Traducción: Laura Vallejo
SALT LAKE CITY — Alabado como un hombre que vivió las bienaventuranzas, Monseñor Terence M. Moore, quien falleció el 19 de diciembre, fue cariñosamente recordado durante el servicio funeral realizado el 9 de enero en la Ca-tedral de la Magdalena.
La Misa fue presidida por el Obispo Oscar A. Solis. Concelebrando estuvie-ron Monseñor Colin F. Bircumshaw, vicario general, Monseñor J. Terrence Fitzgerald, vicario general emérito, así como varios sacerdotes y diáconos dio-cesanos.
El diácono Paul Graham, amigo cercano de Monseñor Moore por cerca de 25 años, fue el encargado de ofrecer la homilía.
El diácono Graham compartió la res-puesta que Monseñor Moore le dio cuando le preguntó por que había elegido ser sacerdote.
“Sentí que el plan que Dios tenía para mí era el ayudar y cuidar a los demás lo mejor que yo pudiese,” recordó el diácono Graham que fue la respuesta. “Monseñor Moore dedicó su vida justo a eso.”
El diácono dijo que las Bienaventuranzas eran uno de los versos de la Biblia favoritos de Monseñor Moore. “ ‘Paul, Jesús vivió las bienaventuranzas,’ me dijo… pues si, tú también padre Terry viviste las bienaventuranzas. El padre Moore aceptaba a todas las personas incondicionalmente. Sin importar la religión que profesasen, sin importar de dónde venían, si eran estudiantes, refugiados, alcohólicos, CEO, o trabajadores inmigrantes,” dijo el diácono.
El Obispo Solis dirigió unas palabras durante la Misa.
“El vacío que Monseñor Terence Moore deja es un tremendo legado para las personas de Utah,” dijo el Obispo. “Aunque estaba jubilado, yo diría que fue un sacerdote activo quien extendía su servicio al Pueblo de Dios en donde fuese necesario. El invirtió su vida para la gente, por la Iglesia local de esta diócesis en tantas y tan variadas formas, llegando a muchas personas, especialmente a los pobres.”
Entre los asistentes al servicio estaban tres de los sobrinos de Monseñor Moore, Peter Moore, Gerard Moore y David Cunny, quienes llegaron de Irlanda para el entierro de su tío.
“Sé lo que todos eran para Terry; los últimos 56 años él tuvo los más maravilloso amigos aquí,” dijo Pete Moore. “Nuestra familia está muy orgullosa de Terry, de su legado y de todos sus logros en vida. Agradecemos esas memorias que valoraremos siempre.”
El día anterior, el 8 de enero se realizó una vigilia en la parroquia de St. John the Baptist. Allí el padre Stephen Tilley, párroco, dijo que “la disponibilidad de servicio y amor a la Iglesia de Monseñor Moore, reflejaron el amor que Cristo nos tiene, que tiene por la cruz, ese amor desinteresado que es un don total para las personas que lo reciben.”
Los restos de Monseñor Moore descansan en el Cementerio Católico Mount Calvary en Salt Lake City.
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