Cuando tomé la difícil decisión de suspender todas las misas públicas y actividades relacionadas con la Iglesia en la Diócesis de Salt Lake City para cumplir con las medidas gubernamentales, lo hice a pesar de que significaba privar a los Católicos locales de muchas fuentes de alimento espiritual, muy especialmente la Sagrada Eucaristía. Sin embargo, di ese paso porque era necesario proteger el precioso don de la vida de Dios y así como para el bien común.
Muchos estamos esperando el momento en que las restricciones de salud sean relajadas y podamos empezar a reunirnos nuevamente para la Santa Misa y las reuniones sociales. Nuestros oficiales gubernamentales y expertos en salud aquí en Utah están planeando nuevas guías para que se puedan reducir las restricciones. En la Diócesis de Salt Lake City, estamos planeando cómo podremos celebrar misas públicas y otros sacramentos mientras nos atenemos a estas nuevas directrices, cualesquiera que sean, siempre tomando en cuenta la protección de la vida, la salud y la seguridad de todos.
Sabemos que todos los Católicos anhelan volver a sus parroquias, participar en la liturgia Eucarística y recibir la Sagrada Comunión. Sin embargo, pedimos su paciencia y caridad cristiana conforme tomamos las decisiones que nos permitirán celebrar la Misa, pero manteniendo a todos seguros. Aunque esta idea nos llena de alegría, es importante que todos sepan que las cosas no volverán inmediatamente a ser como eran antes de la pandemia.
Todavía no hemos podido determinar cuándo volveremos a poder celebrar Misas públicas, o cuando la Primera Comunión, Conformación y eventos similares podrán llevarse a cabo. Sin embargo, sabemos que cuando estos sucedan, habrá guías a seguir. Tal como lo escribió mi cofrade y hermano, el Arzobispo Samuel J. Aquila de Denver en un artículo dirigido a su congregación, una vez que podamos volver a reunirnos de nuevo, hay cinco cosas que todos debemos estar preparados:
1. La asistencia será limitada. Sabemos que se mantendrán las restricciones sobre reuniones de grandes multitudes, así es que lo más seguro es que las parroquias tendrán que determinar una manera justa para la asistencia a las Misas. Es importante que las personas se registren para recibir comunicaciones de sus parroquias para que así puedan saber cómo su parroquia va a determinar cuántas personas pueden asistir a las Misas y cuales personas serán, por ejemplo, sistemas de registro, días asignados, etc. Nadie debe de esperar poder asistir a Misa con regularidad.
2. El distanciamiento social seguirá en pie. Lo más probable es que su parroquia tendrá bancas o asientos restringidos, y que se les pedirá a las familias mantenerse a seis pies separadas de los demás. Esté preparado para usar tapabocas en las Misas para así evitar la propagación de gérmenes. Si alguien presenta cualquier tipo de síntoma de enfermedad y son personas vulnerables, por favor permanezca en sus casas.
3. Sucederán cambios Litúrgicos. Se aplicarán protocolos de precaución similares a los establecidos a principios de marzo, como la suspensión del saludo de la paz y la distribución de la Preciosa Sangre, así como la Santa Comunión será recibida en las manos.
4. Una dispensanción general de la obligación del Domingo permanecerá en efecto para los grupos de alto riesgo, para quienes presenten síntomas y para cualquier persona que se sienta más segura permaneciendo en casa. No será un requisito la asistencia. Debido a que su familia tal vez sólo pueda asistir a misa de manera irregular, y no necesariamente el domingo, planee seguir manteniendo el Día de Obligación (Domingo), participando en las Misas en vivo y pregrabadas.
5. Todavía existirá el riesgo para cualquier persona que asista a Misas públicas. Aun con las mejores prácticas de salud y estrictas restricciones de distanciamiento social. Cualquier persona que ingrese a un espacio público deberá reconocer que existe riesgo de contraer el coronavirus. Se harán limpiezas profundas en nuestras iglesias, pero nadie debe esperar que estén más seguras contra los gérmenes que otros espacios públicos.
Finalmente, busquemos el progreso no la perfección. No hay duda de que habrá desafíos y frustraciones. Su familia pude que no pueda asistir a Misa las primeras semanas cuando se reanude. Una parroquia puede equivocarse o las cosas no sucedan como se planea. Sin embargo, creemos que seguir las guías es un sacrificio razonable. A medida que veamos los números estables y descendiendo comenzamos a sentir que la situación está mejorando. Si buscamos maneras de evitar las regulaciones, crearemos situaciones que nos forzaran a regresar al principio de la crisis.
Por lo tanto, por el bien común y para que ultimadamente podamos servir mejor a nuestra propia comunidad, que no queremos contribuir al efecto de retroceder, lo que causaría la asistencia a Misa aun en un futuro más lejano. Así es que trabajemos juntos y sigamos las reglas, y las probabilidades son que estas serán para el mejoramiento del bien común.
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