Los esfuerzos diocesanos para erradicar la indigencia enfatizan la dignidad

Friday, Jun. 01, 2018
By Jean Hill
Director, Diocese of Salt Lake City Office of Life, Justice and Peace

Durante los últimos dos años, la Diócesis de Salt Lake City ha estado activa en los esfuerzos estatales para asegurar que los incidentes con indigentes sean poco frecuentes, no recurran y tengan poca duración. Uno de los muchos aspectos positivos de las discusiones continuas ha sido el creciente conocimiento público de que no existe una ‘población de indigentes’ que pueda ser tratada como un grupo homogéneo. En su lugar, personas de todos tipos de antecedentes en una amplia variedad de situaciones inesperadas y no bienvenidas se encuentran compartiendo una necesidad común de vivienda.

El servir a personas quienes experimentan la indigencia requiere de múltiples organizaciones con una amplia variedad de recursos y con una meta común de mudar a las personas a una vivienda. Una vez en ellas, los individuos que tienen enfermedades mentales o adicciones pueden enfocarse mejor en esas barreras para que en su futuro tengan éxito. Aunque sus barreras para viviendas son diferentes, las personas que han perdido sus hogares debido al desempleo o a la violencia domestica similarmente son más capaces de encontrar empleos y seguridad una vez que tienen viviendas.

Para la mayoría de los indigentes, el obtener una vivienda seria simple, siendo que las opciones costeables existieran. Sin embargo, algunas personas, necesitaran albergue de emergencia y los servicios que Catholic Community Services brinda a través de su Centro de Recursos Weigand. Las mejores prácticas para servir a las personas que necesitan ayuda y albergue de emergencia es darles muy pocas barreras para que ingresen a los albergues y servicios. En semanas recientes, sin embargo, lo que significa barreras bajas se ha vuelto confuso.

Revisando algunas noticias y comentarios, el público puede sentirse persuadido a que bajar las barreas significa no tener reglas. Ese no es el caso. Las bajas barreras para albergue y servicios significan que no rechazamos automáticamente a las personas por ciertos comportamientos. También significa que le aseguramos a las personas que no se desanimaran la buscar servicios por condiciones que les piden ser alguien quien no son. Nosotros le damos la bienvenida a todos, pero también tenemos que ser razonables y transparentes en las expectativas para así asegurar la seguridad y accesibilidad a nuestras facilidades. En otras palabras, no le pedimos a las personas estar sobrios en nuestras facilidades, pero si les pedimos no usar drogas mientras están en ellas. Similarmente tratamos de crear espacios seguros para las personas que experimentan violencia domestica u otros abusos; además, los comportamientos violentos no son aceptados.

Las reglas y pólizas para reforzar los estándares y cuidados de las prácticas mejores nos ayudan a todos. Los proveedores saben por su experiencia que estas no son barreras sino caminos al éxito. Mantienen las armas, drogas y depredadores fuera de nuestras facilidades. Ellos promueven la recuperación creando espacios libres de violencia, miedo y comportamientos a los clientes que buscan escapar o cambios. Cuando creamos una cultura en donde todos se respetan y respetan los estándares de cuidado, reconocemos y promovemos la dignidad humana. Aún más importante, los clientes están seguros y apoyados en ambientes que hacen que sea más factible que salgan de la indigencia y encuentren la estabilidad.

El poner y adherirse a los estándares no es fácil. Es difícil el decirle a un cliente que es adicto a las substancias que no puede llevar drogas al interior de nuestras facilidades. Es difícil el pedirle a alguien que tiene una historia de amenazas físicas a los demás que se vaya. Mientras que estas son conversaciones difíciles de te-ner, estas tienen que suceder para asegurar la seguridad y bienestar de todos quienes entran por nuestras puertas. Si nos enfocamos en las expectativas en lugar de los castigos, podremos ayudar a las personas que frecuentemente son tratadas como criminales haciéndolas sentirse valiosos. Si las expectativas son razonables, transparentes, consistentes y propiamente aplicadas y establecidas con la participación de los clientes, podremos abordar las situaciones de riesgo a manera de que promuevan el respeto, responsabilidad y seguridad para todos.

Como socios en un sistema que implica servicios para los indigentes, la diócesis está comprometida a la seguridad de nuestros clientes. Seguimos manteniendo nuestras facilidades de servicio seguras y dándole la bienvenida a quienes las necesiten.

 El hacerlo reconoce que cada persona que experimenta la indigencia como individuo, que merece el mismo respeto y dignidad de vida. El brindar ayuda en un ambiente seguro para ayudar a que cada persona se salga de las crisis es algo compasivo por hacer, y es un resultado que nuestra comunidad de proveedores continúa priorizando.

Jean Hill es la directora de la Comisión de Paz y Justicia de la Diócesis de Salt Lake City.

Traducido por: Laura Vallejo

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