Abriendo mis ojos ante el racismo

Friday, Dec. 18, 2020
By Jean Hill
Director, Diocese of Salt Lake City Office of Life, Justice and Peace

Soy una supremacista blanca.

No yo no escupo, o creo en las fuertes críticas en contra de las personas de color, pero esa no es la definición más exacta de lo que es un supremacista blanco. Soy una supremacista en el sentido de que me beneficio de una sociedad desarrollada a lo largo de los siglos con un irracional, pero persistente prejuicio a favor de las personas con un tono de color de piel más claro.

Aprendí sobre los beneficios que recibo de la casualidad de haber nacido con un color de piel, particular durante la primera de tres semanas de programas que mi oficina está patrocinando, para un pequeño pero comprometido grupo de individuos que quieren, parafraseando a Maya Angelou, ‘conocer más para ser mejores’.

Como grupo hemos aprendido mucho acerca de nosotros, de nuestra nación y de nuestros hermanos y hermanas de color.

Por ejemplo, mientras que muchos entendemos que la esclavitud ha sido justificada a través de reclamos científicos falsos, acerca de la humanidad de las personas descendientes de África, muchos nos sorprendimos al aprender que Thomas Jefferson fue un catalizador  de mucha de esta ‘ciencia’ en América.

En sus notas ‘Notes on the State of Virginia’, Jefferson escribió una muy larga lista de observaciones de lo que él sentía era la belleza superior, inteligencia y manierismos de las personas blancas llevándolo a “llegar a lo que es solo una sospecha, de que las personas de color, bien sea son originarios de una raza distinta, o son diferentes por el tiempo y las circunstancias, son inferiores a los blancos en los legados de cuerpo y mente.” Las sospechas de Jefferson lo llevaron a llamar a la ciencia a apuntalar su predeterminación acerca de la ‘inferioridad’ sobre los Afroamericanos. Este llamado ayudó a perpetuar el altamente nocivo desarrollo del racismo científico, y la persistencia hasta este día de los mitos sobre la superioridad de los blancos.

Jefferson no fue el primero de los padres Fundadores que animó la construcción social de la raza. El y los demás fundadores, incluyendo los propietarios sin esclavos, quienes también compartían la visión de que los blancos de alguna manera tenían morales superiores, inteligencia, belleza y valor, establecieron una nación basándose en esos mitos.

Mitos que habilitaron las generaciones venideras especialmente hacia la violencia, y a que las personas de color en general fueran menores, y a el desarrollo de leyes y sistemas alrededor de esas percepciones sobre la raza.

El aprender sobre esta historia abre los ojos. Convenció a nuestro grupo de que todos los americanos necesitan un mayor entendimiento profundo de la historia americana en general y de la historia de las personas de color en América, así como lecciones de cómo ser un aliado blanco para todas las personas de color.

A través de esta experiencia sobre las mujeres y hombres de color, incluyendo la poderosa historia de Austin Channing Brown en “I’m Still Here”, aprendimos lo poco que sabemos acerca de las vidas de los Afroamericanos.

A través de “White Fragility” por Robin DiAngelo, descubrimos que todos somos racistas, no en el sentido usual de las personas que son malas con los demás basándose en su taza, sino porque nuestra cultura nada en las aguas del racismo revueltas alrededor de nosotros desde antes del nacimiento de nuestra nación.

Eso no nos hace ni buenos ni malos, nos hace cómplices manteniendo el sistema y las estructuras que benefician a los blancos a expensas de las personas de color.

Afortunadamente, no necesitamos permanecer cómplices, y nuestra fe apoya nuestros esfuerzos en el reconocimiento y reaseguramiento de la dignidad y santidad de cada vida de color, con igualdad para todos.

También aprendimos como es que la supremacía se ve verdaderamente.

No son solo los extremistas quienes orgullosamente se proclaman superiores, somos también nosotros quienes nunca hemos tenido una razón para sentir miedo cuando un policía se acerca a nuestro coche en una parada de rutina.

Somos nosotros quienes tenemos el poder de detener la conversación sobre el racismo cuando nos sentimos incomodos, y frecuentemente lo hacemos. Somos nosotros a quienes se nos enseñó y, quienes creemos que la guerra civil, solo fue acerca de la economía y de los derechos del estado, cuando siempre fue acerca de la esclavitud y de la comercialización de hombres, mujeres y niños de color. Somos nosotros quienes nunca hemos visto a alguien apretar su cartera o bolsa cuando nos acercamos en la acera. Nunca se nos ha dicho que dejemos de usar un tono agresivo de voz porque nuestro enojo no es aceptable, sin importar su justificación. Somos nosotros de quienes nunca se espera servir como voceros de nuestra propia raza.

Nuestras primeras sesiones fueron difíciles, emocionales, inspiradoras y un pequeño paso hacia la justicia racial.

Entramos a la parte dos del programa sabiendo que cometeremos errores, diremos y haremos cosas que son racistas, y que quisiera que fuera mucho más fácil de tratar. Pero también experimentaremos la gracia de salir de nuestras zonas de confort, de aprender más acerca de las experiencias de nuestros hermanos y hermanas de color, y  de cómo actuar para un cambio positivo en nuestras comunidades y en nuestra Iglesia.

Jean Hill es la directora de la Oficina de Vida, Justicia y Paz de la Diócesis de Salt Lake City

For questions, comments or to report inaccuracies on the website, please CLICK HERE.
© Copyright 2024 The Diocese of Salt Lake City. All rights reserved.