Reflexión de Cuatro Minutos Sobre La Misa

Friday, Sep. 09, 2022
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By Special to the Intermountain Catholic

Nota editorial:  Esta es la primera reflexión de una serie sobre la importancia de la Eucaristía y lo que significa ser personas de la Eucaristía. Estas reflexiones son parte del Avivamiento Eucarístico de la Diócesis de Salt Lake City, el cual tuvo comienzo el 19 de junio y concluirá en el mes de julio del 2024, con el Congreso Nacional Eucarístico a realizarse en Indianápolis.

Estas reflexiones han sido diseñadas para ser leídas por un sacerdote, diácono o ministro durante las Misas,  después de la oración posterior a la comunión. Estas aparecerán impresas en este periódico, así como en el sitio diocesano en línea www.dioslc.org. La serie de reflexiones continuarán hasta el mes de junio del 2023 en preparación para el 9 de julio del 2023, día en que se celebrará el Rally Eucarístico Diocesano en el Centro Expositor Mountain América en Sandy.

La Eucaristía es la fuente y la cumbre de la vida cristiana. La razón por la que nos reunimos cada domingo no es sólo por la comunidad o por las lecciones espirituales que podemos aprender en las homilías. Esas cosas son buenas y necesarias, pero la razón por la que nos reunimos en primer lugar es la Eucaristía. La Misa se cons-truye en torno al momento en que todos participamos en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Es posible que sea la primera vez que escuche esto, o tal vez ha escuchado este sentimiento con tanta frecuencia que ya no significa mucho para usted. Pero debemos darnos cuenta de que en el corazón de la Iglesia Católica está la Eucaristía, porque nos une a Dios al permitirnos participar juntos en su sacrificio a través de la Misa.  

Sólo podemos comprender verdaderamente el don de la Eucaristía si podemos entender por qué nos reunimos para la Misa. Mientras celebramos el Avivamiento Eucarístico en los Estados Unidos, la Diócesis de Salt Lake City presentará una serie de breves reflexiones sobre la Misa. Estas reflexiones de 4 minutos pretenden ser una mini “clase sobre la Misa”.  

Recorreremos toda la Misa a lo largo de esta serie de reflexiones, y empezaremos a notar que cada detalle de la Misa, incluso aquellos con los que no estamos fami-liarizados, apuntan y encuentran su pleno significado en la Eucaristía. Si alguna vez te has preguntado: “¿Por qué hacemos esto durante la Misa? ¿Cuál es el propósito de tener esto durante la Misa? ¿Por qué no podemos hacer esto durante la Misa?”, entonces esperamos que estas reflexiones respondan a todas esas preguntas, explicando al mismo tiempo que cada parte nos lleva finalmente a comprender y apreciar la Eucaristía. Descubriremos una armonía entre los componentes de la Misa y la presencia de Cristo a lo largo de la historia de nuestra fe.

San Agustín se dirigió una vez a Dios llamándolo “Belleza siempre antigua, siempre nueva”. Esta descripción es igualmente apropiada al describir la Misa. La Misa en sí no es nueva; Cristo mismo instituyó la Misa en la Última Cena y nos la transmitió, pero podemos experimentar sus palabras y acciones en la Última Cena ahora en el momento presente. Dado que la Misa viene a nosotros directamente de Cristo, cada parte de ella indica cómo podemos encontrarlo, amarlo, conocerlo y compartirlo con el mundo.  

La Eucaristía es la Presencia Real de Jesucristo entre nosotros y dentro de nosotros; todo en la Misa gira en torno a ella, y Cristo nos revela gradualmente su pre-sencia con mayor claridad y profundidad a lo largo de la Misa hasta el momento de la consagración. Nosotros, a su vez, nos convertimos en Cristo para los demás cuando lo recibimos en nuestro corazón y somos llamados a “salir”.  

A través de estas reflexiones, aprenderá cosas nuevas sobre la Misa. Descubrirá que la Misa nos permite revivir toda la Historia de la Salvación, desde los rituales de sacrificio del Antiguo Testamento hasta las Bodas del Cordero en el libro del Apocalipsis.  

Si es usted nuevo en la Misa, habrá notado que utilizamos los cinco sentidos básicos (vista, sonido, tacto, gusto y olfato) durante la liturgia, lo que nos ayuda a unir nuestras almas a Dios a través de nuestros cuerpos. Esto se debe a que la Misa se vive activamente. A través de nuestros cuerpos y en la Misa, adoramos a Dios, expresamos nuestro remordimiento por nuestros pecados, le damos las gracias por todo lo que ha hecho y le pedimos que se nos revele.

Finalmente, el tiempo que pasamos juntos nos lleva al momento en que Él se revela plenamente en la Eucaristía. Pero el proceso, como aprenderemos a través de estas reflexiones, es gradual y constante a lo largo de la Misa.

 

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