Seminaristas reflexionan sobre su institución como lectores y como acólito

Friday, Apr. 10, 2020
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Andre Sicard

SALT LAKE CITY — En meses recientes, tres seminaristas de la Diócesis de Salt Lake City quienes están estudiando para el sacerdocio han dado el siguiente paso formal en su preparación para su ordenación: Andre Sicard y Anthony Shumway fueron instituidos como lectores y Oscar Marquina, fue instituido como acólito. Más adelante cada uno reflexiona sobre esto.

Andre Sicard

El 13 de febrero fue instituido como lector por el Obispo Roy E. Campbell Jr., Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Washington D.C. en el Colegio Teológico, el cual es mi seminario en Washington D.C.

Ser instituido al ministerio de lector es uno de los pasos formales en la Iglesia hacia la Santas Ordenes. Esto significa que ahora yo ya estoy instituido por la Iglesia para formalmente proclamar las lecturas en la Misa y otras liturgias. Pero eso no significa que yo no haya sido lector en una Misa antes de ser instituido. Antes del 3 de febrero varias veces ya había leído en Misas, pero al reflexionar en lo que ser un lector instituido significa para mí, entendí que ahora reflexiono en ello como un compromiso en la Iglesia y en la Palabra de Dios.

Antes de la institución, oré con las palabras que iban a ser dichas durante el rito de Institución como Lector. La palabra que veía y veía y que hacía que mi corazón latiese más fuerte fue la palabra ‘fiel’. Conforme el obispo invitó a las personas a orar por quienes han sido instituidos como lectores dijo “Oremos por que sean fieles al trabajo que se les confiere.” Entonces en la oración el Obispo oró, “Concédeles que conforme meditan constantemente sobre tu Palabra, crezcan en sabiduría y fielmente la proclamen ante tu pueblo.” Y entonces finalmente, cuando nos hincamos enfrente del obispo y él nos dio la Biblia, nos dijo: “Tomen este libro de las Sagradas Escrituras y sean fieles proclamando la Palabra de Dios.” Creo que fue el Espíritu Santo quien me enfatizó ‘Fiel’ , para ayudarme a ver la importancia de este momento en mi proceso de formación hacia el sacerdocio.

Realmente este fue el primer momento en mi camino vocacional en que, delante de la asamblea representante de toda la Iglesia y especialmente del Pueblo de Dios en Utah, me estaba comprometiendo a ser fiel a la Palabra de Dios y al Cuerpo de Cristo. Esto significa que había tomado la responsabilidad de crecer junto a la Escritura y de proclamarla correctamente desde el ambo, la mesa de la palabra para que así quienes se reúnen en Cristo se puedan beneficiar y crecer en y con la Palabra.

Este es un compromiso importante. ( Y no sólo para mí, sino para todos los que son lectores). Así es que les pido por sus oraciones conforme continuo en el camino hacia el sacerdocio para que así yo verdaderamente fiel pueda “ser fiel dando la Palabra de Dios.”

En mi compromiso a la Palabra de Dios como lector, también de comprometo a tenerlos a todos, el cuerpo de Cristo en Utah quienes fielmente apoyan mi vocación, están en mis oraciones.

Anthony Shumway

Como seminarista, ser instalado como lector es un gran paso en mi camino hacia mi futura ordenación al sacerdocio. Fue la realización de que ya he estado en el seminario durante cuatro años, y aunque ya había dado pequeños pasos y dije “sí” de maneras privadas a mí mismo y ante el obispo. Ahora de manera más radical y pública estoy expresando mi compromiso a vivir mi vida orientado hacia Dios y hacia la Santa Madre Iglesia.

Esta realización al principio no me llegó, mientras estaba leyendo el documento “Ministeria Quaedam” escrito por el Papa Pablo VI en 1973, sobre lo que era ser lector y mientras escribía mi petición a principios del año dirigida al Obispo Solis, no podía quitarme el pensamiento de que yo ya había leído en las Misas durante años, así que me preguntaba ¿cuál era la grandeza de esto? Pero al estar parado enfrente del Obispo Joseph V. Brennan de la Diócesis de Fresno, quien me instauró como lector, y lo escuché decir “Toma este libro de las Santas Escrituras y se fiel al proclamar la Palabra de Dios, para que así fortalezcas muchos corazones en su pueblo,” todo esto al darme la Biblia, no pude dejar de pensar en lo real que mi compromiso con esta vida era.

En el seminario nos han enseñado a leer las Escrituras cada día, no solo porque las encontramos interesantes o porque nos van a hacer un exámen, sino porqué se necesita que sean algo que nos llene junto a la Eucaristía, para que así podamos vivir mejor nuestras vidas como padres espirituales. Necesitamos no sólo leerlas sino necesitamos vivirlas. Eso es lo que se dice cuando uno es instalado como lector. Ve y vive el Evangelio con todos, y hazlo más radicalmente de lo que ya lo has hecho.

Ese fue el momento en que me dí cuenta de lo mucho más que solo leer en las Misas, ahora con la ayuda del Espíritu Santo puedo cumplir con mi obligación y promulgar el Evangelio de manera glorificadora. También estoy agradecido y feliz de que ahora soy un lector de la Iglesia Católica.

Oscar Marquina

(Roma, Italia) Como un seminarista a dos años de su ordenación, recientemente fue instalado en el Ministerio del Acólito. No pude más que verme proyectado en el día de la ordenación, ya que todo estuvo allí, aunque a pequeña manera: una ceremonia litúrgica diferente, el llamado a pasar de los candidatos, y una alegre fiesta después. La instalación como Acólito permitió a mi corazón y mente entrar en la lógica del sacerdocio, lo cual es de hecho lo que estas órdenes menores tienen la función de hacer. A la responsabilidad de las ordenes menores pueden ser realizadas por una persona laica, tal y como yo lo he hecho en nuestras diócesis como lector, y servidor de altar, en esta ocasión, estuve confirmando mi corazón sacerdotal ante Jesucristo.

Fue el domingo 23 de febrero cuando alegremente procesé hacia la Misa con mi alba y cinturón. Me senté en donde se le pide a los candidatos y se me pidió pasar adelante cuando nuestros nombres fueros nombrados, así procedí a hincarme delante del Arzobispo Augustine Di Noia, quien oró, “Tomen este cáliz con el pan para la celebración de la Eucaristía. Hagan de su vida un servicio a la mesa del Señor y de Su Iglesia.” Mis ojos estaban clavados en el cáliz dorado al que regresé la hostia diciendo “Amén.”

Al final de la Misa el Arzobispo Augustine Di Noia nos felicitó y me preguntó, ¿qué sigue?

Mientras era una pregunta retórica a la que esperaba escuchar “la ordenación sacerdotal” respondí de una manera que hacia sentido inmediato “huevos y asado.”

Así es que ¿por qué el Colegio Pontificio de Norte América, en donde yo estudio, celebra este día con un almuerzo de huevos y asado?, porque es un día de un paso más no solo de camino hacia el sacerdocio, sino al liderazgo de la Iglesia. Cualquier ministro eclesial laico puede realizar deberes similares, pero al ser instituido como acólito en la Iglesia se me da preferencia ante una persona laica - esto a discreción del párroco. Este ministerio es un empujón explícito en mi formación continua al servicio de los demás. Estoy llamado a tomar un papel activo, primario en la vida de la Liturgia. Esto de acuerdo con el documento del Papa Pablo VI llamado “Ministeria Quaedam,” y de la Instrucción General del Misal Romano (187-193), en la cual se define el ministerio y las funciones propias del acolito.

Definidos como los deberes propios de un acolito están el servicio de altar, el servicio como ministro extraordinario de la Comunión, la purificación el cáliz, girar el servicio de Comunión, exposición del Sagrado Sacramento y ser instructor de los fieles en el desarrollo de funciones similares. Yo he realizado y visto como varios ministros laicos realizan estos deberes en nuestras Iglesias locales, y deseo extender y compartir mi gratitud y celebración con todos los líderes de la Iglesia de laicos locales. Que Dios nos siga inundando con su inspiración y gracia para el servicio a los demás.

Traducido por: Laura Vallejo

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