Mensaje de Pascua del Rev. Obispo Wester

Friday, Apr. 09, 2010
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By The Most Rev. John C. Wester
Bishop of Salt Lake City

Es un privilegio y un gozo muy especial para mí desearles a todos una Pascua llena de Bendiciones y de mucha Paz. Nosotros hemos orado juntos durante la Cuaresma y especialmente durante estos días recientes de la Semana Santa, cuando caminamos con Cristo a través de las liturgias de su pasión, muerte y resurrección. En los próximos cincuenta días celebraremos juntos la victoria de Cristo sobre la muerte y durante los cuales el "Aleluya" será el canto de agradecimiento a nuestro Dios amoroso, quien resucitó a Jesús de la muerte.

En el Evangelio de Lucas hay un importante tema leído en la Vigilia Pascual de este año, el cual merece especial atención. En el, Lucas cambia el saludo del ángel de forma diferente a las otras interpretaciones sinópticas, para resaltar que el mensaje de la pasión, muerte y resurrección, fue pronosticado por Jesús de Nazareth como eventos que él tenía que sufrir. Para Lucas, es importante recordar que el Cristo que resucitó de la muerte no es otro sino el Jesús que caminó por las calles de Galilea. En otras palabras, el Cristo resucitado no es otro Jesús terrenal, sino un Jesús terrenal transformado. Nosotros no estamos hablando de la resurrección como en el caso de Lázaro, sino de una manera completamente nueva de vida. Jesús ha resucitado a una nueva forma de ser, a una nueva vida gloriosa, pero es Cristo mismo, nacido de María, quién está experimentando esta transformación.

Lucas menciona un punto importante. Si separamos el Cristo resucitado del Cristo terrenal, entonces el primero está lejos de nosotros y el segundo es solamente un recuerdo débil. Jesús de Nazareth, crucificado siendo débil, fue gloriosamente resucitado en cuerpo y alma para vivir eternamente a la derecha del Padre. El guió el camino para todos nosotros, y al derramar su sangre nos redimió y abrió el sendero para ser transformados y un día entrar plenamente en el Reino de los Cielos.

Lo importante que hay que ver aquí es que nuestra humanidad es redimida y recibida por Dios en la humanidad que Cristo asumió por si mismo. Así como Jesús, un día nosotros seremos resucitados y viviremos en una luz inalcanzable. Dios nos ama tanto que envió a su Hijo para hacer esto posible, amándonos mientras eramos pecadores y tal como lo somos en este momento de nuestro peregrinar. La consecuencia de esto es asombrosa. Usted y yo, con todas nuestras fallas y pecados, somos amados por Dios y se nos ha dado la oportunidad de la vida eterna. Esta es la meta de los santos. Santos que no son ángeles, robots o algunos "super humanos". Ellos son pecadores como nosotros y Jesús nos redimió así como somos, imperfectos.

Sin embargo, algunas veces pienso que nosotros nunca contemplamos la posibilidad de convertirnos en santos. Esto es siempre para la persona que se sienta a mi lado, o la Madre Teresa, o un monje o una hermana que vive en un monasterio. La Pascua es una gracia enorme para todos desde que Cristo murió y resucitó por nosotros! Por lo tanto, cada uno de nosotros es un ser humano especial e importante, amado y llamado a la santidad. Un rabino lo expresó de esta manera: "Cuando usted muera, Dios no le va a preguntar por qué usted no fue Moises. El le preguntará por qué no fue usted mismo, el santo que Dios quiso que tú fueras!"

Este es un tiempo para reflexionar en lo que significa la Resurrección para nosotros. Para los recien iniciados, esto significa que tenemos dignidad porque, creados a imágen y semejanza de Dios, Cristo murió por amor hacia cada uno de nosotros. Lo que nosotros logramos, el dinero que tenemos, lo que poseemos, el poder, la influencia o el éxito que tengamos, significan nada comparado con Cristo. El nos ama en cada momento de nuestras vidas y únicamente quiere que en retorno, lo amemos a él. Es cierto que tenemos que poner este amor en acción, amándo a nuestros vecinos, y este es el medio de la santidad! Por consiguiente, el punto de Lucas es bien definido: Jesús de Nazareth, quién fue resucitado de la muerte a la gloria, nos está llamando a cada uno de nosotros a hacer lo mismo! Dios no creó santos "listos para el cielo". Más bien, él nos invita a una relación cada vez más profunda con El, a través de su Hijo y en el Espíritu; una relación que puede ser vista como un proceso de orientación hacia la plenitud de vida en el cielo. Esta es una buena noticia. Nosotros tenemos esperanza porque cada uno de nosotros cuenta a pesar de nuestras debilidades y pecados, y tenemos gozo porque estamos destinados a la vida eterna. Como San Ignacio lo expresó en su "primer principio" de los Ejercicios Espirituales: "La meta de nuestra vida es estar con Dios para siempre". Que maravilloso tener un Dios que nos da primero la meta y después los medios para alcanzarla a través de Jesucristo, Nuestro Senor!

Es entonces en este espíritu, que yo les deseo a todos ustedes unas Felices Pascuas. Ustedes son especiales, irrepetibles y personas muy amorosas que están caminando hacia la unidad con Cristo Resucitado en el cielo. Es un verdadero honor participar junto con ustedes ,mis queridos santos, en el caminar de esta Iglesia local.

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