Retiros diocesanos les dan la oportunidad de camarería y de oración, dicen unas hermanas

Friday, Feb. 21, 2020
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By Linda Petersen
Intermountain Catholic

Traducido por: Laura Vallejo

SALT LAKE CITY — Como hermanas, Joanne Tuero y Diana Murphy siempre han hecho cosas juntas. Entre sus actividades favoritas están en realizar álbumes, las compras y llevar a sus nietos a vivir aventuras; Tuero tiene cuatro hijos. Siete nietos y un bisnieto que pronto nacerá.

Con solo un año de diferencia, las dos siempre han sido muy unidas, pero en años recientes las circunstancias las han unido más.

Murphy, quien está retirada como analista en sistemas computacionales, tiene una condición que la ha dejado legalmente ciega; Tuero, quien es una enfermera retirada, ahora actúa como su chofer y más.

“Después del diagnóstico de Diana, me convertí en su chofer, en su guía, en su todo,” dijo Tuero, quien es la mayor de los nueve hermanos. Ella es la líder del dúo, mientras que Murphy, quien cuenta con un gran sentido del humor y una perspectiva de la vida y de su discapacidad es quien mantiene reales las situaciones.

Las dos abuelas intercambian palabras, así como pasan las páginas de sus libros de manualidades, frecuentemente terminando lo que la otra está diciendo; complementando o simplemente interrumpiendo a la otra y en ocasiones hablando al mismo tiempo.

Murphy quien dijo que su mamá decía tenía un temperamento fuerte, dejó la Iglesia durante muchos años, regresó a la misma cuando su hijo comenzó las clases de catecismo. En contraste, Tuero siempre ha sido muy fiel excepto cuando tenía 19 años de edad y su hermana menor quien en ese entonces tenía 4 años de edad, falleció ahogada.

“Estaba enojada con Dios y dije ‘te voy a castigar’ no fui a la Iglesia en todo ese año. Así es que decidí que estaba castigando a Dios.”

Cuando la familia se reunió y hablaron de como su hermana ya no iba a tener que pasar por los retos que la familia pasaba, Tuero se dio cuenta de que Lucina era la afortunada, y fue así como su enojo se disolvió y pudo seguir adelante.

Aunque ambas hermanas han tomado caminos diferentes en la fe, ambas han llegado al mismo destino, en donde ahora valoran las creencias que su madre Blandina les enseñó.

En estos días Tuero tiene una especial devoción por el Rosario. En lugar de escuchar la radio en su coche ella pone un CD con el Rosario y lo reza en su camino. Murphy, al principio no estaba segura de hacerlo, pero ahora también lo hace.

Murphy, es feligrés de la parroquia de St. Vincent de Paul, Tuero quien está casada con el diácono Manuel Velez, cuando no está acompañando a su esposo en sus asignaciones en las parroquias, asiste a Misas en la Catedral de la Magdalena. Las hermanas asisten juntas a las celebraciones de la Pascua y de Navidad a la parroquia “que tenga el más grande y más celebrado evento,” dijo Tuero.

Ambas han cursado el estudio de la Biblia y juntas han asistido a muchas de las lecturas Benvegnu así como a las series de películas de Cuaresma presentadas en la parroquia de St. Vincent de Paul. Últimamente han encontrado una fuente espiritual y de esperanza en los retiros que han compartido.

Durante los últimos cuatro años, juntas han participado en los retiro diocesanos de Cuaresma y han guardado los recursos y materiales que se dan en los mismos.

“Es muy lindo ir acompañada,” dijo Murphy. “Así podemos compartir lo que pensamos y hablar de lo que vivimos. Podemos compartirlo con nuestras familias,”

Dijeron que existe un  gran sentido de camaradería en los retiros.

Las hermanas ya se registraron para el retiro diocesano de este año, el cual está programado para el 21 de marzo.

Tuero y Murphy, quienes trabajaron mientras sus hijos eran pequeños, dijeron que las familias están siempre muy ocupadas y pareciera que es un sacrificio el hacer tiempo para ir a u retiro.

“Uno está muy ocupado, no tiene tiempo,” dijo Murphy.

Al unísono las hermanas dijeron “pero si uno para, para y asiste a uno...”

“Creo que sentirías que tu vida no esta tan vacía, aunque estás muy ocupado,” dijo Murphy. ‘Tal vez signifique algo; tal vez uno puede unirlo a Dios ya que a veces uno se olvida de Dios. Todos nos olvidamos de Dios.... Cuando uno asiste a un retiro uno vuelve a aprender de su religión. Uno no va a la escuela; ya no hay catecismo. La Iglesia cambia, y si uno no está leyendo constantemente, uno no se entera de lo que está pasando en la Iglesia.”

Tuero dijo que los retiros son en parte educación y en parte oración,’ pero la oración es la base, orar, orar, orar...”’

“Uno se siente más conectado con Dios, el mundo exterior desaparece,” agregó. “Se tiene tiempo para escuchar.’

Además del conocimiento que han recibido y las oraciones en que han participado, algo que los retiros siempre les dan es la esperanza.

 “Uno crece en su interior y uno espera que con tener fe en el Señor y con escuchar lo que te está diciendo y con practicar lo que Jesús nos ha enseñado, uno llegará a ser un ejemplo para el mundo,” dijo Tuero.

“Simplemente te abre la mente; uno se enreda mucho en su propio mundo y entonces asistes a un retiro y escuchas a las demás personas,” dijo Murphy. “Uno habla del Señor y de lo que el Señor ha hecho por nosotros y es entonces cuando uno dice ‘Ah!, hay esperanza.’

Aunque frecuentemente le hace preguntas a Tuero y a su cuñado acerca de la Iglesia, a Murphy le encantaría ver que en la diócesis una o más parroquias ofreciesen clases de catecismo para adultos (de formación continua).

 “No puedo recordar porque hacemos lo que hacemos; no puedo recordar la mitad de mis oraciones,” dijo.

 Mientras tanto, ella encuentra en los retiros la educación que tanto desea.

“Cuantas personas hay como yo, quienes no saben y tienen miedo de preguntar y sentirse tontas diciéndose a sí mismas ‘que tonta soy porque no se esto’... Necesitamos algo; algo que lleve a los Católicos de vuelta al aprendizaje, y eso es lo que espero que los retiros hagan.”

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