando una ficción legal al requerir que en el certificado de muerte se indique que la persona falleció debido a la enfermedad que padecía, no por haber consumido una dosis letal de medicamentos.
El argumento más alarmante en contra de llamar a esta propuesta suicidio asistido se centra en una analogía basada en la enfermedad la cual compara a la persona que comete suicidio con un héroe de Guerra quien salta en una granada para proteger a los demás, mientras que la persona comete un suicidio por razones no relacionadas con una enfermedad terminal es un actor innoble. Este argumento proclama que quienes cometen suicido desean morir, mientras que quienes cometen suicidios asistidos no, pero se ven forzados a hacerlo por su enfermedad.
Este argumento perpetuo con ideas equivocadas comunes acerca de las personas que sufren de pensamientos suicidas. La mayoría no desean morir. En su lugar, simplemente ven - racionalmente o no - una forma de escape de sus situaciones y de su dolor. Quienes lo proponen ponen como ejemplo a un grupo de suicidas como héroes y a los demás como merecedores de desprecio, esto no hace más que albergar prejuicios dolorosos que etiquetan a las personas con enfermedades mentales como seres humanos inferiores quienes sólo necesitan recibir una ‘sacudida’.
Mito 2: Nada malo pasa en los países y estados en donde el suicidio asistido es legal.
Quienes lo propone citan estudios de Oregón en donde se dice mostrar que ninguna persona nunca ha sido obligada a tomar prescripciones letales y en donde nadie nunca ha sufrido de una muerte menos pacifica por las pastillas. Ambos argumentos sobrepasan el hecho de que la ley de suicidio asistido hace imposible determinar si cualesquiera de este tipo de eventos sucedieron.
Según la ley de Oregón, y la ley propuesta en Utah. Una vez que el doctor entrega la prescripción letal, sin ser imparcial, una persona no relacionada tiene que darle seguimiento a la muerte asegurándose de que no haya chantajes o reacciones malas ante las drogas. No existe información que sugiera que una persona ha sido chantajeada ya que, por ley, no se necesita recolectar tal información. Las historias en los periódicos de reacciones males o de chantajes existen, pero el departamento de salud estatales no autoriza que se le dé seguimiento a estos reportes.
Mito 3: “Salvaguardas” en la ley protegerá a los pacientes de tomar dosis letales i sufren de depresión además de su enfermedad terminal.
Quienes lo proponen insisten en que las personas que sufren de depresión se comprometerán al suicidio asistido ya que los médicos que los tratan pueden referirlos a evaluaciones psiquiátricas. Una vez más, muchos hechos relevantes se omiten en tal explicación.
Primero, la relación doctor-paciente puede ser de no más de dos semanas de largo. Como cualquier psiquiatra competente debería insistir, el saber que un paciente sufre de depresión toma una relación de gran tiempo, y un tratamiento específico, no sólo con verlo y que le pidan una prescripción letal.
Segundo, la referencia para una evaluación psiquiátrica es solamente a discreción de doctor que la prescribe. No se requiere de una evaluación antes de prescribir una dosis letal. De los 178 pacientes que buscaron el suicidio asistido en Oregón entre el 2013 y el 2014, solo 5 reci-bieron una referencia para una evaluación psiquiátrica. A pesar de que los estudios demuestran que de un 25 a un 77 por ciento de los pacientes con diagnósticos terminales sufren de depresiones severas.
Mientras que en Utah el comité legislativo puede no tomar acción en este momento, otra versión de una propuesta para suicidio asistido se espera sea lanzada durante la sesión legislativa del 2017.  Para aquellas personas interesadas en aprender mas, por favor visiten http://www.dioslc.org/ministries/governmentliaison/assisted-suicide-and-the. 
Muchas gracias a quienes han alzado sus voces en contra de esta propuesta y a quienes lo siguen haciendo, me gustaría invitar a que más personas también lo hi-cieran. El suicidio asistido pasa por alto las enseñanzas de la Iglesia Católica en cuanto a la santidad de la vida desde el nacimiento hasta la muerte natural. Nuestros legisladores deben de saber, que nosotros los constitu-yentes Católicos, nos oponemos a esta ley.

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