Mientras estaba en una junta de los Servicios Católicos de Alivio (CRS por su siglas en ingles) en Dallas, Texas, me maraville por todo lo que esta organización ha logrado. CRS cuenta con un presupuesto anual de cerca de 1 billón de dólares y ha tocado la vida de cerca de 100 millones de personas en 100 diferen-tes países contando con un personal de 6 mil personas. Muy impresionante! Y aún así nos dieron información de que una y otra vez reportaban el increíble sufrimiento de muchas personas en el mundo. Pero uno no tiene que viajar muy lejos para encontrar el sufrimiento. En nuestro patio existe mucho de eso. Las personas se encuentran desempleadas, esperando por reportes médicos de sus seres queridos, desastres naturales que dejan a las personas en situaciones desesperanzadoras y adicciones que esclavizan a las personas a un mundo de miseria. Ciertamente parece que la miseria está aquí para quedarse! Tal vez estos pensamientos formen el cuerpo de la pregunta del año que se escucha por todos lados… Qué quieres para Navidad? A juzgar por todas las canciones que he escuchado existen varias respuestas a estas preguntas. Algunos esperan que Santa Claus les traiga su juguete favorito, otros están esperando fogatadas en donde puedan comer y tomar ponche. Estas expectativas solo están en la superficie y representan el deseo de ser liberados del sufrimiento, ya sea en grande o en pequeña escala, ya sea de la guerra o solo de lo mal que nos sentimos cuando recordamos que no somos inmortales. Es eso lo que queremos para Navidad – un Mesías que nos libere del sufrimiento? Es acaso el Salvador recién nacido quien nos aliviará de nuestros sufrimientos, el que nos dará lo necesario, el que llenará nuestros deseos, y nos dará algo más extra? Bueno pues sí y no. Al final puede que consigamos todo lo que pedimos allá en el Cielo. Pero por ahora en esta vida, Dios nunca nos prometió un jardín de rosas! De hecho el sufri-miento es parte de la vida – no es nuestro enemigo, algo que se debe evitar a toda costa. Eso es el miedo. Tal como Tennessee Williams dijo alguna vez "No busques el día en que dejarás de sufrir, porque cuando este llegue sabrás que estás muerto". Es a través del verdadero sufrimiento que crecemos y maduramos. Muchas personas piensan que de eso es de lo que se trata la religión: una promesa para eliminar el sufrimiento en esta vida. Creo que fue John McMurray quien dijo que las religiones falsas nos dicen que no nos preocupemos: que lo que más temenos nunca sucederá. Dice que la religión real nos dice que no nos preocupemos: que lo que más tememos probablemente sucederá, pero no debemos de preocuparnos! Lo que esperamos en esta Navidad no es la terminación del sufrimiento sino una promesa de que no sufrimos solos y que este sufrimiento nos llevará a una nueva vida. Eso es precisamente lo que Jesús vino a darnos. La pregunta no es qué esperamos sino a quién esperamos. Se dieron cuenta que en Evangelio del tercer domingo de Adviento San Juan narra que los Bautistas primero preguntaron ¿quién eres? Cuando él res-pondió que él no era Cristo, no era Elijah y no era el profeta, entonces ellos preguntaron "entonces, ¿qué eres?. Ellos lo hicieron correctamente la primera vez. No es un qué esperamos en esta Navidad sino a quien esperamos: a JesuCristo, Emmanuel (Dios con nosotros). Jesús no prometió terminar con todo el sufrimiento en esta vida pero si nos prometió estar siempre con nosotros, aún en los momentos más obscuros. También nos prometió que nos compensará el sufrimiento y nos llevará a una nueva vida, a la vida eterna. Esto resulta no un alivio para nuestro sufrimiento pero lo hace más tolerable. De hecho, nos da el sentido de la compasión- del sufrimiento con Jesús. Jesús es el más compasivo de todos: El nos ama tanto que se vació de todas las prerrogativas divinas para convertirse en uno de nosotros, para sufrir a nuestro lado. Y aún más su muerte y resurrección significan que nuestro sufrimiento y muerte no serán la última palabra, la vida lo será. Irónicamente esta perspectiva que solo viene con la fe nos ayuda a ver que el sufrimiento no es algo que se deba evitar sino algo que se debe aceptar como parte de nuestro llamado personal al crecimiento en la divinidad y la novedad de la vida. El Adviento es un tiempo de volver a prioritizar mientras discernimos lo que realmente queremos en vida, a corto plazo, lo que queremos para Navidad. Es un tiempo para interiorizar en nuestro amor por Cristo para que cuando El llegue estemos listos para recibirlo con los brazos abiertos. Años atrás había un anuncio para la indigestión se preguntaba cómo se deletrea alivio? Nuestra respuesta católica es "E-M-M-A-N-U-E-L". Así es que cada vez aprecio más y más los esfuerzos de CRS. Realmente estamos llevando alivio a aquellos en Irak quienes siguen sufriendo de ataques con bombas; a los haitianos que viven en tiendas de campaña y a aquellos africanos que sufren de enfermedades y hambruna. Pero las buenas noticias son que el Adviento es la espera de quien sufrirá junto con nosotros y quien nos recordará que no sufrimos solos – y eso es lo que hace la diferencia. Esto pone las cosas en perspectiva y nos recuerda que la vida no es acerca de evitar el sufrimiento sino del Salvador que viene a nosotros como un niño vulnerable en un pesebre. "¡Ven Señor Jesús, ven! Pon tu tienda junto a la nuestra una vez más esta Navidad y llénanos con tu promesa de que siempre estarás con nosotros, especialmente en nuestro sufrimiento".
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