Por Junno Arocho Esteves
CIUDAD DEL VATICANO – Mientras los países de todo el mundo se esfuerzan por encontrar una vacuna para el COVID-19, el Papa Francisco nuevamente pidió una distribución ética de la vacuna para todos pero especialmente para aquellos que tienen dificultades económicas.
Al dirigirse a miembros del Banco Farmacéutico Italiano, una organización benéfica que provee medicinas a los pobres, el Papa dijo que la crisis económica generada por la pandemia ha alumbrado la pobreza en el mundo, incluso la “pobreza farmacéutica”.
“Repito que sería triste si al proporcionar la vacuna se diera prioridad a los más ricos, o si esta vacuna se convirtiera en propiedad de esta o aquella nación, y ya no fuera de todos. Debe ser universal, para todos”, dijo el 19 de septiembre.
Según su página web, el Banco Farmacéutico fue fundado en el 2000 por un grupo de jóvenes farmacéuticos que estaban convencidos de que la falta de medicamentos para los pobres era un problema “subestimado”.
Adoptando un enfoque similar que el de los bancos de alimentos, el Banco de Productos Farmacéuticos abrió ubicaciones en toda Italia para dar medicamentos a los pobres. La organización también abrió sedes en España, Portugal y Argentina.
En su discurso, el Papa reflexionó sobre la salud vulnerable de quienes viven en la pobreza y no pueden obtener medicamentos o tratamientos no solo por falta de dinero, sino también por una “marginalidad farmacéutica” que “crea una brecha adicional entre naciones y entre pueblos”.
“Demasiadas personas, demasiados niños siguen muriendo en el mundo porque no pueden tener ese medicamento, o esa vacuna, que está disponible en otras regiones”, dijo. “Conocemos el peligro de la globalización de la indiferencia”.
El Papa Francisco sugirió “globalizar el tratamiento” y dijo que todas las personas deberían tener acceso a medicamentos que salvan vidas.
También pidió a los farmacéuticos, las empresas farmacéuticas y los gobiernos que trabajen para que se haga una “distribución más equitativa de los medicamentos”.
“También los gobernantes están llamados a construir, mediante decisiones legislativas y financieras, un mundo más justo en el que no se abandone a los pobres, o peor todavía en el que se descarten”, dijo el Papa.
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