María, modelo de la anticipación del Adviento

Friday, Dec. 12, 2014
María, modelo de la  anticipación del Adviento + Enlarge
By The Most Rev. John C. Wester
Bishop of Salt Lake City

Traducido por: Laura Vallejo
Cuando niños nos enseñaron que antes de cruzar la calle nos “detuviéramos, miráramos y escucháramos” buscando coches. Me parece que ese consejo es un buen acercamiento hacia el Adviento. Como niños en una esquina estamos buscando, no por el tráfico sino por la venida de Cristo. 
Esta especie  de espera puede ser contrastada con la idealización que realizamos al estar en la fila en el supermercado  cuando estamos detenidos en un semáforo con luz roja; no es pasiva ni distraída es atenta pero al mismo tiempo tranquila, así como nuestra Santa Madre esperaba el nacimiento de su hijo.
La escritura nos dice que María “reflexionó” el significado de su embarazo. A lo largo de la experiencia, parece que ella también estuvo tranquila conforme anticipaba, el nacimiento de Cristo y de lo que su misión serie en nuestro mundo.
Este tipo de espera vigilante pareciera ser una pérdida de tiempo para algunos, pero de hecho es bastante productiva. Conforme cada uno de nosotros reflexionamos sobre Cristo en nuestras vidas, crecemos como personas y como discípulos del Señor. 
Somos capaces de intensificar nuestra confianza en que Dios está trabajando en cada uno de nosotros, y de que cumplirá sus promesas. ¡El crecimiento de esta manera pocas veces es una pérdida de tiempo!.
San Juan de la Cruz capturó este tipo de espera reflexiva en gran parte de su poesía espiritual, tal como en la  stanza de ‘Canticos espirituales’: “Cuando tú (Jesús) me mirabas, tú gracia en mí tus ojos imprimían; por eso me adamabas, y en eso merecían los míos adorar lo que en ti vían”.
Alzar nuestros ojos adorando a Dios, nos permite prepararnos para su pre-sencia en nosotros. Esta también es una esencia de la preparación de Adviento, para que el Adviento sea un tiempo excelente para contemplarnos en el rostro de Cristo; para reflexionar, hacer oración y meditar. 
Este tiempo en silencio permite que Cristo prepare un lugar en nuestras almas para que el bebé Dios more cuando llega a nosotros en la Navidad. 
Junto al Papa Francisco, oro para que María nos enseñe a “darnos, a escuchar, a estar en silencio, a no poner el énfasis en nosotros, sino a dejar un espacio para la belleza de Dios, fuente de la verdadera felicidad”.
Me preocupa que con la agitada tranquilidad de nuestras vidas modernas, estamos perdiendo la habilidad de podernos sentar en paz, en contemplación reflexiva, permitiéndonos absorber la presencia de Cristo, quien está en todos lados y cuyo espíritu vive en todos nosotros a través del bautismo.
Podemos hacer muchas otras cosas para prepararnos para la Navidad: ayudar a los necesitados, visitar a los enfermos, ayudar a los adultos mayores, estar más presente para nuestras familias, ir a los servicios en las Iglesias, leer la Escritura (especialmente las narraciones de la infancia que Mateo y Lucas escribieron) o realizar trabajos o servicios y penitencias que nos prepararan para recibir a Cristo en la Navidad.
Mientras que estos son importantes, creo que el primer paso es reflexionar cómo es que Cristo nos está llamando a cada uno de nosotros a crecer en este Adviento. 
Este tipo de meditación sólo puede ocurrir cuando uno hace espacio en su rutina diaria para contemplación en silencio, durante la cual podemos reflexionar sobre las maneras en que Cristo nos invita a rendir nuestros egos y necesidad de control para que podamos encontrar espacios en los que el resida en el pesebre de nuestros corazones.
Que Cristo a quien esperamos nazca esta Navidad, llene nuestros corazones y nuestros hogares con bendiciones anticipando la celebración de este año de  la Natividad.

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