La procesión eucarística que acompaña la festividad del Corpus Christi es una devoción que conmueve el corazón de muchos a sentir más vividamente la presencia amorosa de Cristo. El esplendor y pompa que lleva a la Eucaristía por las calles de las ciudades comunica la afectuosidad y la intimidad de este misterio. En 1264 el Papa Urbano IV extendió la fiesta del Corpus Christi de Lieja, Bélgica, a toda la Iglesia y encargó a Tomás de Aquino componer la liturgia para ese día. El papa esperaba que la festividad aumentara la fe del pueblo en la presencia real de Cristo en la Eucaristía y que contrarrestara la herejía que la negaba. Los himnos, oraciones y sermones que Tomás compuso eran herramientas catequéticas sólidas que hicieron que cambiara el panorama a favor de una fe exhaustive de la Eucaristía.
Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos
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