Casi es Semana Santa, la semana más importante de nuestra fe. Jesús entra a Jerusalén y la gente lo recibe de manera triunfante. Es cuestión de días para que la multitud que lo aclama como rey pida que sea crucificado.
Cuando aprehendieron a Jesús, todos huyeron. Después del juicio, lo azotaron, le escupieron y lo despojaron de sus vestiduras. Cuando Jesús colgaba de la cruz y tuvo sed, le dieron a beber vinagre.Este relato nos muestra actitudes que quizás todavía tengamos. Somos miembros de una misma familia humana pero posiblemente volteamos la mirada ante el sufrimiento de nuestros hermanos más vulne-rables. Jesús, en cambio, nos pide que no abandonemos a los más débiles y que veamos en ellos a Él mismo.
A lo largo de la historia ha habido personas que han entendido lo que significa ser misericordioso con los que sufren. En el camino de Jesús al Calvario, una mujer audaz, movida por amor, le limpió el rostro. Un hombre obligado a ayudar a cargar la cruz fue transformado por la experiencia. Al pie de la cruz, el discípulo amado se comprometió a cuidar de la Madre de Jesús como su propia madre. Después de la crucifixión, un hombre rico ofreció su propia tumba para enterrar a Jesús.
Estos son, sin duda, ejemplos de las obras de misericordia, ejemplos de corazones que se compadecen de quienes tienen necesidad. Y es que eso es lo que Jesús espera de nosotros; que extendamos nuestra mano y abramos nuestro corazón a los demás, para que, junto con Él, entremos a la vida eterna.
Mientras nos preparamos para la Pascua, reflexionemos cómo nuestros sacrificios y acciones pueden transformar la vida de otros. En esta semana tan importante, esforcémonos por hacer de las obras de misericordia un hábito diario, en casa y en todo el mundo.
REFLEXIONA
¿Cómo esta jornada de Cuaresma con Plato de Arroz de CRS ha cambiado tu vida?
Stay Connected With Us