Gloriose Uwamahoro y su esposo Karekezi viven en Kigali, Ruanda, y como muchos, saben lo que son las dificultades y el trabajo duro.
Impulsados por el sueño de enviar a sus tres hijos a la escuela, Gloriose vende verduras y agua en un quiosco y Karekezi vende verduras en un mercado. Aunque muchas veces regresan tarde a casa, se sienten bendecidos. “Nuestro país pasó por muchas cosas y, aunque yo digo que ha progresado, el desarrollo continúa siendo importante y sigue en curso”, cuenta Gloriose.
Su hija, como muchos niños de su pueblo, estaba desnutrida. Gloriose entró al programa Gikuriro, un proyecto de Catholic Relief Services financiado por el gobierno de Estados Unidos para apoyar al gobierno ruandés a combatir la desnutrición.
En Gikuriro, Gloriose aprendió a preparar comidas balanceadas. También aprendió sobre la importancia de la higiene y cómo cultivar un huerto casero. Ella compartió todos sus conocimientos con su esposo para que, juntos, pudieran mantener sanos a sus hijos.
En cuanto al cuidado de los hijos, “los padres deben trabajar unidos… porque ellos son nuestra responsabilidad”, dice Gloriose.
Ella también se unió a un grupo de ahorros de CRS y aprendió cómo podía hacer crecer su negocio con préstamos. Ahora, Gloriose y Karekezi ganan lo suficiente para cumplir su sueño de enviar a sus hijos a la escuela.
Gloriose reconoce que, gracias a que los padres de familia de su pueblo ahora saben sobre dietas balanceadas, sus hijos comen lo que necesitan para crecer. Pero lo que ella considera verdaderamente maravilloso es cómo, al participar en el programa, “se le ha dado voz a una mujer”.
“Antes no era común que una mujer hablara … o que pidiera prestado dinero, que lo usara para obtener ganancias y lo devolviera”, dice. “Esto es algo por lo que hay que estar agradecidos”.
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